ENTREVISTA

Pasaron cuatro meses de la muerte de Alberto Sonsol, y su hijo Alejandro, más conocido como Lali, continúa recibiendo mensajes de aliento de la gente. “Me pasa de ir caminando por la calle y que me griten ‘qué viejo tuviste’ o ‘qué grande tu viejo’”, dice Lali, y agradece el respeto que ha mostrado la gente con el y su familia.

En charla con El País, el periodista y relator conversó sobre cómo enfrenta esta nueva etapa profesional, los desafíos que se le presentan y qué lugar ocupa su padre en este momento de su vida. Además, contó por qué aceptó volver a MasterChef: Celebrity de Canal 10 y adelantó, apenas, un proyecto laboral que lo entusiasma.

—¿Es una mochila ser “hijo de”?

—Nunca sentí que tenía una mochila y no siento que ahora la tenga. Sí reconozco que hay gente de mi entorno cercano que está esperando que ocupe los lugares que tenía papá, pero sé que estoy bastante lejos de eso y no pretendo ir más rápido que la realidad. Cuando se jugó el clásico del Torneo Apertura en el Parque Central, todo el mundo sabía que lo iba a relatar Diego Jokas, a quien quiero mucho y “es discípulo” de papá como yo, y me empiezan a llegar mensajes de amigos y familiares preguntando por qué no relataba el partido. Y me respuesta era: ¿por qué habría de relatar el clásico? No pretendo apurarme, me siento tranquilo con el camino que estoy haciendo. Sí me tocó ocupar el lugar de papá en algunos espacios de la radio que lo repartimos con mi hermano Diego, pero de alguna forma ya venía involucrado en todo lo que era el proyecto de la radio.

—¿Cuál sentís que es tu impronta?

—Reconozco que soy bastante parecido a mi papá. Todo lo que sé de periodismo lo aprendí de él, aunque tenía mis discrepancias. Estoy tratando de hacer mi camino a mi manera. Y sobre la mochila, antes trataba de ser Lali Sonsol y no el hijo de Sonsol, y ahora ser el hijo de Sonsol es mi mayor orgullo.

—¿Compartís ese nerviosismo y pasión por las cosas como tu padre?

—El fuego, como le decía papá. Sí, lo tengo, y no fue algo que me enseñó mi papá, nací con él. Ha de ser algo genético, y yo relataba desde niño partidos de videojuegos y juegos en el recreo. Siempre lo llevé en la sangre, pero me sigo formando y me sigo escuchando. Si bien entiendo que estoy cada vez mejor, me falta muchísimo para llegar a lo que creo que puedo ser. Y la mejor forma de mejorar, es escucharme. Soy autocrítico y exigente conmigo mismo. Y me pasa de terminar un relato que sé que no estuvo del todo bien y recibir mensajes felicitándome como si fuera el mejor relator de la historia. Lo agradezco, pero no me dejo llevar por las felicitaciones.

—¿Estás afianzado como relator?

—Siento que estoy en una etapa de consolidación. Estoy contento, tranquilo, me están surgiendo nuevas oportunidades; y tengo muy presente a mi papá a la hora de tomar cualquier decisión. Trato de imaginarme qué me hubiera dicho, porque era bastante asertivo con los consejos, por lo curtido que estaba. Y por más de que se fue de un momento al otro, como llevado por los extraterrestres, lo tuve 28 años como padre, lo disfruté por cinco años como compañero y jefe, y más o menos me imagino lo que hubiera dicho.

—Entre estas oportunidades que mencionás está Masterchef Celebrity; estuviste en la primera edición pero no lograste superar las audiciones. ¿Volvés por la revancha?

—Me invitaron y por más de que siga siendo un burro cocinando, no se me ocurrió decir que no. Espero, por lo menos superar la etapa de audición. El año pasado así como entré, me fui. No digo que vaya a ser el próximo Masterchef: Celebrity, pero espero durar más.

—Con ese tipo de programas la gente descubre un Lali Sonsol distinto al de la radio y al que transmite partidos.

—Sí. Me gustaría experimentar más de lleno la televisión, que no sea algo tan esporádico como Masterchef; y no puedo decir mucho, pero estoy cerca de concretar un proyecto grande en un canal privado, no exactamente Canal 10, donde estaría todo dado para tirarme al agua en algo que tiene que ver con el entretenimiento y no con el deporte.