Los exnovios hacen declaraciones cruzadas y se dicen de todo.

A mi nieto le gustan cosas de música medio raras, que me cuesta entender a veces, pero estos días estuve pensando mucho en una frase que hace algunos años se tatuó. Ay, todavía me pone nerviosa pensar en la primera vez que lo vi aparecer con un tatuaje. ¿Por qué los chiquilines se hacen esas cosas? El nene no está tan tapado de dibujitos como Marcelo Tinelli, que encima se los empezó a hacer ya de grande, qué vergüenza; pero igual tiene demasiadas cosas para mi gusto.

Pero estos días pensaba en un tatuaje que tiene en la espalda, que dice “Violencia es mentir” y que me contó que es de la banda esa, Redonditos de Ricota. Cómo me gusta la ricota, podría hacer una torta esta tarde con algunas pasas ya que estoy.

Pensaba en ese tatuaje por tanto que leí y escuché estos días sobre la relación horrible de Barbarita Vélez y Federico Bal. Uno a veces deposita demasiadas expectativas en los demás, yo no sé qué pensaba que podía salir de una pareja formada por el hijo de Carmen Barbieri y Santiago Bal, que se han dicho cualquier disparate en cámara y detrás, y la hija de Nazarena Vélez (del padre no digo nada porque lo único que sé es que es pelado y de apellido Pucheta).

Estos días se han pasado denunciándose el uno al otro por violencia, por brazos con moretones, por golpes, por cosas rotas y encierros en el baño. Si es cierto, todo me parece horrible, pero también me parece horrible contar lo mal que está tu vida con una producción de fotos sexy en una revista importante. Hay cosas que no las entiendo.

Tampoco entiendo por qué todavía nos parece gracioso que Susana Giménez le haya tirado un cenicero por la cabeza a Huberto Roviralta porque eso también fue violencia, pero hasta hoy lo decimos como chiste.

Pero bueno, hay temas que hay que hablarlos puertas adentro y no en tanto programa de chusmerío, donde se miente tanto. Violencia es mentir.

columna faranduleraANTONIA RÍOS