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Un maragato que es siempre recordado en su “República”

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Juan José Viera, amigo de Omar Gutiérrez

Omar Gutiérrez

De recorrida por San José de Mayo y los recuerdos de los vecinos de Omar

A cualquiera que uno le pregunte por Omar Gutiérrez en San José, le va a nombrar sus paseos en bicicleta o el kiosco verde. Ese es el comercio de Juan José Viera, al que todos conocen como u201cJuanjou201d, desde hace 28 años. Queda atrás de la Catedral y a media cuadra de la casa rosa donde Gutiérrez vivía desde hacía unos 22 años. Hasta allí fuimos.

Viera estaba igual que la ciudad: viviendo su día como cualquier otro, atendiendo su negocio. Por dentro sabía que no era un día normal, porque su amigo Gutiérrez, el que todos los días aprontaba el mate y pasaba las horas charlando y fumando con él, ya no estaba.

u201cOmar siempre bromeaba que era su oficina u201c, dice Viera y cuenta que pasaba sentado en un cajón de plástico rojo. Para los maragatos, Gutiérrez era un vecino más, no era la figura de la tele. Era el del despertador tan alto que despertaba al barrio. Viera dice que parecía una metralleta y que a veces hasta se escuchaba desde el kiosco. u201cUna vez vino un vecino y me dijo si no le podía decir a Omar que bajara el despertadoru201d, cuenta.

u201cLo tratábamos como a un vecino más y no nos dábamos cuenta de lo grande que erau201d, dice. Esa, justamente, es la sensación que dejó la ciudad el día de su muerte, por lo menos a la vista de los forasteros que, claro, no saben lo que pasa puertas para adentro.

Sin velorio ya que solo habrá un sepelio que será hoy a las 15- la capital maragata siguió su curso con el ajetreo que significa tener una de las ferias del libro más grande del interior del país. Para las 18.00 de ayer estaba pautado el único homenaje público que tendría Omar Gutiérrez en su ciudad. Era un minuto de silencio durante la entrega del Premio Pablo Neruda, en el Teatro Macció.

Aunque la ciudad parecía en otra, era cuestión de acercarse a los que andaban por la calle para saber que Omar era tema de conversación. u201cUn golpe para la ciudadu201d, expresó el taxista que nos indicó cómo llegar al edificio viejo de la Radio 41. Ahí Gutiérrez nació como comunicador y hoy el lugar es un galpón abandonado y tapiado.

Radio 41, donde trabajó Omar Gutiérrez
Radio 41, donde trabajó Omar Gutiérrez

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u201cEra buena gente y solidariou201d, opinó Ivone Ferreira, una maragata que charlaba con su amiga Ana Gamarra en la plaza. Esta, por su parte, tenía una anécdota guardada desde los 80. Su ahora esposo contrató su discoteca para que pusiera música en un bar que manejaba. La fiesta fue un fracaso de público y cuando fueron a pagarle, Gutiérrez dijo que no quería cobrar. u201csolo le pagamos el taxiu201d, recuerda Gamarra.

Todos hablan de esa etapa de Gutiérrez. Bailaron con la música que ponía, dicen que sabía elegir bien los lentos y que andaba con un parlante arriba de una carretilla haciendo promociones. Cuando a la discoteca le empezó a ir bien, organizaba eventos que siempre eran a beneficio

Sobre su carrera en la televisión, les gustaba que sabía preguntar exactamente lo que la gente común quería escuchar. Además están orgullosos de decir que Gutiérrez, así de campechano como era en la pantalla, era en el barrio, en el kiosco o en la plaza, con el mate o en la bici.

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