CRÍTICA
El pianista tailandés fue solista del concierto El nuevo Mundo realizado en la sala mayor del Teatro Solís
La Filarmónica de Montevideo conducida por Ligia Amadio inició la temporada principal con la Melga Sinfónica de Fabini que se estrenó el 11 de octubre de 1931 con la Ossodre dirigida por primera vez por el maestro Lamberto Baldi. A pesar de los intentos de algunos directores de rescatarla del olvido, las diferentes interpretaciones nunca consiguieron que el público la valorara como merece. Amadio brindó una versión memorable: la partitura más relegada de Fabini surgió remozada, ágil, fuerte y expresiva. La directora brasileña consiguió trasmitir la fuerza extraordinaria de los acentos, la diferenciación de los planos dinámicos y la admirable transparencia tímbrica.
Luego llegó el hermoso pero endiablado Concierto para piano y orquesta op. 38 de Khachaturian con el joven pianista tailandés Poom Prommachart. Fue compuesto en 1936 y se estrenó en Moscú el 12 de julio de 1937. En el programa de sala se dijo erróneamente que “la primera audición para América Latina fue dirigida en Montevideo por el propio compositor, con Hugo Balzo como solista”. No es así: la primera audición para América Latina fue el 24 de julio de 1948 cuando Balzo la estrena con la Ossodre dirigida por el argentino Juan José Castro.
Orquesta Filarmónica de Montevideo
Cuándo: 11 de abril
El 18 de agosto de 1957 Balzo volvió a repetir el éxito actuando con la misma orquesta conducida por el propio Khachaturian. Además de Balzo dos pianistas compatriotas lo interpretaron brillantemente, Carmen Navarro y Julián Bello. La versión de Prommachart fue magistral. La exuberante musicalidad del artista, la solidez de su técnica y, sobre todo, la fineza de su sensibilidad indican claramente que le espera un brillante futuro. Los prolongados y entusiastas aplausos del público los retribuyó con tres inolvidables bises: La Campanella de Paganini-Liszt, Vocalise de Khachaturian y el Estudio op 25 Nº 5 de Chopin. Amadio brindó un acompañamiento orquestal acorde al solista.
La velada cerró con una justa “Sinfonía al Nuevo Mundo” de Dvorak; mantenida por Amadio en un plano elogiable de precisión y colorido.