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Toto Yulelé habla de "Una casa", el disco que grabó en pandemia y que más lo refleja

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Toto Yulelé. Foto: Rodrigo Vique

ENTREVISTA

El músico uruguayo Rodrigo Odriozola lanzó su tercer disco, editado por Los Años Luz, y lo tocará en vivo el 19 de agosto en El Hormiguero

"Hay que acoplarse a las circunstancias y sacarle provecho”, dice Rodrigo Odriozola en charla con El País. Odriozola es Toto Yulelé, músico uruguayo nacido en Mercedes y radicado en Montevideo que acaba de lanzar su tercer álbum, Una casa, en el que profundiza en su camino de cancionista mientras define un estilo propio.

Hay que acoplarse a las circunstancias y sacarles provecho, dice, porque Una casa estuvo atravesado por la pandemia del coronavirus y a lo mejor no es el disco que preveía hacer, pero sí el que hizo y en el que más se encuentra. Un álbum colectivo que trabajó en la soledad de su estudio casero, y que estuvo guiado por la espontaneidad y lo no buscado.

Una casa, el sucesor de Jugar (2013) y De cuando aluminé (2017), es el primero que edita junto al sello argentino Los Años Luz, que en su catálogo ya alberga a artistas uruguayos como Martín Buscaglia o Ana Prada. “Hace mucho que voy a tocar a Buenos Aires, con esta militancia de ir a plantar semilla, y es una experiencia relinda estar respaldado por un sello tan mítico. Veo el catálogo y digo: qué honor”, dice Yulelé.

Una casa es hijo de sus circunstancias. El cantante y guitarrista tenía pensado hacer las maquetas de los temas en su home studio, sí, pero luego planeaba reunir fondos para grabar en un estudio propiamente dicho y con una instrumentación austera. La pandemia lo llevó a intentar grabar todo el material en su casa, y en el camino aparecieron un montón de músicos y colegas que, a distancia, mandaron sus aportes.

Así, el disco pasa de una instrumentación mínima a un carácter más rockero, con bajo y batería, y rompe con la linealidad a través de los matices, ese elemento lúdico que ya es inseparable de la obra de Yulelé.

“Para mí jugar es cosa seria, como juegan los niños, donde no hay una subestimación del acto del juego sino que es la cosa más seria que te está pasando en ese momento. Lo lúdico tiene que ver con eso; intento relacionarme con la música como si fuera un juego. Y siento que cuando uno logra conectar con su música al final lo que hace es conectar con ese estado”, explica.

Sobre Una casa en particular, Yulelé dice que se encontró “muy a gusto” con esta forma de trabajar que le impuso la pandemia, que le dio “más tiempo de experimentación”. Ahora empezará el camino de llevar estas canciones al vivo, el jueves 19 a las 20.00 en El Hormiguero Bar (San Salvador 1644) y en compañía de la música Iter Mansilla.

El mercedario, que entiende que su obra tiene una influencia más explícita de Montevideo en lo sonoro, en su enamoramiento con el candombe por ejemplo, y más implícita del campo —en la calma a la hora del decir, en “el temple”—, confiesa que este disco es el que mejor lo refleja.

“Me fui sorprendiendo con el proceso pero tuvo que ver con encontrarme conmigo; siento que en este disco es la primera vez donde me veo reflejado yo más puramente”, asegura. “Siento que estoy empezando a encontrar algo de lo que puede ser mi camino compositivo, a encontrar una forma de decir en la que me siento más cómodo e identificado”. En ese sentido, Una casa es un disco de hogar y de aprendizaje.

“Aprendí a cuidarme, a poner el pecho, a parar las balas, a pagarme el techo”, son los versos de “Lo que aprendí” que abren el álbum, y eso marca el paso de este material.

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