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"No soñé cantar profesionalmente"

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Martín Segovia. Foto: Darwin Borrelli.
Darwin Borrelli

Desde chico quería ser profesor o, por qué no, piloto comercial, pero su pasión por la música fue más fuerte. Sin saber bien por qué terminó integrándose a la banda de cumbia Ágata aunque renegaba del género, después se radicó en Argentina e integró Bandidos y luego fue la voz principal de Sonido Caracol, uno de los exponentes más fuertes de la cumbia del interior.

Ahora está radicado en Melo y, como cantante solista y a días de haber sufrido un accidente, Martín Segovia llegará a Montevideo acompañado de 12 músicos y algunas sorpresas: el viernes 16 de septiembre presenta el show A solas contigo en el Teatro Metro. Hay entradas en Abitab desde 350 pesos.

—Hace algunos días tuviste un accidente automovilístico con tu banda. ¿Qué pasó?

—Eran las ocho, íbamos de Tranqueras a Melo, de regreso a casa, y se partió el eje. La rueda del lado derecho quedó sin control, el vehículo tomaba el rumbo que quería y la velocidad y el peso que traía hicieron que derrapara.

—Y tuviste que enfrentar las redes sociales, donde incluso se dijo que habías fallecido.

—La gente fuera de las redes sociales dice cualquier cosa, imaginate teniendo esa opción. No me considero un sabiondo, pero después de 16 años he enfrentado un poco de todo, no me asombra.

—También te habrán manifestado apoyo por esa vía...

—Las negativas fueron las menos. Está en uno también saber a qué aferrarse. Si te ponés a dar explicaciones... Igual, sin intención de culpar a nadie, el estado de las rutas es complicado. En enero yo tuve un accidente en esa ruta.

—¿Cuántos shows hacés en una noche?

—Últimamente un par.

—¿Siempre en el interior?

—Más que nada.

—Entonces la llegada al Teatro Metro es un desafío.

—Sí. Después de tantos años de carrera, decido aventurarme a esto a ver qué sucede.

—Contame de tus inicios.

—Empecé a cantar (se ríe) con una guitarra criolla, porque mi papá tocaba y me fue transmitiendo conocimientos. El ser humano trae incorporado el gusto por cantar, por manifestar algún tipo de arte. Después, la inquietud por escribir canciones surgió sin proponérmelo: llegó un momento que andaba con una hojita y algo con qué escribir y me surgían cosas, pero me parecía que no servían. Es más, hay canciones que presento ahora que las tengo escritas hace 17 años. Bueno, nunca soñé con cantar de manera profesional.

—¿Cuándo empezaste a tomarlo como un trabajo?

—En ese proceso de escribir canciones de desamor, me di cuenta de que por ahí era mi camino. Tenía un primo al que le gustaba cantar y decidimos hacer un dúo. Cantábamos covers, y el primer trabajo se nos da en un shopping por el Día de la Madre. Ese día uno de los integrantes del grupo Ágata me invita a sumarme y fue gracioso, porque lo miré y le dije: "te reagradezco, pero te juro que ni ahí con la cumbia".

—¿Por qué aceptaste?

—Porque me insistió meses y accedí para que viera que realmente no me interesaba. No sé qué fue lo que pasó, pero fui a Rocha con ellos a un boliche y de buenas a primeras estaba cantando en el escenario. Ahí hice una evaluación y dije: independientemente del género lo que me gusta es cantar. Al fin de semana siguiente ya era parte de la banda.

—¿Cuántos años estuviste?

—Seis años.

—¿Y mostraste tus temas?

—Con ninguno de los grupos en los que estuve llegué a mostrar lo mío, tenía recelo.

Si no puede ver el video, haga click aquí.

—¿La cumbia te terminó gustando o te acostumbraste?

—Creo que me acostumbré. Yo soñaba con ser profesor de Educación Física o piloto comercial, y en un momento me di cuenta que estaba viviendo, pagando mis cuentas y generando mis ingresos a través de la música, de los bailes. Ahí tomé consciencia de que esto era mi trabajo. Fue una sucesión de hechos casuales.

—¿De Ágata te fuiste?

—Recibí una invitación del grupo argentino Bandidos, terminé unos compromisos que tenía acá y me fui un año. El mercado es mucho más amplio; arrancabas los miércoles a tocar y terminabas el lunes. Fue una experiencia de vida.

—Después de ahí llegaste a Sonido Caracol.

—Sí, a raíz de la salida de Chacho Ramos recibí la invitación y estuve casi siete años.

—¿Qué te llevó a alejarte y empezar con tu proyecto?

—Ya no me sentía cómodo, no me sentía útil para Caracol y sentía que había cumplido un ciclo. Lo planteé y no hubo inconvenientes mayores, fue una situación precipitada pero insostenible a nivel personal. Antes yo tenía ganas de que llegaran los viernes y ahí ya no quería, era un sufrimiento.

—¿Te ha costado presentarte como Martín Segovia?

—Caracol me permitió catapultarme, si bien había una trayectoria anterior. La gente sabía quién era Martín Segovia pero Caracol fue la frutilla.

—En el interior es una de las bandas más fuertes.

—Claro, y Chacho había dejado una huella muy marcada. Y en los años posteriores, con altos y bajos, ha afectado la situación económica del país, pero en el acierto o en el error, estoy siempre contento y feliz de hacer lo que quiero. No por decir hago lo que quiero, sino por estar seguro. Pero siempre hay un margen de error.

—¿Pero vivís de la música?

—Pura y exclusivamente.

—Al final nunca estudiaste para ser profesor o piloto.

—(Se ríe) Nunca, pero hice un curso de cocina.

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Martín Segovia. Foto: Darwin Borrelli.

MARTÍN SEGOVIA

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