farandulera

Carola Barreda habla sobre los puntos inquietantes en la vida del cantante

Qué vida! ¡Qué vida! Con razón Luis Miguel se mantenía tan calladita su vida privada. Claramente el divo mexicano estaba acumulando episodios para la serie.

Digamos la verdad, ¿cuántos de nosotros nos convertimos en detectives después de ver Luis Miguel, la serie? Yo por lo menos sí. ¡Es que no puedo parar!

Empecé mirando la serie con cierto recelo. Pensaba que Luis Miguel, ese que entre operaciones y cabello engominado parece un muñeco de plástico, era sinónimo de aburrimiento. Pero no, nos sorprendió.

El cantante tenía mucho más para contar de lo que uno podía aguantar. Primero lo de la madre. Ya sabíamos que el paradero de Marcela Basteri era desconocido. Pero todo lo que nos indicó la serie, eso del que Luisito Rey podría ser en verdad el responsable de su muerte, nos dejó a todos anonadados.

Todavía me acuerdo de aquella señora que apareció en las calles de Argentina y que todos pensaron que era Basteri. Pero no era, y el destino de la madre de Luis Miguel nos sigue desesperando.

El punto escalofriante número dos en esta historia, es el vínculo cortado que tuvieron los hermanos Gallego. Sobre todo con lo que respecta al pequeño Sergio que prácticamente fue abandonado. Tenía casa y donde comer, pero como ya sabemos todos nosotros, con la plata no se arregla todo. Vamos a ser sinceros; ¿cuántos nos desilusionamos del supuesto “sol” al saber que lo dejó así como así a su hermano pequeño? Yo sí.

Y bueno, la frutilla de la torta en la historia (si será una vida complicada que todos los romances que muestran nos importan un bledo) es que ahora parece que Luisito Rey, el villano por excelencia de la vida real, no es el padre de Luismi. Mucha información para digerir. Claro que necesitamos una nueva temporada, y si no es mucho pedir, que sea una especie de reality investigando todas estas cuestiones desafortunadas.