De la pelea Kardashian-West contra Taylor Swift a otra separación, un repaso rápido.

Parece que una no puede quedarse tranquila con la vida de los famosos ni un solo día. Un día sí y otro también aparece algo que a una la deja mal, como seguidora de los ricos y famosos.

No me refiero al escándalo por el juicio-no juicio de Taylor Swift-Kanye West-Kim Kardashian, por las grabaciones de la charla telefónica por la canción “Famous” (nunca me gustó ese rapero que solo habla de lo desgraciado que es ser negro en Estados Unidos), no, sino a la cantidad de famosos que una daba por sentado que eran una pareja feliz y contenta y de la noche a la mañana, ¡zas!, se separan.

Si bien las relaciones entre famosos no son célebres por su durabilidad, siempre hay excepciones, como mi querido Tom Hanks, quien siempre va de la mano con su amada Rita Wilson a todos lados y se muestran como una pareja ideal (aunque una sabe sobre los problemas de adicción de su hijo) frente a las cámaras.

Pero también es verdad que nunca las separaciones son tan “¡zas!”. Es bien sabido que estas relaciones tienen sus bemoles y sus desgastes, como toda relación, aunque sus problemas son agrandados por la prensa, la cual les exige que se vean felices y contentos, aunque no lo estén en la intimidad.

Por lo que la separación (me contó mi amiga Rossie, la de las malas noticias), entre Joshua Jackson y la divina de Diane Kruger, me cayó como un balde de agua helada. Lo triste es que se separan luego de una década de romance. No entiendo cómo teniendo a Pacey Witter y a Elena de Troya como pareja, las cosas puedan terminar así. Por eso les pido famosos: dejen de separarse. Si no, ¿qué le dejan a una? Si no se puede tener la seguridad de que los ricos y famosos tienen una vida feliz y de ensueño, entre premieres y alfombras rojas, ¿qué nos queda a los simples mortales?

COLUMNA FARANDULERAFABIOLA BOUVIER