COLUMNA FARANDULERA

fabiola bouvier

Cuando una creyó que ya llegó a su límite, aparece la Wanda Nara para demostrar que siempre se puede ir un poco más lejos, me dijo mi amiga Irene que me llamó.

¿Qué le pasó a la Wanda?, ¿Se compró un nuevo par de zapatos que valen la mitad de la deuda externa argentina?, le pregunté.

Mirá, me dijo Irene, no es que se haya comprado algo (que seguramente hizo), sino lo que comentó en las redes sociales lo que llamó la atención.

Bueno, no se diga más y contame qué pasó.

Bueno, Wanda, como toda buena influencer, sube historias a Instagram para contar cómo es su día a día. Pero el otro día llamó la atención que se haya comparado con Cenicienta.

¿Tiene madrinas crueles o la pusieron en la casa a trabajar como esclava?

Ni una cosa ni la otra, se comparó con Cenicienta porque, según ella: Ella creía en los sueños, de acuerdo, pero también creía en hacer algo al respecto”, escribió, y agregó que: “Cuando el Príncipe Azul no apareció, fue al palacio a buscarlo”.

A la miércoles, entonces todas somos Cenicienta, porque seguimos nuestros sueños y cuando no aparecieron las oportunidades, salimos a buscarlas, le dije a Irene.

Sí, vos aclará todo lo que quieras, pero la Wanda se consiguió al Príncipe, el castillo y hasta se pudo quedar con los zapatos de cristal, así que tan mal no le fue. Encima su comentario tiene miles de Me Gusta, lo que solo alimenta más el ego de esta Cenicienta latina que encima triunfa en Europa.