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Rossana Taddei: "En Uruguay podés tener reconocimiento, pero cada concierto es como si arrancaras de cero"

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Rossana Taddei presenta "Cuerpo eléctrico" en La Trastienda. Foto: Leonardo Mainé.

ENTREVISTA

Este viernes 24 de mayo, Rossana Taddei presenta "Cuerpo eléctrico" en La Trastienda y antes charló con El País

En el disco Cuerpo eléctrico(2018), Rossana Taddei volvió a una faceta rockera que recuerda a las canciones de La última tentación de Caperucita Roja (1988), su debut discográfico, que grabó con el grupo El Camarón Bombay, la banda que incluía a su hermano, Claudio en la formación. Retomando el impulso rockero, un ritmo funky y buenos riffs, el disco incluye enérgicas canciones como “Eso se sabe”, “La primera canción”, “Torbellino felino” y “Fábrica” (junto a Mandrake Wolf) que sonarán en vivo este viernes 24 de mayo en La Trastienda.

Este concierto será una ocasión especial porque se trata de la única presentación del año de Taddei junto a su banda, formada por Gustavo Etchenique (batería), Santiago Montoro (guitarra), Alejandro Moya (bajo) y Gastón Ackermann (trompeta y teclados). Además, Taddei contará con invitados como Eli-U Pena y el Coro Panambí. Las entradas se pueden conseguir a través de Abitab y van de 500 a 700 pesos.

Antes del show, Rossana Taddei charló con El País para repasar el proceso creativo del disco, la presencia femenina en festivales y la necesidad de generar instancias donde la población se interese por movimientos culturales.

—En abril firmaste, junto a varias mujeres, un comunicado en rechazo de la falta de presencia femenina en la Fiesta de la Cerveza. Luego se incluyó a Mónica Navarro y Laura Canoura en la grilla. ¿Cómo surgió el colectivo?

—Fue algo inédito y bienvenido. Si la carta generó una rápida respuesta es porque era necesaria. Muchas colegas dieron entrevistas y se están unificando criterios para tratar de visibilizar el tema. Para mí lo importante es la música y me interesa que tenga más presencia al igual que el resto de las artes. Estaría buenísimo que en Uruguay hubiera un plan muy enérgico donde se busque que la cultura pase al lugar que merece para poder generar un colectivo humano que tenga alimento espiritual. Hay un concepto de que la cultura es ir a la escuela, estudiar, aprender inglés, pero en realidad es mucho más que eso. Estaría bueno que cada núcleo familiar tenga el hábito de ir al teatro o a un concierto todos los meses. Hay varias salas que dan entradas. Tenemos que insistir en eso para poder modificar el resto de las cosas. Desde la política, parece que la cultura es lo que se recorta primero.

—Antes de que saliera el comunicado del colectivo, ¿habías sido invitada a muchos festivales en el interior?

—Muy pocos, los puedo contar con una mano. Me pasó que una vez llegué a uno y el equipo técnico saludaba solo a Gustavo Etchenique y a nuestro mánager, y a mí ni me habían visto, justo que casi mido un metro ochenta. Les preguntaban cosas a él sobre los equipos y yo no existía. Es una breve historia, pero pasa. Recién después de que canté me tuvieron en cuenta.

Cuerpo eléctrico nació de un crowdfunding. ¿Cómo te tomaste el apoyo de la gente en esta cooperación colectiva?

—Tuve mucho apoyo y fue una cosa bastante kamikaze porque no soy una gran internauta. Me metí porque había hecho un viaje a Suiza y mi guitarra se rompió en el avión. Cuando me encontré con alguien para que me la arreglara me dio su disco y me dijo que estaba haciendo un crowdfunding. Pensé en hacerlo y se juntó mucha gente. Vuelvo a presentar este disco porque siento que lo tengo que seguir tocando. Mi concepción es que una obra tiene dos partes: el espectador y el artista; y esa unión hace que se complete. Sin el público estaría en mi casa cantándole esas canciones a mi gato, a Cheché o a algún amigo.

—De cierta manera, el disco funciona como un retorno al sonido de El Camarón Bombay. ¿Lo sentís de esa manera?

—Sí, es un regreso al blues y al rock and roll. Me acuerdo que en ese momento, a finales de los ochenta, se generó una movida donde había festivales y bandas tocando todos los fines de semana. Era algo inédito porque veníamos del folclore y empezaron a aparecer bandas como Níquel, Los Estómagos, Los Tontos, Los Traidores, y El Cuarteto de Nos. En medio de todo ese movimiento estaba El Camarón Bombay, que quedó un poco escondido porque nosotros hacíamos como un latinrock, que es lo que hace La Vela: mucho caño. También usábamos congas.

—En la presentación de La Trastienda vas a invitar al Coro Panambí, formado por 40 mujeres. ¿Cómo es la experiencia de unir las voces?

—El año pasado me invitó a El Galpón a cantar un tema de Cuerpo eléctrico que se llama “Destellos”. Hicieron un arreglo precioso con su director, Rodrigo Faguaga. Quedé tan emocionada que las invité a La Trastienda. Cuando se canta en grupo se genera algo muy poderoso, porque la voz es el instrumento humano que pasa por el filtro del alma y del flujo de lo espiritual surge ese sonido.

—¿En qué momento sentiste que lograste encontrar una voz propia?

—Yo nunca paré de cantar. Venía desde los 8 años como todos los días a puro trapo y cuando llegó la adolescencia aparecieron otros timbres y falsetes. Creo que hubo una gran búsqueda entre los 18 y los 20, que son mis primeros discos, que ahora los escucho y me doy cuenta de las influencias que tenía. Me acuerdo de que Eduardo Darnauchans sacó una reseña de mi primer disco y decía que sería bueno que mis influencias fueran moviéndose hacia otro lugar. Que el Darno te diga eso es muy fuerte, aunque, entonces, no sabía exactamente qué hacer. Luego uno va soltando y puliendo las cosas, pero el camino es infinito.

—Qué bueno que Darnauchans eso de que haya reseñado tu disco.

—Sí, el Darno formaba parte de nuestros ídolos. Él forma parte de una gran familia donde están mis referentes, que soy de una generación bisagra. Ahora está la nueva generación, que algunos otean hacia nosotros y otros todavía no han tomado la raíz. También hay muchos jóvenes que tienen la apuesta en el exterior y componen en inglés. Culturalmente estamos muy flojos para que exista un fuerte impacto en que el uruguayo valore su cultura como lo hace el brasileño.

¿Cómo te llevas con las nuevas generaciones? ¿Te han invitado a tocar?

—He tenido varias invitaciones de bandas locales. Estaría bueno que se diera un poco más de interacción, aunque no es fácil porque cada uno está llevando adelante su proyecto y eso requiere mucha energía. Te doy un dato: en Uruguay podés llegar a un sitio donde te reconocen pero para cada producción y concierto es como si arrancaras de cero. Es agotador pero a la vez te tonifica porque no podés bajar los brazos en ningún momento.

—¿Qué esperás del recital del 24 en La Trastienda?

—Espero que se llene el lugar. Va a ser el único concierto del año con la banda completa. Mi deseo más amplio es que haya una revolución para que todo el mundo quiera ir a ver cultura. En otros países la gente es más curiosa, acá nosotros no tenemos esa costumbre. El cielo interno de cada persona sería distinto si por lo menos te alimentaras de un obra y un concierto por mes. Eso te puede motivar a leerte un libro que va enganchado con eso y se lo recomendás a alguien. Es mucho mejor que estar hablando del otro.

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