Cuando la grilla del Primavera 0 2015 se anunció, unos cuantos uruguayos se entusiasmaron con la primera visita de Chemical Brothers a Uruguay. Los reyes de la electrónica, una leyenda viva dentro del género, iban a llegar al Velódromo para sacudir Montevideo con su show.

Entrando en la madrugada del miércoles, con el cuerpo todavía vibrando y los sonidos expandiéndose por todo el Parque Batlle, ese entusiasmo se vio justificado, satisfecho y, para esta cronista, superado.

Si el inicio del festival había trastabillado y Belle and Sebastian habían pasado del Teatro de Verano a tocar en La Trastienda, y por si fuera poco en una noche de lluvia (aunque el espectáculo final fue muy bueno), el cierre fue el mejor que se podía esperar. La noche, cien por ciento primaveral, fue cómplice de una fiesta. Una fiesta que podía parecer no apta para la Montevideo rockera que solo agota entradas si de algún Beatle o de los Stones se trata. Pero que hizo vibrar a la ciudad durante cuatro horas, y la hizo bailar.

Para cuando los británicos de Hot Chip empezaron a desparramar sus canciones sofisticadas y alegres, ya había miles bailando en el suelo del Velódromo, todavía integrándose, entrando en clima y pensando en lo que iba a venir.

Los Hot Chip son una de las bandas del momento. Tienen 15 años tocando, pero el disco que editaron este año, Why make sense?, les permitió romper nuevas fronteras y llegar a Uruguay con su fiesta. Y tienen a Alexis Taylor, enorme vocalista y frontman.

Y vaya si fue fiesta. Los británicos hicieron coreografías, combinaron canciones propias y remixes de ajenas (se fueron cruzando a Bruce Springsteen con LCD Soundsystem con mucha clase) y repitieron "Gracias Montevideo" con acento español, del español de España.

Todo ocurrió con extrema puntualidad, hecho cada vez menos común en materia de shows locales, pero siempre bienvenido. Los Hot Chip se bajaron del escenario una hora después de haber subido y el uruguayo Daniel Anselmi se encargó de mantener el clima que se había generado.

Poco después de las 23:00, Tom Rowlands y Ed Simons aparecieron entre humo y luces para hacer lo que saben hacer: enloquecer a la gente.

Abrieron su show con "Hey boy, hey girl" y dieron paso a su aplanadora puesta de sonidos, potencia, luces y visuales que se prolongó hasta entrada la madrugada y que siempre mantuvo un altísimo nivel.

Incluso cuando su actuación se vio interrumpida varios minutos por un desperfecto técnico, el público ya había entrado en el mundo Chemical Brothers y no se perturbó demasiado. Recibió al dúo de vuelta con uno de los pocos aplausos de la noche, pues en estos shows el artista no necesita palmas para saber que está haciendo las cosas bien: le basta ver a la gente bailar, y la vieron bailar.

Los hermanos químicos manejaron los climas con su estilo único y tan aceitado. Hicieron estallar a la multitud con "Go", bailar en plan relajado con "Galvanize", y sumergirse en el viaje más denso con "Ill see you there". Y todo sin pretender protagonismo; si no se acercaban al borde del escenario a saludar, la atención se concentraba en la inmensa pantalla y sus imágenes, en muñecos de neón o en robots gigantes de notables movimientos. Una sucesión de estímulos tan magnéticos como irresistibles.

Ni el desperfecto técnico ni la escasa y caliente bebida a la venta, impidieron que los Chemical Brothers dieran el mejor show del año en Uruguay. Uno que fue explosivo y multicolor, y que difícilmente se olvide.

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