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Una actriz que deja de lado a la diva y defiende su oficio

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Monica Bellucci

Monica Bellucci

La italiana recibió uno de los tres premios Donostia en San Sebastián

"Tengo casi 53 años y sigo trabajando, así que no creo que se trate solo de belleza”. dijo Monica Bellucci, la actriz italiana de espléndido físico que defiende un oficio en el que lleva luchando por más de 25 años.

“El impacto de la belleza dura apenas cinco minutos. La curiosidad inicial se queda en nada si detrás de esa belleza no sucede nada más”, dijo esta actriz que es el vivo reflejo de una combinación entre hermosura e inteligencia. En su carrera, Bellucci ha trabajado en 68 producciones, entre televisión y cine. Siempre mezclando propuestas comerciales como El pacto de los lobos, con propuestas más radicales como Irreversible (Gaspar Noe, 2002) o La Pasión de Cristo (Mel Gibson, 2004). A sus papeles se le suma ese glamour de Hollywood que Bellucci ha sabido transmitir, el que se contrapone con un cine pequeño y con producciones independientes que también ha sabido interpretar.

“La igualdad entre mujeres y hombres claro que todavía no existe”, dijo Bellucci

El viernes pasado, Bellucci recibió el Premio Donostia, el tercero que se entregó en la 65 edición del Festival de Cine de San Sebastián a la trayectoria (los otros fueron la directora belga Agnès Varda y Ricardo Darín). Y a Bellucci le resultó difícil elegir los títulos más importantes de su filmografía, porque incluso películas que “no han ido a ninguna parte”, han sido para ella “grandes experiencias”.

La entrega del premio tuvo lugar por primera vez en el Velódromo de la ciudad, con capacidad para 5.000 personas. Donde la actriz de producciones como la serie Mozart in the Jungle, películas como Malena y que fuera chica Bond en Spectre, mostró en esta edición de San Sebastián su lado más feminista y luchador.

Monica Bellucci
Mónica Bellucci, el gran momento del Festival de Donostia. Crédito: EFE

“La igualdad entre hombres y mujeres claro que todavía no existe, pero no solo en el cine sino en la sociedad en general. Las mujeres estamos bajo una presión muy grande porque la sociedad no está hecha para brindarnos la oportunidad de un buen equilibrio. El ejemplo está en que las leyes no las aprueban las mujeres”, ha asegurado la actriz, vestida con un traje de chaqueta y pantalón negro y una camisa de seda blanca.

A pesar de esta reflexión algo negativa, Bellucci mostró su optimismo por el cambio que están experimentando las mujeres. “Nos tenemos cada vez más respeto a nosotras mismas y eso hace que nos respeten más. Nos sentimos cada vez más libres y valientes. Todo esto se lo debemos a la generación de nuestras madres que lucharon de manera decidida por sus derechos”.

“Tenemos que aprender a superar nuestros miedos y a ser independientes”, dijo Bellucci

En este sentido, la actriz ha mostrado su admiración por el rol de las madres. “Las mujeres tenemos que aprender a superar nuestros miedos y a ser independientes, económicamente y mentalmente. Si tu madre te hacer sentir una estrella serás una estrella y si no, nunca lo serás”, agregó.
Para la proyección que acompañó su homenaje, ella seleccionó dos películas del año 2000: Bajo sospecha de Stephen Hopkins y Malena de Giuseppe Tornatore.

De esta última recordó que el realizador italiano la llamó después que deseara mentalmente trabajar con él tras ver Cinema Paradiso, algo que le ocurrió también con las secuelas de Matrix y con otros proyectos.
En la pantalla gigante del velódromo se proyectaron imágenes de varias de sus películas. Desde los primeras de su carrera como Drácula (1992), de Francis Ford Coppola a la más reciente On the Milky Road (2016) de Emir Kusturica.

Defensora del arte y la cultura como medio para expresar y combatir el dolor que el ser humano lleva dentro, Bellucci reconoció que para ella el cine ha sido un medio para conocerse más y mejor. “Te da la oportunidad de conocer culturas diferentes. No solo creces como actriz, también como persona”, y agregó que si pudiera retroceder en el tiempo, haría lo mismo.
Recibir un premio como el Donostia no alimenta el ego, ha señalado la intérprete, sino que ahonda más en el trabajo como medio de comunicación con el público. “Tengo que reconocer que veo a mi alrededor mucho amor y respeto”.

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