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Julio Ríos tras ser absuelto: "Actuaría igual si me llegaran audios otra vez"

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Julio Ríos

ENTREVISTA

La Fiscalía archivó la denuncia por violencia privada que Wilmar Valdez le formuló al periodista deportivo, quien dice que en el proceso vivió "momentos de bajón" y que está listo para regresar a Fox Sports. "Tengo contrato vigente", añade. Y carga contra Sergio Gorzy. "Cruzó ciertos límites..."

—La Fiscalía resolvió archivar la denuncia por violencia privada que le planteó Wilmar Valdez. ¿Qué le provocó la resolución? 

—No estoy ni feliz ni contento. Porque siento que nunca debí estar en la causa. A lo largo de este tiempo me pregunté una y mil veces qué fue lo que hice mal en esta historia. Y nada. Siento que actué correctamente, que tuve códigos y la resolución de la justicia corrobora eso.

—Ahora que han pasado los meses, ¿actuaría de la misma forma?

—Sí. Yo recibí unos audios que nunca pudimos comprobar quién los envió. Era de un número al que llamamos y siempre dio apagado. Los audios mostraban fragmentos de una charla privada en la que se mencionaban vagamente algunas cosas. Después, Arturo (Del Campo) me comentó que también le habían mandado audios. Juntos decidimos ir con un abogado, Jorge Barrera, para que nos dé su consejo. Porque tampoco queríamos ser cómplices de un acto de corrupción, si es lo que hubo, y al mismo tiempo queríamos ser justos con la persona involucrada (Valdez). Barrera nos dijo que por lo que se escuchaba ahí no había pruebas de delito penal contra Valdez, aunque aclaro que después aparecieron 8 horas y pico más de grabaciones. En ese momento teníamos unos minutos. Era un tema incómodo para todos. Sobre el final de la reunión, Barrera me dijo: “Julio, vos tenés buena relación con Wilmar, No le claves un puñal por la espalda, ¿por qué no le decís que anda esto en la vuelta?”. Me pareció una buena idea y así lo hicimos.

—Llegó esa reunión con Valdez en julio y en la que él asegura que se sintió presionado por usted y Del Campo a renunciar...

—En ningún momento lo presionamos. Lo que hicimos fue mostrarle los audios y decirle que eso, como nos había llegado a nosotros, podía estar circulando por otros lados. Yo lo noté sorprendido y afectado por la situación y nos agradeció el gesto. Se habló de extorsión, de presión, de hacerlo renunciar, pero nada más lejano. Aparte, ¿cuál era el rédito que supuestamente conseguía haciendo eso? Si yo hubiera querido perjudicarlo, ponía los audios en la radio y nadie me podía decir nada. A algunos les parecería bien y otros me acusarían de carroñero, pero eso sería una opinión de cada uno. Yo actué de acuerdo al consejo de un profesional y a mis códigos, de ir de frente y sin el ánimo de clavarle un puñal por la espalda.

—Asegura que Valdez se fue agradecido de su casa y luego él le envió un mensaje en ese sentido, ¿por qué cree que lo denunció después?

—Tengo mi teoría. Él amplía la denuncia más de dos meses después de la reunión y justo unos días antes del Congreso de la FIFA que iba a decidir su salida de ese organismo. Porque él renunció a la AUF pero mantuvo su cargo en FIFA y por ende, la generosa remuneración que eso implica. Entonces, con la denuncia, supongo que buscaba algún salvavidas para mantener ese cargo. Tenía 250.000 razones verdes para hacerlo. Y no lo mantuvieron en el puesto.

—¿Ha tenido algún tipo de diálogo con Valdez después de la denuncia?

—No, pero algún día nos vamos a cruzar en la calle y sé lo que le voy a decir. Y sé que él va a tener que agachar la cabeza.

—¿Qué le va a decir?

—Me lo reservo. Pero lo que puedo decir ahora es que yo actué de buena fe. Tuve los códigos que él no tuvo. Yo pensé en el hijo de Wilmar, él no pensó en los míos.

—¿Cómo vivió el tiempo en que estuvo sospechado de un delito de violencia privada?

—Fueron momentos duros. Hubo días de bajón, aunque nunca dejé de dormir ni una noche. Sentí que había un ataque furibundo hacia mi persona, una doble moral y una saña tremenda de muchos colegas. No importaba lo que había pasado, lo que importaba era “vamos a ver si podemos voltear a Julio”. Si Wilmar había cometido algún acto de corrupción, no interesaba. Si alguien pesado estaba detrás de su renuncia, tampoco. Lo que importaba era el circo mediático de darle a Julio Ríos.

—¿Cree que Tenfield jugó un rol en todo esto?

—No lo sé.

—En la hipótesis de que Tenfield hubiera estado detrás de la maniobra, los resultados no le fueron del todo favorables, teniendo en cuenta que luego vino la intervención de la AUF...

—Sí, digamos que si Tenfield hubiese tenido participación en esto, los resultados no le fueron auspiciosos a sus intereses. Pero son supuestos. El tiempo es lo más sabio que hay; el tiempo es el camino que Dios utiliza para poner las cosas en su lugar. Algún día se va a conocer toda la verdad sobre este tema. No tengo duda.

Julio Ríos
Julio Ríos: "Aprendí que la vida te puede cambiar en un minuto". 

—¿Cómo cree que va a terminar el conflicto político en el fútbol?

—Es muy difícil de prever. El 2019 va ser un año tremendo. Habrá elecciones y hay mucho dinero y mucho poder en juego. Como dice un proverbio árabe, “donde entra el dinero, entra al diablo”. Antes la gente se sentaba en el sillón de la AUF porque amaba el fútbol y quería darle cosas al deporte. Era una cuestión de orgullo. Hoy priman otros intereses. Cuando te sentás en el sillón de la AUF, viajás en primera clase, te alojás en hoteles cinco estrellas y ganás una suma muy considerable de dinero. Entonces, ya es más difícil abandonarlo. Wilmar Valdés, por ejemplo, entró por la puerta de atrás a la dirigencia del fútbol y llegó a ser presidente de AUF, presidente interino de Conmebol y a integrar el Consejo de la FIFA con viáticos tremendos por cada una de esos cargos. ¿Qué más se necesita para hacer bien las cosas?... ¿Qué necesidad tenía de caminar con Alcántara?... Nadie se preguntó esas cosas. El fútbol es un cóctel muy seductor y peligroso entre dinero, poder y vanidad.  

—En cuanto al enfrentamiento jugadores - Tenfield, ¿cómo cree que se resolverá?

—Esa es la génesis de todo lo que está pasando en la AUF. Es un enfrentamiento entre Casal y Lugano. Ahora se viene la lucha por los derechos de imagen de los jugadores, de los entrenadores y de los árbitros y otros asuntos con posiciones antagónicas y batallas interminables. Lo que yo me pregunto es: ¿Hay algún dirigente uruguayo que hoy pueda sentar a Casal y a Lugano en una misma mesa? Porque esa es la única forma de solucionar esto. Yo creo que hoy no hay nadie con esa convocatoria y la capacidad articuladora necesaria como para facilitar esa salida. Los dos pesos pesados se van a seguir tirando con todo.  

—La denuncia hizo que no estuviera al aire en Fox Sports en el último tramo del año, ¿vuelve en 2019?

—Sí. Yo tengo contrato hasta diciembre de 2019 y no tengo ningún elemento como para no seguir. No estoy seguro de cuándo empezaremos, pero ahí estaré. Hubo una pausa entendible debido a que se trata de una cadena internacional y era un tema pesado, con la renuncia de un presidente de la AUF. Entonces, me pareció prudente la medida de hacer un alto. Pero hoy la capítulo judicial es un capítulo cerrado. Después de 150 días, la fiscal (Silvia Pérez) analizó todos los elementos y no halló mérito para formalizarme.  

—¿Dejar el relato en Radio Carve tuvo que ver con el caso?

—No. Esa fue una decisión que tomé antes del Mundial. El relato en radio es muy desgastante, se va perdiendo capacidad auditiva y los partidos son cada vez más y en todas las canchas. Además, me quita tiempo para desarrollar un perfil periodístico que me interesa mucho más en este momento de mi carrera. El programa La palabra que hicimos con Canal 10 me generó grandes satisfacciones y fue bien recibido por la gente. Tuvimos números de audiencia muy altos, con capítulos que estuvieron entre los cinco programas más vistos, aún saliendo bastante tarde en la noche. Este año quiero hacer la segunda temporada de La palabra y además de Fox Sports, voy a continuar con Las voces del fútbol (1010 AM), donde ya empezamos la temporada 2019.  

—¿Cuál es su visión del caso de Rodrigo Romano?

—Me da pena lo sucedido. Porque Rodrigo es una gran persona y un gran profesional. Sé que ama relatar y le deseo lo mejor. Vivimos tiempos complejos con las redes sociales. Las personas públicas tenemos que saber que nuestra vida privada se puede transformar en pública en un minuto. Está mal que así sea, pero son las reglas de juego.  

—En las redes también fue atacado, ¿cómo lo asimila eso?

—La vida no está en las redes. Está en el cara a cara. En todo este tiempo, nadie en la calle me dijo nada. Sé que despierto amores y odios, a veces irracionales, pero debo decir que en este tiempo recibí mucho afecto de la gente. En cuanto a las redes, y al Twitter sobre todo, por momentos me hace acordar al circo romano. La gente entra para ver sangre, como mataban a los gladiadores en la antigüedad. Descargan su odio y quieren ver a los caídos y pegarles en el piso.

—¿Usted de quedó con odio hacia alguien?

—Odio no, porque si bien soy calentón, no soy odiador. Quedé muy dolido con (Sergio) Gorzy. Atravesó determinadas líneas que no debió atravesar. Género imputaciones absolutamente falsas sin darse cuenta de que soy padre de dos hijos. Nunca entendí de dónde provino su actitud, su ataque furioso. Es cierto que nunca tuvimos una relación de amistad, pero sí un trato cordial. Cuando me sacaron de La hora de los deportes, hace 8 años, yo lo recibí luego en Punto penal con cordialidad. No le pasé factura. En Rusia compartimos taxis y el trato fue normal. Nunca entendí esa sed de destrucción. Cruzó líneas que no debió cruzar con asuntos que no eran ciertos. Pero lo resolvemos donde tengamos que resolverlo.

—¿Habla de una demanda?

—Ese es el único capítulo que no está cerrado de esta historia. Dejemos que el tiempo transcurra... Pienso que no se puede andar por la vida diciendo cualquier barbaridad. En algún momento hay que poner un freno.

—¿Qué siente que aprendió de todo el proceso?

—Siempre estuve tranquilo de que iba a salir absuelto. Cuando pasan estas cosas, sufren más los afectos que uno mismo. Recibí mucho apoyo de mi familia, de mis compañeros de la radio, de Daniel Acevedo (director de Punto Penal), que me apoyó siempre. En lo personal, aprendí a darme tiempo. a disfrutar de este apartamento en Punta del Este, al que frecuenté mucho más. Salí mucho a caminar. Aprendí a sacar el pie del acelerador y despejar la mente. Si alguien me pregunta hoy qué es la felicidad, yo considero que es estar en paz y en armonía. Y yo estoy en paz y armonía.

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