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Las Pelotas: canciones que salen del corazón

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"La genialidad de Las Pelotas es la que sale del corazón de cada uno", afirma.
Pablo D'Alo Abba

Después del fin del mundo es el nombre del show con el que Las Pelotas vuelve a Montevideo: el viernes a las 21:30 tocarán en Sala del Museo (Rambla 25 de Agosto y Maciel) cumpliendo con un clásico ritual, el de hacerle una visita anual al público uruguayo.

"Lo importante es poder encontrarse, compartir y disfrutar juntos lo que hacemos", dice en conversación telefónica con El País Germán Daffunchio, miembro fundador y frontman de una de las bandas en actividad más longevas del rock argentino.

El año pasado la banda vino a festejar sus 25 años; esta vez hay nuevas canciones por mostrar. Las Pelotas acaba de terminar la grabación de su nuevo disco de estudio, después de someterse a su habitual régimen de trabajo obsesivo. "Hasta que no encontramos el exacto color que tiene que tener cada tema no paramos", comenta Daffunchio, un hombre mucho más simpático de lo que su impronta seria aparenta.

Daffunchio es de esos tipos con los que se podría hablar horas: fue miembro de Sumo, la banda más revolucionaria de la música argentina y compañero de ruta del icónico Luca Prodan; fundó Las Pelotas junto a Alejandro Sokol para superar la muerte del italiano y luego, muchos años después, tuvo que reacomodarse como líder del grupo tras la salida (y posterior muerte) de Sokol.

Vive entre las sierras de Córdoba, saturado por la "pelotudez" de la ciudad y la intensidad de la vida (sobre todo nocturna) del músico; cuando su interacción con el ser humano llega al límite se refugia en las montañas. Y sigue eligiendo la autogestión como modalidad de trabajo junto a sus músicos.

Toda esa singular personalidad se refleja en la esencia de Las Pelotas, que el viernes volverá a Uruguay con sus clásicos y sus estrenos.

—¿Este disco que se viene, qué colores tiene?

—Va muy para arriba, tiene buena energía, bien direccionada. Después lo demás son Las Pelotas, ningún tema se parece a ninguno. Pero estamos muy contentos.

—Lo de la energía es una característica de la banda. Más allá de estilos, siempre hay una vibra que conecta al público. ¿De dónde sale?

—De la búsqueda de encontrar la forma de comunicarse con la gente. Nunca creí en el artista que sólo se limita a que la gente escuche su genialidad. Siempre me gustó mucho más la interacción; no contar mi historia sino contar la historia de todos. Quizás eso es lo que nos une, porque si en algo nos parecemos es en que somos todos seres humanos. A mí nunca me gustaron los artistas que siempre cuentan historias autorreferenciales. Tengo la certeza de que aunque nos creamos todos muy distintos en el fondo somos muy parecidos.

—¿Tu prioridad hoy es el mensaje o la música?

—Lo más importante es la totalidad de la canción. Yo creo mucho en la melodía. No es que uno tiene que dar cátedra de nada, porque también está la posición de: "ustedes tienen que hacer esto porque el mundo dice que". Yo trato de apostar a viajes más de adentro.

—La autogestión les ha permitido mantenerse al margen de esas posiciones.

—Sí, pero el hecho de no pertenecer al sistema discográfico tiene su costo también. Nosotros en Uruguay nunca hemos tenido una compañía que nos apoye para llegar. Tenés que tener una gran creencia en lo que vos hacés, te tiene que dar una gran felicidad y no te tiene que importar el éxito. Pero te digo, tiene su costo, no es algo fácil. La mayoría no se lo banca porque es muy duro.

—Pero el beneficio es mayor.

—No sé, no quiero decir que lo que hacemos nosotros es perfecto y los demás hacen las cosas mal. A mí personalmente me trae mucha tranquilidad, ¿viste? No me da vergüenza nada de lo que hemos hecho; al contrario, me siento muy orgulloso. Más allá de todo lo demás. Eso me parece que no es plata, que tiene que ver con algo de adentro de uno.

—Vivir lejos del entorno urbano, ¿tiene que ver con eso?

—No, vivo lejos de la ciudad porque las ciudades cada vez me gustan menos. Los artistas somos demasiado sensibles y me pongo de muy mal humor en la ciudad, veo tanta pelotudez, tanta injusticia, tanta locura, que no me hace bien y no me parece sano.

—Es una tendencia en crecimiento entre los músicos.

—Lo que pasa es que la vida del músico es intensa. De alguna manera se trata de buscar el equilibrio; si no buscás el equilibrio te caés. Es muy difícil mantenerse sin que se te queme la cabeza.

—¿Qué tan importante es el silencio para vos?

—El silencio es importantísimo. No sé si existe el silencio absoluto acá en la Tierra, pero hay muchas cosas importantes. El silencio, la tranquilidad, tener tiempo para escuchar la voz interna de uno. Generalmente en las ciudades no tenés tiempo, estás corriendo atrás de algo que no sabés muy bien qué es.

—En una entrevista hablabas de cómo a tu generación le faltaron referentes. ¿Cómo te llevás con el hecho de ser hoy un referente para alguien?

—No sé cómo me llevo. Está buenísimo poder orientar a los artistas, porque un músico no necesariamente es un buen empresario o sabe cómo enfrentar a los empresarios. Uno que vivió todo tipo (se ríe) de experiencias, por ahí ayudás a que no les pase lo mismo. Me parece buenísimo porque la vida del artista no es fácil y la alianza no es fácil porque siempre están los egos. El músico como que está obligado a ser un genio, y yo en todas esas cosas no creo para nada. La genialidad de Las Pelotas es la que sale del corazón de cada uno de nosotros.

—A su vez Las Pelotas está más allá de las identidades.

—Por eso te digo, trabajamos todos mancomunadamente y es maravilloso. Hay mucho diálogo entre nosotros y hacer arte en conjunto es fantástico.

—Así como vos pasaste de todo, la banda también. ¿Creés en eso de reinventarse, o superar lo malo se debe al impulso de hacer música?

—(Piensa) Es mi vida, ¿no? La música es una parte esencial de mi vida, y si algo uno tiene que aprender es que siempre hay momentos en que vas a caer, en que vas a llegar al fondo y siempre hay que tratar de salir y volver a luchar. Yo creo mucho en la actitud del guerrero, diría Castaneda; levantar el escudo y la lanza e ir adelante a pesar de todo. No entiendo otra forma de vivir.

—Ahora, en tu caso, después del final de Sumo tuviste que encontrar un lugar por donde seguir, decidiste seguir haciendo música y formaste Las Pelotas. Después tuviste que acomodarte como líder; con cada cosa tenías que ver qué venía y cómo pararte.

—Indudablemente. Pero estoy acostumbrado, mi vida fue así. Empecé en una banda de rock que lo único que queríamos hacer era tocar, y de golpe hicimos una revolución y me llena de orgullo. Sin saberlo la estábamos generando. Mi vida ha sido muy loca, pero si tengo que dar un consejo es que no hay que bajar los brazos.

—Sos bastante tranquilo para una vida tan loca.

—(Se ríe) Y bueno, la sabiduría en la vida es aprender de las cosas. Soy un tipo tranquilo pero adentro mío hay un ser que quiere hacer una revolución constantemente.

—Lo que generó Sumo, esa revolución, ¿la seguís viendo?

—Honestamente, no. El otro día me llegó otro libro más sobre Luca (Prodan, cantante de Sumo) y no paro de asombrarme de la cantidad de mentirosos que hay. Me asombra profundamente cómo un ser humano se transforma en mito, y en ese mito hay millones de historias todas falsas pero posibles para la gente. Pero por otro lado mi pasado no es algo que me alimente. Eso sí, me siento orgulloso: si me toca agonizar pongo del primer disco de Sumo al último de Las Pelotas y veo pasar toda mi vida.

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"La genialidad de Las Pelotas es la que sale del corazón de cada uno", afirma.

La banda toca este viernes, y Germán Daffunchio habló con El PaísBELÉN FOURMENT

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