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Pasado, presente y futuro de Los Mockers, a cargo del guitarrista Jorge Fernández

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Jorge Fernández, guitarrista de Los Mockers. Foto: Leonardo Mainé.

ENTREVISTA

Jorge Fernández, el guitarrista de Los Mockers, pasó por Uruguay en julio del año pasado para participar de los Premios Graffiti, y habló con El País sobre el legado de la banda de los sesenta

“Mi sueño es hacer un festival con las bandas de culto de los sesenta”, dice Jorge Fernández desde una de las mesas de un bar ubicado en la esquina de 21 de setiembre y José Ellauri. Mientras hace una pausa para terminar su café, me concentro en la imagen estampada en su camiseta: la portada de Los Mockers, aquel disco de 1966 que consolidó a su banda como The Rolling Stones uruguayos gracias a la voz arrogante de Polo Pereira (nuestro Mick Jagger) y a los memorables riffs de la guitarra de Fernández (nuestro Keith Richards, claro).

Tras terminar el café y comer una de las medialunas que reposa sobre un plato blanco, retoma su propuesta: “Es un trabajo interesante, ¿cómo no va a tener cabida en el medio?”. En seguida nombra a algunos de los posibles headliners de este hipotético festival, que congregaría a una serie de nostálgicos que fueron adolescentes en los sesenta y a unos cuantos fanáticos de otras generaciones que conocieron esas canciones a través de reediciones, recomendaciones de YouTube o —como es el caso de Los Mockers— 25 Watts, la película de 2001 que revivió el amor por la banda. “Los Delfines vienen sin duda”, asegura. “A Hugo (Fattoruso) lo traigo, por supuesto, para recordar a Los Shakers. También vienen Los Moonlights, Los Iracundos y Los Killers. Hasta llamamos a Los Saicos”, comenta con una sonrisa de por medio cada vez que evoca a una banda histórica.

Sin embargo, esta entrevista no se trata de nostalgias de los sesenta. Es 1° de agosto de 2019 y anoche se realizó la 17° edición de los Premios Graffiti. Los Mockers participaron con Some Silly Songs, un vinilo de cuatro canciones (editado por Little Butterfly Records) que fue nominado a mejor EP. El premio se lo llevó la rapera Eli Almic por Reflejo, pero eso no parece molestarle a Fernández. “La nominación me alcanzó, no fui competitivo nunca”, asegura.

El músico vive en Buenos Aires desde finales de los sesenta, cuando, sobre el final de Los Mockers (que se disolvió en 1967) conoció a la que sería esposa hasta el día de hoy. Así que el regreso a Montevideo para la ceremonia de los Graffiti fue la excusa perfecta para reencontrarse con un montón de amigos. Los otros tres Mockers (el cantante Polo Pereira, el bajista Julio Montero y el tecladista Esteban Hirschfeld) están radicados en España hace décadas, así que esta lejanía marcó una dificultad para grabar Some Silly Songs. Sin embargo, las canciones fueron grabadas a la distancia, entre Uruguay y España, con ayuda de varios músicos.

En las canciones participaron unos cuantos amigos de Los Mockers, como Gonzo, Jorge “Dr. Explosión” y Jaime Urrutia. “Queríamos que colaboraran porque siempre estuvieron cerca nuestro”, dice.

En el EP, la banda recupera el espíritu del disco Los Mockers: ese sonido agresivo y sucio que a recuerda a los discos 12x5 y Out Of Our Heads (de los Stones), varios riffs memorables y, por encima de todo, la voz de Pereira, que evoca a al Mick Jagger que dominó el mundo en 1965 gracias a las canciones "Get Off of My Cloud" y "(I Can't Get No) Satisfaction". La sorpresa llega al final, con “Wanna Believe”, una balada al piano donde Pereira brilla más que nunca gracias a una letra esperanzadora. “Se me puso la piel de gallina al escucharlo cantar”, dice Fernández.

Sentado en la mesa de ese bar de 21 y Ellauri, el guitarrista habla sobre sus proyectos con Los Mockers: volver a tocar juntos (su último recital juntos fue en 2012 en España), seguir grabando y organizar ese ansiado festival con bandas de los sesenta que se nombró al principio de la nota. Fernández también se toma unos minutos para hablar sobre el legado de la banda. “Me han dicho que en China y en Hong Kong aparece el disco de Los Mockers, hay gente que va a la India y los ve. En Estados Unidos es más común”, dice. “Es increíble haber logrado eso”. 

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