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La religión de Los Nuevos Creyentes

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Matías Singer

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Antes del show de hoy, Matías Singer habla de su banda

Matías Singer
Matías Singer de Los Nuevos Creyentes. Foto: Lois Artigas

Matías Singer actúa, dirige, produce, hace locuciones, compone bandas sonoras, y hasta ha producido un festival gastronómico. Ahora está haciendo la serie Todos detrás de Momo (un policial murguero), y la ficción Los demonios, sobre una banda de rock a la que un mánager vuelca para la cumbia pop, para el canal argentino UN3 TV. Es, dice, como una araña: agarra de todo y en lo posible, cosas que le gusten.

Pero hay un único requisito: que siempre, entre un montón de funciones circunstanciales en las que se desempeña, haya tiempo para su banda, que hoy es su principal prioridad.

Es cierto: Los Nuevos Creyentes se mueve en el under, no genera dinero y a veces llega a los shows con un mínimo de ensayos. Entonces en la agenda diaria no es prioridad, pero lo es para él y, está convencido, para los otros cuatro integrantes.

“La música es remisteriosa, porque la escuchás pero no la ves”, dice Singer, que ensaya fallidas explicaciones para terminar en que “la banda me gratifica desde un lugar que no sé cómo poner en palabras”.

Para el cantante y guitarrista, al final, Los Nuevos Creyentes es religión, es de alguna manera una cuestión de fe. Y para un pequeño público montevideano, es una de las bandas nuevas más interesantes que hay. El disco editado el año pasado, El sonido bendito, se coló en las listas de los mejores álbumes del año de varios medios (El País incluido), y sorprendió con una propuesta psicodélica y atrapante, que remite a los Chicos Eléctricos y bandas de esa corriente, que son pocas pero buenas a lo largo de la historia del rock uruguayo.

Hoy hay una chance de verlos en vivo: tocan a las 22.00 en Bluzz Live junto a Vincent Vega, y hay entradas en venta en el sitio RedTickets, a $ 300.

“Venimos de la misma escena de Hablan por la Espalda, y de pendejo, en mi casa se escuchaba pila a los Chicos Eléctricos y a Buenos Muchachos”, dice Singer, y se remonta a una época en la que sus hermanos mayores (uno de ellos es Daniel Hendler) lo deslumbraban con sus camperas de cuero, su pelo largo y el rock. “Veía a los músicos como superhéroes”, asegura.

Con esa inspiración, Singer empezó a tocar y pasó por una cantidad de proyectos (Culpables fue el más estable, Luz Mala el antecedente directo de Los Nuevos Creyentes; y su período solista, el fin de su timidez en el escenario) hasta llegar a este, el que más lo satisface y que es producto una búsqueda de ratones de biblioteca.

“Queríamos lograr ese sonido garagero y psicodélico, más de las bandas que empezaron a copiarle a los Rolling pero no le salía muy bien, porque no eran buenos músicos, igual que nosotros. Y tenían que buscar alguna cosita distinta para complementar esa torpeza”, dice Singer, y menciona a la banda 13th Floor Elevators, que en su instrumentación tenía una electric jug, una especie de jarra que se percute con la boca, y que le daba un toque diferente al grupo.

—¿Y cuál es la jarra de Los Nuevos Creyentes?

—Un poco el teclado Farfisa y... (Piensa) ¡Es una buena pregunta! El Farfisa y los efectos, eso puede ser, y después creo que es el sonido en general. Pero no sabría definirlo análogamente a la botella de los 13th Floor Elevators.

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