Publicidad

Vicentico: detrás del telón de un rockero

Compartir esta noticia
"Me interesa más lo repentino del rock, aunque parezca que haga canciones pop"

Acaba de ser reconocido como uno de los Solistas Masculinos Pop de la década por la Fundación Konex, pero para el momento de la entrevista con El País todavía no lo sabe. En realidad, le parece que su madre se lo comentó, pero en el momento no le dio mayor importancia.

Ahora la reacción es otra. "No lo puedo creer", comenta, y supone que, como cuando le gritan cosas dignas de un galán del pop internacional melódico, se trata de una equivocación. Vicentico (también Gabriel Fernández Capello, aunque deja a libre elección de la interlocutora cómo llamarlo) no es ajeno a los reconocimientos, aunque lo que más feliz lo pone es, por ejemplo, que en los estadios de fútbol se adapten sus canciones.

Algunos podrán quejarse de su particular tono de voz, otros de su transición (aunque él no la vea así) del rock al pop, y no faltarán los que se opondrán al espíritu tribunero de los Fabulosos Cadillacs. Pero Vicentico es ya una figura y de las grandes de la música argentina, y eso lo logró con originalidad, talento y buenas canciones.

Porque si hay algo que nadie podrá discutirle es su capacidad para componer éxitos. Bares y fondas (1986), el álbum debut de los Cadillacs, incluye "Silencio hospital", uno de los primeros grandes hits de esta banda que no se disolvió, aunque parezca. Los Cadillacs están ahí porque son un grupo de amigos y funcionan como tal. Antes de fin de año actuarán en Buenos Aires y no descartan ni grabar ni hacer giras. De hecho, dice el cantante, es "inevitable" no tener esos planes latentes.

Desde Bares y fondas hasta acá, Vicentico ha escrito incontables himnos. "Yo te avisé", "Carnaval toda la vida", "Siguiendo la luna" y tantos otros con su banda; "Los caminos de la vida", "Culpable" y versiones como "Paisaje" o "No te apartes de mí" confirman la presencia de un don.

A pesar de los himnos y las historias, Vicentico dice que ni siquiera se considera a sí mismo músico. "Me gusta hacer cosas", le dice a El País previo al recital que dará el 2 de octubre en el Teatro de Verano.

—Último acto generó que el público se preguntara si estás queriendo decir algo o si simplemente es un nombre.

—Las dos cosas. Estoy queriendo decir algo y simplemente es un nombre. Lo que pasa que lo que estoy queriendo decir está dicho con esas dos palabras. Si lo explico la complico, ¿entendés? Lo que tienen de lindo las canciones, los discos, es justamente que te llevan hacia un lado. Lo único que podría decirte es que trato de buscar títulos o palabras que concentren o te lleven la atención a determinado lado. Porque aparte es lo último. Quiero decir, por más que la vida siga siempre, la sensación que tengo es que hay que hacer las cosas como si fueran la última vez.

—¿Siempre trabajaste con la premisa de que lo que hacés puede ser lo último?

—No sé. También fui creciendo de edad y caminando el mundo, y hay algunas cosas con las cuales simpatizo. Las personas en algún sentido elegimos con qué clase de vida comulgamos, y en mí funciona sentir que las cosas hay que hacerlas de ese modo, como si fuera la última vez. La última o la primera, porque cada vez que te ponés a escribir una canción o te vas a subir a un escenario, por más que la experiencia y la cantidad de veces que lo has hecho cuenta, siempre está bueno sentir que es una vez única.

—Comulgar con ese tipo de vida, ¿te permite proyectar? ¿O tus proyectos siempre son a corto plazo?

—Sí, claro que me permite proyectar. Algunos proyectos son a corto plazo y otros a muy largo plazo, lo que pasa que esos no tienen que ver con la música. Tienen que ver con cómo uno se imagina que quiere seguir su vida. Igual eso es solamente una imaginación, porque todo puede cortarse en un segundo. Pero bueno, pensar las cosas, tratar de sentir y de ver cómo uno quiere estar, tampoco está mal, y es un lindo modo de avanzar.

—A muchos artistas, cuando se les pregunta por qué se vuelcan al pop y dejan un poco el rock, tienen una respuesta bastante común que es: "porque estoy más grande". ¿En tu caso tiene que ver?

—No, para nada. Yo igual no tengo una visión de la música fragmentada entre el rock y el pop. Más bien todo lo contrario. A mí no me gusta hablar en este sentido porque siento que todo se achica, pero hablando torpemente, yo soy un músico de rock. Me interesa más lo repentino del rock, aunque parezca que yo hago canciones que para el afuera son pop, románticas, no sé cómo le dice la gente a eso; creo que tienen la oscuridad suficiente como para molestar o interpelar a la otra persona. Y eso tiene que ver, en mi opinión, con el rock.

—Pensaba en la canción "Puro teatro", en el disco Último acto. Hay como una relación fuerte con otro plano artístico.

—Sí, total. Aparte una de las versiones que yo suelo darle a la frase "último acto" tiene que ver con el telón, con el teatro. Vengo de ese mundo en realidad, porque mis viejos eran, son… Mi papá era porque se murió, director de teatro. Mi hermana es actriz, mi mujer es actriz, vi teatro desde muy chiquitito y siempre me llamaron la atención los finales, las salas cuando se vaciaban. De chico cuando se iban todos, me quedaba buscando entre las butacas las cosas que se le caían a la gente, entonces encontraba caramelos, plata, documentos. Y eso también tiene que ver con el "último acto", en un sentido.

—Decís que no sabés si la gente le llama "romántico" a lo que hacés, pero sin dudas tu carrera solista ha disparado la figura de Vicentico, el galán.

—Epa.

—Bueno, en tu último show en Uruguay las mujeres te gritaban cualquier cosa.

—Eso lo dirá alguien que por la edad está corta de vista o insana del cerebro. No, no… (Se ríe) Ahí sí que no te puedo decir nada, aparte no me identifico con eso. Sí puedo entender que alguien que esté arriba del escenario genere alguna clase de atracción, porque me pasa a mí como espectador. Hace poco vi a Neil Young en Nueva York, y es un tipo que tiene como 70 años, todo encorvado, y a mí me generaba una atracción muy profunda. Pero no podría decir que es un galán.

—Te considerás un músico de rock. ¿Escuchás solo rock?

—Escucho de todo. En realidad, ahora que te escucho repetir lo que yo dije, hasta me avergüenzo. Yo me considero… No me considero nada, ni siquiera me considero músico. Me gusta hacer cosas y punto. Escucho música desde chico, de todo tipo. De música clásica hasta el punk rock más podrido, salsa, cumbia. En realidad escucho canciones. Escucho una canción que es genial y la canta no sé, Cristian Castro, y me gusta la canción. No tengo opción ahí.

—Para no considerarte músico, has tenido un reconocimiento impresionante, tanto solo como con los Cadillacs. ¿Cómo te llevás con el reconocimiento que tiene que ver con un objeto que llevás a tu casa?

—Lo que pasa que en mi casa las cosas pasan por otro lado. En mi casa están mis hijos, mi esposa, mi jardín, mi guitarra, y no hay mucho lugar para eso.

—Quizás tu madre es la que repara más en eso.

—¡Mi mamá sí! Todo el tiempo. Me dice que soy una estrella del rock. Yo tengo 50 años, mi vieja está chapita, todavía me sigue viendo como si fuera un niño.

—Después está el otro reconocimiento, el que te ha vuelto como una voz inevitable. Tus canciones suenan en todos lados, hasta en la cancha.

—Ahí sí me pongo más contento. Que mis canciones suenen en la cancha es un honor, un honor total. Una cosa que vos hiciste en tu casa una tarde que estabas al pedo, y después eso está en la cancha. Aparte yo voy mucho a la cancha y no la puedo creer cuando me pasa.

—Debe ser muy raro estar ahí y terminar cantando una canción tuya con otra letra.

—Es rarísimo. Como que hago que eso no tiene nada que ver conmigo, pero me vuelvo loco. Me da mucha alegría. Y también me da mucha alegría haber encontrado una voz propia, porque es un trabajo que inconscientemente uno hace durante un montón de tiempo. Encontrar una voz propia también es encontrar tu propia personalidad, tu propio modo de ver la vida. Es un camino larguísimo que no se termina nunca; no es que yo ya me encontré a mí mismo.

SABER MÁS

Último acto en el Teatro de Verano.

"El Teatro de Verano es especial, no es cualquier lugar. Es de esos lugares a los que uno quiere ir a tocar. Hay verde alrededor, cerca del río. Es el paisaje perfecto", dice Vicentico previo a su llegada a Uruguay. El próximo 2 de octubre a las 21.00 en el Ramón Collazo el argentino llegará con su banda para brindar un show que no sabe cómo será, porque esperar a ver cómo está el día y dejar que eso lo condicione para elaborar el repertorio. Las entradas para el show se venden en Red UTS y cuestan entre 640 y 1.590 pesos.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
"Me interesa más lo repentino del rock, aunque parezca que haga canciones pop"

Entrevista exclusiva con El País previo a su showBELÉN FOURMENT

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

musicaTeatro de VeranoVicentico

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad