El exitoso dúo estadounidense recrea de forma visceral el garaje rock, blues y el soul.
Suena paradójico, pero parece que hoy en día uno de los caminos para ser considerado moderno pasa por ser antiguo. No viejo, eso sigue siendo pecado en el lustroso mundo del rock.
La banda estadounidense The Black Keys, tiene mucho de esto. Por ejemplo, Gold In The Ceiling, que evoca como blues blanco que es a Canned Heath; mientras que Howlin' For You parece en su arranque el mismísimo inicio del Rock and roll de Gary Glitter, y Dead And Gone apela a The Clash. Y la lista sería más larga. Son influencias, como mínimo, de los setenta. ¿Algún problema? ¿quién dijo que había que revolucionar la música para ser algo?, ¿dónde está quién asevera que para triunfar has de ser como una troupe perfil Arcade Fire, cuando con un simple dúo puedes hacer tanto ruido como ellos? Nadie.
Ni los mismísimos Dan Quine Auerbach -guitarra y voz- y Patrick Carney -batería- lo pensaban cuando hace 15 años enviaron una maqueta a Patrick Boissel para que éste se la editase en su sello Alive Naturalsounds Records. Lo hizo, y el dúo, guitarra y batería, comenzó a hacerse un hueco, insignificante, en el ámbito del rock y blues más crudo. Actitud y fiereza, energía y convencimiento es lo "único" que tenían The Black Keys allá por la primera década del siglo XXI, cuando The White Stripes se lo comían todo en minimalismo de un rock agreste, áspero y crudo.
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Discos como Thickfreakness (2003), Rubber Factory (2004) y Attack And Release (2008) hicieron camino, pero por razones que algún día alguien descubrirá, el dúo llegó al que no era su mercado natural con Brothers (2010), una obra que acabó siendo un regalo de Navidad, para muchos que compran discos sólo por Navidad.
La vuelta a las raíces en medio de tanta tecnología digital al servicio del glamour, hace a muchos fanáticos del rock desear que viva lo analógico y las cintas de bobina; para un sonido identificable de garaje rock, blues y soul debidamente triturados, poco artificiosos y "auténticos".
The Black Keys llegaron a los premios Grammy (seis, de momento), al reconocimiento y a la confirmación mediante El camino (2011), disco que se abre con una oda al buen riff, en el tema Lonely Boy. Son, sin dudas, una de las bandas de rock del momento.
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