El sábado pasado Maia Castro volvió a subirse a un escenario noruego, donde dio inicio a su tercera gira por Europa. Acompañada del bandoneonista Nario Recoba y de Horacio Di Yorio, su pianista, director musical y traductor, la tanguera montevideana emprendió otro extenso tour por Europa.

Culminará el 14 de julio y la llevará por primera vez a Milán —en el marco de la Expo Milano que se realiza entre mayo y octubre—, a Stuttgart y Bremen, entre otras ciudades alemanas, y al Festival de Tango de Finlandia, el que más expectativa le genera.

"Va a ser una experiencia interesante, porque es una movida increíble de gente. Hay un escenario que se arma en la calle, donde se hacen recitales y se congrega muchísima gente, y es la primera vez que lo abren para artistas internacionales", comenta entusiasmada sobre este evento, en conversación con El País.

Puede sorprender a muchos, pero Finlandia tiene una cultura de tango muy trabajada, aunque muy distinta a la rioplatense. Según Castro, se parece más a las marchas militares, porque el ritmo es mucho más marcado. Ese compás más duro no les impide bailar, costumbre que se replica en las distintas ciudades europeas que le ha tocado visitar.

"Te preguntan si se puede bailar durante el show y es algo importante para ellos. Y bailan de todo. El año pasado fui a Polonia y quedé súper impactada de eso. Hay talleres de tango, la gente baila bárbaro", señala. En Alemania, por ejemplo, pasa lo mismo, pero no le sorprende tanto. Solamente en Berlín se realizan 100 milongas por semana, la mayoría regenteadas por inmigrantes argentinos o uruguayos.

Maia Castro le dedicó un tiempo a interiorizarse en el baile, pero un esguince de tobillo la alejó de esa práctica. Aun así, disfruta la danza sobre el escenario, y el estudio básico y la participación en milongas le sirvió para desempeñarse sobre el escenario. Pero lo que mejor le sale es cantar.

Castro acaba de lanzar su cuarto disco y el primero en vivo, Milongas, tangos y otros vientos en vivo (Bizarro, 2015), que combina algunas presentaciones en Autores en Vivo con otras en la Sala Hugo Balzo, realizadas en octubre del año pasado. Con una mirada crítica hacia sus tres trabajos anteriores —Maia Castro (2007), Lluvia inerte (2009) y De saltos y otros vientos (2012)—, percibe que está "mucho más suelta", pero no reconoce personas distintas a nivel artístico en el proceso. Sigue siendo ella.

"He madurado un montón, he ganado un montón de confianza, sobre todo a la hora de presentar mis canciones. Es un desafío distinto, te exponés mucho más porque la que estás hablando sos vos", reconoce. Pero no hay mucho misterio en lo demás. En Maia Castro era una jovencita con ganas de registrar el show que venía haciendo solo con un guitarrista hacía dos años, y que tiene una impronta de tango clásico bien definida y estructurada. A partir de Lluvia inerte eso varió, porque su banda fue tomando forma, y en De saltos y otros vientos los músicos se vuelven protagonistas.

"Fue un proceso de búsqueda", reconoce Castro, a través del que logró moldear un estilo sin buscarlo. Al margen de que continúa versionando clásicos ("Volver", de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera, aparece en el álbum en vivo), es en sus propios tangos que se reconoce la evolución. Sus canciones están cargadas de una actitud rockera y eso moderniza al tango, haciéndolo mucho más accesible y despojándolo de prejuicios. Esa palabra que prácticamente no existe en el léxico de Castro.

"Nunca me puse en la cabeza dar mi visión del tango o querer ser innovadora", afirma, y asegura que nunca tuvo barreras para encarar el tango. "No me preocupa mucho si estoy haciendo lo que hay que hacer, lo que está establecido. Esas cosas no me gustan, ni en mi vida ni en lo que tiene que ver con la música", dice entre risas. Al principio sí sintió que cierto sector del público rechazaba que una mujer joven se atreviera a cantar tango, pero no le dio demasiada importancia. "Eso que dicen que el tango te llega después de los 30 no me pasó. Escucho tango, de verdad, desde muy chica. Tengo el recuerdo patente de ser adolescente, poner discos de tango y escucharlos".

A Castro se le hace difícil decir si este disco le gusta más o menos que los anteriores, sobre todo porque De saltos y otros vientos la dejó muy satisfecha. Pero registrar su trabajo en vivo era una necesidad que había que saciar cuanto antes. Tanto ella como su banda sienten que lo que se vive en los shows no había logrado ser trasladado a un álbum. Claro, hasta ahora. "Es un disco muy sincero; está vivo, literalmente", destaca sobre Milongas, tangos y otros vientos, en vivo.

Milongas... recopila un repertorio hecho mayoritariamente de composiciones de Castro, algunas con "un dejo oscuro" y otras "de amor feliz, tranquilamente". Entre las 13 elegidas aparecen dos de las canciones que más la identifican: "El lobo", que compuso Federico Lima y se la cedió; y "Olvido", una de las suyas, en la que canta: "Sé que duele mi olvido/ Más te duele olvidar".

No faltarán esas en esta gira por Europa que ya está en curso, en la que tiene tiempo para comprobar algo que la completa: "el idioma en la música no es una barrera. Vos podés transmitir un montón de cosas, y lo entieden".

Junto a Nario Recoba y Horacio Di Yorio (quien oficia de traductor, pues ella no habla inglés), Maia Castro recorrerá siete ciudades europeas, y en algunas hará más de una fecha. Las presentaciones las reparte entre salas, centros culturales y cafés, y prefiere evitar los restaurantes, "aunque alguno siempre se cuela". Claro que en esta ocasión participará de un evento sumamente masivo como será el Festival de Tango de Finlandia, que hasta tiene un programa de televisión al que ella irá. La audiencia de ese ciclo asciende a las 400.000 personas, asegura. Es una época mala para ir, reconoce Castro, porque el verano acaba de llegar a Europa y los habitantes huyen de las ciudades. Pero no importa. Económicamente, sus tours han sido siempre sustentables: "las giras a veces son redituables y a veces no. A mí me ha ido relativamente bien. Siempre voy a riesgo, pero por lo menos se empata. Eso es fundamental".

Casi en simultáneo con Maia Castro, Mónica Navarro editó Tríptica en vivo (Bizarro, 2015), otro disco de tango en vivo hecho por una mujer. No es ese el único punto en común con el flamante trabajo de su colega: ambas comparten a Recoba en bandoneón y a Di Yorio en piano, arreglos y dirección musical. Tríptica registra el espectáculo realizado en noviembre del año pasado en el Teatro Solís, y su mayor problema está en su duración, de apenas media hora. Muchos le han reclamado a Navarro, desde su salida de La Tabaré, que vuelva al rock. Pues bien, en este disco cumple con los pedidos, llevando a tango "Sasha, Sissi y el círculo de baba" de Fito Páez, "Mañana en el abasto" de Sumo, y "Durazno sangrando" de Luis Alberto Spinetta. De todas sale con la frente en alto, imprimiéndoles un sello muy personal y dándoles una impronta teatral que los exalta. En el resultado final también hay una responsabilidad importantísima de Di Yorio y Eduardo Mauris, sobre quienes recayeron los arreglos. Además, Navarro presenta dos composiciones propias (hasta ahora se ha mantenido en el sitio de intérprete) que muestran distintas facetas. Por un lado está "Línea B", un tango dramático con perfil de balada, y otro que roza con la milonga y es simpático y entretenido, "Influenza". De la obra de Navarro se desprende que su carácter determinado y una voz potente son sus mayores armas para continuar abriéndose camino en el tango, un género que pareció aparecérsele como un capricho y al que terminó abrazando.

La cantante editó su primer disco en vivo y comenzó su tercera gira por EuropaBELÉN FOURMENT