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“Tuve la suerte de tener un alma vieja en un cuerpo joven”

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Moria Casán

Entrevista

Moria Casán estará en el Teatro Metro, en su regreso a Uruguay; antes charló con El País

Es la gran mujer agentina, una voluptuosa artista verborrágica e hiperactiva. Es como ella dijo “el obelisco con tetas”, un símbolo argentino. Y, desde la década de 1970 ha estado siempre presente en la vida del Río de la Plata: empezó como vedette en la calle Corrientes, pasó por las películas de Porcel y Olmedo y se convirtió en una marca en sí misma con una presencia que va desde ser jurado de Bailando, en donde demuestra que hago sabe de espectáculo a entrevistas (la última el domingo pasado con la otra gran diva de su generación, Susana Giménez) en las que siempre tiene algo para decir y de la manera más ocurrente.

Ahora Moria (es de esa clase de estrella a la que le basta el nombre de pila) regresa a Uruguay con Moria en el Metro pero antes charló con El País.

—¿Cómo se siente de volver a Montevideo?

—Estoy feliz porque voy con una propuesta innovadora: van a ver una Moria dinámica y muy participativa. Un poco desacralizando el escenario porque siempre tengo un gran contacto con el público. Me gusta bajarme del altar escénico. Sé que la gente acompaña mi carrera desde que soy chiquita, entonces me gusta que me toquen (se ríe). Voy con un espectáculo creado por mí y voy a estar en el Metro un teatro que amadrino y sobre todo estar en Uruguay, un país al que amo.

—El público uruguayo también la quiere mucho.

Moria Casan
Moria Casán visitó a su viejo compinche, Susana Giménez, aquí está la entrevista

—Si, y yo siempre los adoré también. Siempre fui cinéfila, así que cuando acá estaban prohibidas las películas por la dictadura, cruzaba el río y me iba a ver La última tentación de Cristo de Scorsese u otras películas que no podíamos ver. Me parecen tan avanzados en tantas cosas, siendo un país tan chiquito. Por algo se los llamó la Suiza de América.

—¿Se siente de 71 años?

—Me parece que uno no tiene edad, porque no la elijo. Yo no elijo el año en que nací, la eligió gente como mis padres. Uno elige todo en la vida menos cuándo nace. La edad es algo que te fijan los demás, es un cliché ajeno. Estar mejor no es una cuestión de cirugías, es cuestión de filosofía de vida, aprendizaje y sabiduría, y creo que fui siempre la arquitecta de mi psiquis. He tenido la suerte de tener un alma vieja en un cuerpo joven.

—¿Cuándo decide dejar de ser Ana María Casanova para convertirte en Moria Casán?

—Siempre fui una chica muy lúdica. Jugaba mucho sola e imaginaba, fui una buena compañera de mi soledad. Nunca tuve la necesidad de un hermano y como mi padre era un gran melómano teníamos abono en el Teatro Colón y escuchábamos música clásica y aprendí danza desde chica. Siempre fui una mujer que prioricé lo que quería hacer.

—Uno es la construcción de sus elecciones.

—Y de las equivocaciones también, porque he transitado por dolores y tengo una vida absolutamente intensa. He perdido muchísimas cosas, pero he ganado felicidad. No me pongo nunca en las pérdidas, siempre en las ganancias y no espero los resultados. Tengo filosofía oriental siendo occidental, totalmente metafísica y budista y mirá que no leo mucho. Leo de filosofía porque me fascinan Schopenhauer y Nietzsche, pero soy fan de la lectura porque me hace bien al alma.

"Leo de filosofía porque me fascinan Schopenhauer y Nietzsche, pero soy fan de la lectura porque me hace bien al alma"

—¿Qué recuerda de su debut en el teatro?

—Y no he tenido tiempo de pensar, porque debuté desnuda literalmente aunque vestida de Chaplín. O sea que mi primer salida fue vestida de hombre -mirá con razón hace poco me dieron el premio a la mejor capocómica argentina- me iba sacando la ropa y terminé en biquini.

—Derribó una cantidad de preconceptos en el escenario.

—Sí claro. Enseguida fui figura y los cómicos me elegían para ser sketchs y yo no permitía que ninguno me dijera nada sobre mi cuerpo o que hablaran de mi culo media hora. A mí cuando me hablás me mirás a los ojos porque me hablás a mí. Hacemos un dúo de comedia como lo hacía con Adolfo Stray, como lo hacía con Alfredo Barbieri o como lo hice con Don Pelele.

—¿Cómo ve a la revista porteña hoy en día?

—No se está haciendo revista porteña en este momento. Revista no se puede hacer más porque, para mí, quedó antigua. Si bien es un género que nunca morirá porque viene de Francia pero aquello -la revista con los capocómicos, no- porque cambió la dinámica y a la gente le gusta siempre. Pero es una cosa que necesita bailarines, mucho elenco y grandes producciones. La revista no es que murió, se va modificando. Porque la revista que traía Carlos A. Petit de París en la década de 1970, esas revistas no se hicieron nunca más. Las últimas revistas las protagonicé yo en el Astros, el Maipo y a inicios de los ochenta en el Tabarís, con Sofovich. Después empezó a decaer.

"La edad es algo que te fijan los demás, es un cliché ajeno. Estar mejor no es una cuestión de cirugías, es cuestión de filosofía de vida, aprendizaje y sabiduría, y creo que fui siempre la arquitecta de mi psiquis"

—Después de Sofovich y Olmedo, la revista se terminó.

—Sí, después de los ochenta se empezó a caer porque se empezó a bardear mucho a la mujer en la televisión. La revista se llevó a la tele y las mujeres se mostraban en culo. Es un género que la misma gente que se encargó de hacerlo, se encargó de descalificarlo.

—Hablando de televisión, ¿cómo es trabajar con Tinelli?

—Con Tinelli, divino. Imaginate, hace 10 años que estoy en el jurado. No te digo que sea parte del decorado, porque no me siento así, pero hay activo un talk show también ahí.

—Además del reality ustedes hacen un show paralelo.

—Sí, porque le damos el pie a él, para que haga un reality con algún participante.

—Eso implica agarrar el comentario en el aire.

—Por eso es interactivo y depende de cómo estén de la cabeza los participantes, porque es una pista que vuelve loco a todo el mundo.

—¿Cómo hace para que no le afecte?

—Es que, mi amor, cuando todos estos estaban naciendo, ya era Moria Casán. Tengo una pirámide de vaselina, me resbala todo a mí.

—Este año también volvió al cine con Primavera.

—Si, es una película divina y ahora tengo una propuesta para una muy buena película, aunque no puedo decir mucho, no por envidia o por cábala, sino que porque me pidieron que no diga nada. Tengo propuesta en la tele, para volver con un programa, y sigo en una radio muy arriba que es muy rupturista y vanguardista, que a veces voy y otras salidas las hago desde casa o desde donde esté en ese momento.

—Usted siempre ha sido vanguardista y rupturista.

—Cuando entré al teatro me mandaba a hacer las botas de vinilo que hoy se usan y a veces tenía que ir a buscar el material afuera, que en esa época podían traer. Y también les pedía a las modistas que sobre mí, me pasaran elástico, como muchos años después hizo Jean Paul Gaultier.

—Leí que con Gaultier son como amigos.

— Sí, vino a Argentina y quedó fascinado conmigo. Me pidió un show, porque me quería conocer y dijo que era una mujer muy mujer y quedó mudo. Dijo que soy una mujer totalmente de él, viste que le gusta la mujer drag queen, y yo soy muy así.

—¿Eso hizo que tenga gran llegada con el público gay?

—Sí. Mirá, justo me invitaron para hacer una tapa de Caras con Mirtha y Susana y 30 mujeres del espectáculo, o algo así. Y Susana y Mirtha iban de plateado porque una cumple 30 años en la tele y la otra 50, y les dije, de ninguna manera voy. Si voy, es de arco iris, porque soy drag queen, soy un puto. Y si no quieren no voy y no me rompás las pelotas.

—Su personalidad es avasalladora...

—Nunca me fijé en los demás, lo que tiene otro o lo que hace otro. Focalizo la energía en mí, y cuando eso pasa, no respirás envidia ni rencor y no pensás que aquella tiene esto y la otra tiene lo otro.

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