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Trotsky Vengarán, Juan Wauters y la crónica de una conquista uruguaya en México

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Trotsky Vengarán en Ciudad de México. Foto: Instagram @segundopisolive

Ahí estuve

La banda y el cantautor tocaron recientemente para sus fans mexicanos, y El País estuvo ahí

Juan Wauters dice que quiere hacer un experimento social, que lo viene haciendo en todos sus conciertos, y entonces canta la primera estrofa de “Disfruta la fruta”, uno de los temas nacidos e inspirados directamente por México, y que forma parte de su disco La onda de Juan Pablo (ayer sacó otro disco, Introducing Juan Pablo, y está bárbaro). Nunca explica de qué va el experimento, pero básicamente pretende que personas sueltas del público sean capaces de recitar esas primeras líneas de una canción tan naif como adictiva. Wauters insiste, una y otra vez entre canciones, y recorre el público con el micrófono en la mano, pero nadie acierta. Al cabo de dos horas larguísimas de show, todos nos sabemos de memoria y somos capaces de cantar en perfecto coro eso de “Disfruta la fruta, un camión por la ruta te trajo a ti la fruta hoy”, pero nunca nadie podrá cumplir con su propósito.

Este experimento fallido pasa un día a principios de mayo en el Multiforo Cultural Alicia de Ciudad de México, un espacio que se ha convertido en impulsor de la movida cultural independiente de la ciudad, con propuestas que atraen a extranjeros, ya sea que estén de paso o radicados allí. La fachada azul del Alicia está cubierta de afiches de corte feminista que dejan en evidencia cuáles son las causas por las que militan quienes allí se reúnen, quienes allí trabajan.

Para ver a Juan Wauters, que compartió la fecha del 3 de mayo con el local Axel Catalán (vayan y escuchen, no tiene desperdicio), el Alicia estuvo lleno de un público entusiasta. Allí, este uruguayo que de adolescente se instaló en Queens, Nueva York, y que ya de adulto empezó a conquistar muy de a poco a sus propios compatriotas, parece tener su lugar en el mundo: porque Juan Wauters está reloco (“LOCO FOLCLORE ROCK N ROLL”, dice su perfil de Instagram), y la verdad es que los mexicanos también.

Esa locura compartida debe ayudar a que esos cientos de mexicanos que están delante de él le celebren todo, lo ovacionen, le pidan canciones, una atrás de la otra. En el medio, Wauters corre de acá para allá en el escenario, tan rápido, tan fuerte, que parece que se va a dar contra las paredes.

Aplaude y grita: “¡Dale, dale!” como si estuviera en la tribuna de algún partido de fútbol. Se come una banana que alguien le alcanza. Canta a capella los versos de una canción que, creo, sigue inédita, y accede a los pedidos de un fanático que de tan enfervorizado que está, lo pone nervioso. Y toca una parte enorme de su repertorio, incluyendo su versión en inglés de “El hombre de la calle” de Jaime Roos, e “Y hoy te vi” de Eduardo Mateo, ambas a pedido de algún mexicano con cervezas de más. Será un lugar común emocionarse escuchando a Mateo en voz de otro uruguayo bastante singular a miles de kilómetros de casa, pero esta cronista no pudo evitarlo.

En el cancionero bilingüe de Wauters conviven la canción popular uruguaya, el rock indie, la ternura beatle y tantísimo más, y unas letras enfocadas en lo cotidiano y el relato costumbrista, con la repetición como recurso. Sus temas tienen una veta aniñada, infantil, y se vuelven un bucle que en vivo resulta abrazador. Y eso sólo se potencia y se disfruta más si es entre mexicanos entregados a una figura uruguaya que todavía está emergiendo.

punk

Una noche de rock

La primera quincena de mayo significó una pequeña invasión de música uruguaya en México. Además de Wauters, la cantautora Alfonsina estuvo girando por algunas ciudades, y su colega Belén Cuturi, radicada hace algún tiempo en Ciudad de México, se presentó en el Foro del Tejedor. Y también estuvo Trotsky Vengarán, que recorrió varios puntos del país y llegó hasta Miami, junto a los colombianos de Tres de Corazones, para concretar nueve shows en 12 días. El dato de color: una de sus presentaciones fue exclusiva para La Monumental, la contundente barra del Club América que adoptó a Trotsky como banda, y que literalmente tomó el escenario para festejar 20 años, entre bengalas y banderas.

Trotsky cerró su recorrida por la Ciudad de México el 1° de mayo en Segundo Piso, un bar instalado en una casona antigua y repleto de fotos de David Bowie. Al fondo del escenario, un sol del tipo de la portada del primer disco de No Te Va Gustar, con la cara atravesada por el rayo del Aladdin Sane, ofició de soporte para el que un rato después de terminado, los propios Trotsky calificarían como el mejor show de la gira hasta entonces: un show para disfrutar o, lo que ellos mismos piden en uno de sus últimos hits, una buena noche de rock.

Trotsky tiene, igual que Juan Wauters pero de hace más tiempo, un público fiel en México que en Segundo Piso se cantó todos los temas que integraron un repertorio precioso (disculpen la falta de objetividad en ese calificativo). Una pareja de uruguayos, con bandera y remeras de la selección, destacó entre unos cientos de locales que hicieron pogo, corearon, tomaron muchísima cerveza, y después se llevaron sus fotos y autógrafos de Guillermo Peluffo y compañía.

El América también estuvo presente: un hombre y una mujer se alternaron una bufanda que permaneció siempre extendida en primera fila, como marcando el territorio. Pero el protagonismo se lo llevó el niño que subió a cantar y saltar “1° de mayo”, un niño fan que veía por primera vez a su banda favorita, y que fue un condimento más para una fiesta de punk uruguayo en suelo mexicano. Las remeras con los logos del Cuarteto de Nos o La Vela Puerca daban cuenta de las distintas escalas de la conquista musical al norte de América, pero las caras de felicidad confirmaban que el fanatismo no necesita ni de masividad ni de fronteras.

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