ENTREVISTA EXCLUSIVA

Tras el enorme éxito de "Calma", la canción de 2018 que ayudó a que la carrera de Pedro Capó terminase de despegar, el músico dio un nuevo paso en su carrera. El viernes lanzó Munay, su primer disco con temas inéditos desde Aquila (2014).  

Tras el lanzamiento, el cantante puertorriqueño habló con El País.

—En Munay, tu nuevo disco, se incluyen dos versiones de “Calma”, la canción que se volvió un éxito mundial. ¿Te sorprendió su alcance?

—Sí, me agarró sorprendido porque no esperaba esa canción. No tenía la intención de buscar un hit ni nada por el estilo. Estábamos con (el productor) Rec808 divirtiéndonos en el estudio y explorando un poco. Rec puso un beat y ahí empezamos a jugar: empecé la canción melódicamente como si fuese una balada, y le bajamos el tempo para que se sintiera diferente a lo que estaba pasando en ese momento. Estábamos explorando cómo entrar a este nuevo pop y ver qué podría contribuir, siempre manteniendo mi identidad e integridad. Luego llegó el coro, apareció la palabra “playa” y así nació. Jamás me hubiese imaginado lo que pasaría. Mucho tiene que ver con Farruko, no solamente por su súper plataforma, sino por su aporte artístico, que la llevó a otro nivel. Estoy agradecido porque una canción que habla del bienestar y de las cosas simples y bonitas de la vida haya tenido tanto éxito. Es un lindo regalito.

—Más adelante se grabó un remix de “Calma” junto a Alicia Keys. Fue una colaboración interesante porque demuestra que ya no es necesario cantar en inglés para entrar al mercado estadounidense. ¿Te sientes parte de la expansión de la música latinoamericana?

——Sí, me siento parte. Estamos viviendo un momento especial en la música latina. Es bonito ver de primera mano cómo se está celebrando la música latina alrededor del mundo y cómo se le está dando un lugar. Siempre hemos tenido una música para estar al tope del mundo, porque es una música alegre, linda y de celebración. Ahora el mundo está absorbiendo eso. ¿A quién no le gusta recibir un abrazo lindo y cálido? Antes, si vivías en Rumania, Inglaterra o Milwaukee tenías que llegar al CD para escuchar ciertas cosas. Ahora, con la plataformas digitales, todo el mundo tiene acceso libre y abierto a lo que sea, y música latina está gravitando de esa manera. Es bonito que los colegas anglo vengan y sientan la importancia y la fuerza de la música latina.

—Ya que mencionaste a Rumania, “Calma” llegó a ser simple de platino allá. ¿Te sorprende que haya gente que disfrute de tu canción aunque no comprenda la letra?

—(Se ríe). ¡Hasta el día de hoy me sorprende, hermano! Es un sueño y eso habla del poder de la música, brother. Lo que estamos viviendo en la música latina también. Para mí es un privilegio ser parte de esto.

—Munay abre con “Day By Day”, una canción que habla sobre la importancia de vivir el presente: “La pelea se gana un día a la vez”, dice el estribillo. En una entrevista mencionaste que antes de tener éxito, viviste en Nueva York sin poder pagar el alquiler durante seis meses. ¿Cómo recordás esa lucha diaria?

—Como dice la canción, era un día a la vez; trataba de mantener el entusiasmo vivo. En aquellos tiempos, me alimentaba la ilusión y el hambre, no solamente literal, de poder dejar mi huella y de crecer en mi profesión. Mis canciones, y las de todo el mundo, tienen un reflejo muy claro del compositor. Aunque no la hice con la intención de decir que la escribí por mis años en Nueva York, es parte de lo que cargo en mí y es lo que sale al momento componer. “Day By Day” es una canción importantísima para mí, porque es la bandera de Munay. Habla sobre el amor por el presente, que es lo único que tenemos. Vivimos tan aferrados al pasado, que nos trae dolor. Pero también vivimos aferrados al futuro, y eso nos llena de una ilusión falsa porque, para llegar a ese futuro que anhelamos, hay que trabajar desde el presente. Eso es lo único tangible.

—El título del disco, Munay, se inspira en el concepto del "amor" en quechua, y la imagen del amor en sus distintas formas atravesando todas las canciones del álbum. ¿Cómo surgió la idea y el nombre del disco?  

—Munay, como dices, significa "amor" en quechua. Yo me quedo en un campamento en la selva amazónica peruana, que se llama Munay, y además de sanar mi alma y mis pensamientos, también es fuente de inspiración y creatividad. De ahí sale la idea de Munay. Siento que, en estos tiempos, es especial traer algo de amor y de luz. Este es un disco de amor, que es el amor absoluto e incondicional, como muestra el nombre. Pero también está presente el amor en todas sus capacidades, y no solo amor romántico, aunque sí navegamos esas aguas. El disco habla sobre la empatía, el perdón, el amor obsesivo y  hasta el sexual. También hablamos de los compromisos sociales y los reclamos que tenemos en nuestra alma, porque la frustración es parte del amor. Esa es mi contribución en estos tiempos tan interesantes.

—Ya que mencionaste los compromisos sociales, Munay incluye "Las luces", una canción inspirada en las protestas de Puerto Rico. Cuando la escuché, la relacioné con "Despierte borincano", el tema que grabó tu abuelo, Bobby Capó", en 1970. "Despierte borincano y respete primero a sus hermanos", decía la letra. ¿Sientes que hay una conexión entre ambas canciones?

—(Sonríe y comienza a cantar) "Despierte borincano y respete primero a sus hermanos". Wow, ¡qué lindo, brother! Sí, de cierto modo, todos los artistas en Puerto Rico siempre hemos sentido un compromiso y una responsabilidad para nuestra patria y nuestro país. Más en estas canciones, que hablan del amor más profundo a nuestra tierra madre y abordan las injusticias que vivimos día a día. De ahí nace "Las luces", que habla sobre ciertas situaciones donde nos sentíamos impotentes y frustrados ante el abandono de nuestros líderes en el momento más vulnerable de nuestra historia. Eso está mezclado con procesos personales, porque en un momento paré de hacer música para enfocarme, como todos los puertorriqueños, en ayudar a los que lo necesitaban. Paré de trabajar durante tres meses y, cuando pasó todo, me dio una depresión muy fuerte. Luego me fui para la selva y salí de allá un poco más recargado, y la primera vez que entré al estudio salió "Las luces". Fue como una catarsis y un exorcismo. Todas las palabras estaban allí y salieron en una improvisación. Fue una de las pocas veces que me ha pasado algo así en el espacio de la composición. No solo era una frustración y un reclamo hacia afuera, sino que también es un reclamo a mí mismo y a esa situación. Allí hablo de respetar a nuestros ancestros y encaminar a nuestras próximas generaciones, a nuestros niños, por el camino lindo.

—En ese momento fue interesante ver que músicos como Ricky Martín, Bad Bunny, Residente, tú y unos cuantos más se unieron para exigir la renuncia del gobernador Ricardo Rosselló. ¿Cómo analizás el rol de la música y de los artistas durante esos momentos de resistencia?

—Fue increíble y fui honrado de poder contar con colegas fuertes, de infantería de marina, como los son Ricky Martin, Bad Bunny y tantos otros. Más allá de ideologías políticas y de partidismo, todos buscamos el bien común, señalando y denunciando a los responsables de tal injusticia. Se logró la renuncia del entonces gobernador Ricardo Rosselló y se sintió la importancia y la fuerza de la música. Eso dejó claro que los artistas tienen una responsabilidad y un poder para cambiar las cosas. Nuestros deportistas también dijeron presente. Creo que fue uno de los momentos más intensos de mi vida: fue sublime, bonito y frustrante también. Sabemos que aportó, pero necesitamos un poco más de esas cosas hasta lograr que las personas correctas estén al mando.

—“La sábana y los pies”, uno de los sencillos del nuevodisco, invita a celebrar la cosas simples de la vida. Es una temática que habías abordado en “Mundo paralelo”, grabada junto a Monsieur Periné. ¿Te interesa celebrar la simpleza?

—"Calma" es parte de eso también. Ese sentimiento es una de las puntas de lanza de Munay. Siempre me gustó hablar de las cosas sencillas a las que todos tenemos acceso. Hay que celebrar la simpleza y disfrutar de todas las cosas que están al alcance de la mano.