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Un pacto para volver a vivir

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Gustavo Cordera. Foto: Josefina Tramontin
josefina tramontin

El argentino se reencontró con su público uruguayo y, tras meses en silencio, charló con El País

Dirá luego que lo suyo está más vinculado a la improvisación y no tanto a la planificación, pero cuando empieza a dar su primer show del año y el último de la temporada en el restaurante Medio y Medio de Portezuelo, Gustavo Cordera está construyendo un discurso claro desde sus canciones.

“Soy mi propio enemigo”, reconoce en “Soy mi soberano”, con la que rompe la espera y el silencio. “Fantasma soy del tiempo de hoy”, dice después en “Fantasma soy”, de su nuevo disco Tecnoanimal. “¿Qué habrá detrás de tanta crueldad?”, se pregunta con el tercer tema, “Ansiedad”, y le da paso a “La soledad”, clásico de Bersuit Vergarabat.

Cordera, que se está viendo con el público uruguayo por primera vez desde que dijo, en una charla en una institución educativa, que “hay mujeres que necesitan ser violadas”, está viviendo una noche especial. Y está claro que ese repertorio, con un comienzo confesional y el cierre con “Un pacto”, quiere decir algo.

Así, el cantante que en los últimos siete meses sólo había tocado en vivo una vez (en diciembre en Río Cuarto, Córdoba), le fue transmitiendo a un público de perfil familiar un mensaje que iría ampliando a lo largo de más de dos horas. “Vine con mucho miedo a cuestas. Ando con miedo”, reconoció en un momento, “y decidí con esa madera prenderme fuego acá arriba”. “Dios son ustedes”, les había dicho un rato antes a sus fanáticos, que aplaudieron a modo de respaldo.

Desde que en agosto del año pasado trascendieron fragmentos de su polémica charla, que intentó aclarar en su momento sin demasiado éxito, Cordera decidió resguardarse. Suspendió la gira que incluía una parada en Montevideo, y vio cómo su buen disco Tecnoanimal, recién salido del horno, perdía la posibilidad de recibir atención. El hostigamiento público se hizo sentir en las redes y en los medios argentinos, y hubo que preguntarse si este era el fin de una de las figuras más provocadoras del rock argentino.

Pero el tiempo pasó y Cordera está de vuelta. Sabe que esta historia no terminó —en dos semanas tiene una audiencia por una causa caratulada como apología del crimen—, pero quiso invitar a la prensa uruguaya a ver su show en Medio y Medio (ver recuadro) y a conversar.

Si no puede ver el video, haga click aquí.

Romper el silencio.

Saluda con un abrazo, fuma nervioso, agradece que hayamos venido desde Montevideo, sonríe de vez en cuando para quitarle dramatismo a la conversación y la mirada se le pierde cuando tiene que hablar del peor momento de su carrera. “Veo un periodista y me pongo a llorar”, admite en una de las primeras ruedas de prensa que atiende desde lo que protagonizó.

“Quedé muy conmovido, fundamentalmente porque no recibí el beneficio de la duda. Y eso fue muy doloroso, porque sentí una gran desilusión. Haber trabajado durante 30 años por muchas organizaciones, y cuando un alumno hace una nota de opinión, es tomada y replicada de manera tan gigante... Tuve que quedar en silencio, porque la fuerza de la condena era tan espectacular que me daba cuenta que no había nada que yo pudiera decir como para poder defenderme. Y todo lo que ocurrió desde ese momento hasta ahora, no te digo que me debilitó, pero sí me produjo gran frustración y miedo, y me trajo hasta acá”, dice, y aclara que no quiso victimizarse.

Cordera admite que se sintió más protegido de este lado del río y que encontró en las murgas —sobre todo en Don Timoteo, La Clave y Curtidoes de Hongos— la fuerza para no sentirse solo. “Porque me sentí muy solo”, confiesa. “De alguna manera estoy necesitando protección. Estoy necesitando apoyo”, dice y aclara: “Cometí un delito intelectual. Con 55 años y después de haber tenido una experiencia muy grande en psicología, sociología, meditación, ayahuasca y un montón de cosas más, quise compartir una información con gente que no estaba preparada para recibirla. He cometido un error fatal”.

—¿Pesó en lo que te pasó la sexualidad explícita y casi animal que es recurrente en tus letras?

—Por supuesto, siempre se van equilibrando las fuerzas. Siempre lo que fui viviendo tuvo que ver con el contexto histórico en donde fui haciendo las cosas, y cómo me fui transformando como persona. Esto también hace una transformación en la mirada, siempre voy saltando a un lugar donde puedo observar lo que está ocurriendo enfrente.

—Dijiste que habitás el universo de la improvisación. ¿El arranque del repertorio de hoy no tuvo la intención de construir un mensaje?

—La lista tiene un diseño emocional más que intelectual, y de alguna manera vamos yendo a la emoción. El arte es emoción. También tiene un sustento ideológico e intelectual, pero no es el propósito de la música y las canciones: es, a través de la emoción, ir a un pensamiento. Una reflexión a partir de la emoción.

Un asalto de cumbia mezclado con rock

Cordera presentó su nuevo disco junto a La Caravana Mágica

Un par de banderas llegan para decorar el escenario Parque, el espacio abierto de Medio y Medio que, en una noche de verano como la del lunes, es inmejorable. Ante un público singular —mezcla de habitués del lugar con fanáticos de Cordera— y conocedor de que la experiencia allí, como dicen los anfitriones, es una combinación de música y comida, Cordera sale a tocar con su banda uruguaya La Caravana Mágica (que incluye a su mujer Stella Céspedes). En Portezuelo, más allá de lo que rodea al argentino, la intención clara fue presentar Tecnoanimal, un disco lanzado el año pasado y que quedó relegado ante las polémicas. Siete temas de ese disco se colaron, incluyendo “#alguienescribiendo” que quedó para el bis y fue cantado por primera vez en vivo. Después, entre titulares, bailes románticos con Céspedes, un dueto con su hija Yanela, cumbia, rock y electrónica, Cordera fue mezclando otros temas de su historia solista (como “La bomba loca” o “No es que sea viejo”) con algunos clásicos de Bersuit como “La soledad” en una versión mucho más electrónica, o “Perro amor explota”. El cierre, a modo de ritual, fue con “Un pacto”.

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Gustavo Cordera. Foto: Josefina Tramontin

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