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Esa rabia colectiva que se traduce en forma de canción

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Neil Young

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En The Visitor, Neil Young lo hace otra vez

Neil Young
"Already Great", del último disco de Neil Young

Para un hombre que ya hizo una de las canciones más lindas del mundo, superarse es casi una misión imposible. Y sin embargo, ahí está Neil Young otra vez, intentándolo y demostrando que aunque “Harvest Moon”, con toda esa pequeñez, sigue demasiado despegada en la cima de su propio repertorio, hay una fuente inagotable de melodías y de poesía que no ha dejado de darnos de beber.

Young, que al final se “amigó” con las plataformas digitales y puso su música otra vez on demand, venía de lanzar Hitchhiker, un compendio de grabaciones de 1976 que permanecían inéditas, y que le dan otro color a su repertorio. Y antes había publicado The Monsanto Years, uno de esos discos que entiende como conceptuales en tanto sirven para transmitir su enojo respecto a temas puntuales, concretos. Ya lo había hecho antes (con el gobierno de Bush, por ejemplo), y ahí volvió a usar su folk rock como bandera y como mensaje.

Entre The Monsanto Years y este reciente The Visitor estuvieron, además de Hitchhiker, el en vivo Earth y el de estudio Peace Trail. Las estadísticas dicen que el canadiense tiene 39 discos hasta la fecha, aunque podrían ser mucho más, porque a esa compulsión grabadora es difícil seguirle el rastro.

Para este último disco, Young vuelve a aliarse con los Promise of the Real, la banda californiana que encabezan Lukas y Micah Nelson, los hijos de Willie Nelson, y que Young ha asimilado como una inyección de energía. Su mensaje gruñón y enamorado no ha cambiado mucho —vamos, es difícil no estar enojado en este mundo—, tampoco su sonido y mucho menos su voz, y sin embargo, hay algo fresco en este The Visitor que atrapa.

La agresividad, Young acá la plantea desde lugares más mordaces como en la oda a la tierra estadounidense de las promesas que abre el disco (“Already Great”); en los momentos irónicamente Disney o Glee de “Children of the Destiny”, o con el sampleo de voces y risas que son un recurso bien usado.

A la vez, amplia su rabia con mensajes más abiertos (el problema no es sólo Donald Trump), que llaman a la reflexión individual en función del vínculo con el colectivo, como la final “Forever” que suena a canción de despedida.

En el medio, la bowiana “Stand Tall”, la disparatada “Carnival” o el blues “Diggin’ a Hole” dan pauta de la honestidad de Young para con su música, sin necesidad de fusiones o featurings para asegurarse un lugar en los medios. Lo antecede una obra que obliga a prestarle siempre atención, y lo impulsa un mensaje de rabia que siempre vale la pena escuchar. Si al final eso es lo que nos gusta tanto del rock.

Ficha

The Visitor
Neil Young
DiscoThe Visitor
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¿Está bueno?Es difícil que a Neil Young las cosas no le salgan bien. No es lo mejor de su obra, pero hay buenos momentos

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