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Pablo Alborán a El País: "Las canciones son la manera que tengo de escupir la rabia"

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Pablo Alborán. Foto: Difusión.

ENTREVISTA

El músico español lanzó "Vértigo", un disco compuesto y grabado durante el confinamiento, y habló con El País sobre la importancia de la música como desahogo

En sus pequeños descansos entre entrevistas, Pablo Alborán se dedica a tocar el piano. Es por eso que cuando su mánager introduce al español en la videollamada por Zoom, la primera imagen en la pantalla es la del cantante tocando unos acordes del instrumento mientras susurra una canción ininteligible. 

“Entre entrevistas, le doy a las teclas un rato”, comenta con una sonrisa. Alborán está presentando Vértigo, el álbum que grabó durante el confinamiento y que incluye algunas de las letras más personales de su obra. Sobre su nueva etapa y su visión de la música como refugio, el artista habló con El País.

—En “Corazón descalzo”, uno de los sencillos de tu disco Vértigo, cantás: “¿Quién se atreverá a quererme, / Cuando no quede aplauso, / Ni griten mi nombre?”. ¿Sentís que la pausa obligada por la pandemia te ayudó a reflexionar sobre tus miedos?

—Sí. “Corazón descalzo” habla del Pablo artista y de Pablito, que soy yo. En realidad soy la misma persona, pero obviamente esta pandemia me hizo pensar en si volverán los conciertos y, en especial, preguntarme si me seguirán queriendo cuando vuelva a casa y vea que ya no hay más aplausos. Son cosas que, aunque parezcan utópicas, no hace falta ser artista para darse cuenta de lo que hablo. Cualquier persona en su día a día puede preguntarse si la gente la querrá igual aunque la vida ya no le sonría. Es un sentimiento muy superficial, pero toma mucha fuerza en este momento, donde todas las dudas y las necesidades se han puesto en mayor valor. Esta es una canción donde me desnudo bastante y, al final, ofrezco el corazón descalzo.

—En varias de las canciones de Vértigo abordás la soledad. En los últimos años te has dedicado a grabar discos, dar recitales, encontrarte con fanáticos y viajar por el mundo. Sin embargo, la pandemia te obligó a estar solo nuevamente. ¿Cómo recordás esa instancia?

—Es muy peligrosa (se ríe). Pero, gracias a Dios, cuando he estado solo en medio de la pandemia y sin ese ritmo frenético, no ha sido un trauma encontrarme conmigo mismo. Por suerte, yo me había encontrado hace un tiempo. Sí extraño mucho la rutina de subirme a un avión, viajar, tener actividad y desafíos constantes. Me gusta estar en otros países, comer distinto y conocer personas. Pero he aprovechado este tiempo para valorarlo aún más, y creo que cuando vuelva a arrancar todo, lo haré con una intensidad mayor y un agradecimiento más puro. En cuanto a Vértigo, el disco tiene un contraste con la soledad obligada, donde haces una introspección y piensas en valorar más las cosas, pero también hay canciones que hablan del deseo de celebración, diversión, de las ganas de estar con los tuyos. Es una positividad curiosa porque surge en el momento más triste de nuestras vidas. Es un contraste bastante heavy.

—Mencionaste que te gusta viajar y comer distinto, y tú te has presentado en Montevideo y Punta del Este. ¿Cómo podrías definir tu relación con Uruguay?

—Teniendo en cuenta que el último concierto que dimos fue en Punta del Este, tengo un recuerdo aún más especial. Es como que todo se acabó allí, de cierta manera. Tengo un recuerdo muy alegre y positivo, y el público de Uruguay es maravilloso porque me ha tratado con un cariño enorme; el club de fans de allí es espectacular. Los conciertos han ido estupendo, así que tengo muchas ganas de volver. Además se come espectacular (risas).

—El interés por tus canciones atraviesa toda Latinoamérica y España. ¿Has pensado por qué el público se ha identificado tanto con tus letras?

—No sé, pero supongo que será porque hablo de cosas que puede vivir todo el mundo y porque siempre lo hago de corazón. Yo escribo por una necesidad; es algo intrínseco, es mi lenguaje, mi desahogo y mi espejo. Las canciones son el reflejo de mi vida y son la manera que tengo de escupir la rabia, de reír y de mostrar mi felicidad. Supongo que la gente, y en esto me incluyo, necesitamos esos conductos y tanto la música como el cine son un conducto maravilloso porque nos vemos reflejados en ellas y nos dan la mano.

Pablo Alborán en el Antel Arena. Foto: Darwin Borrelli
Pablo Alborán en el Antel Arena. Foto: Darwin Borrelli

—A esta altura de tu carrera ya es una costumbre que tus seguidores te escriban para comentarte que se identificaron con tus canciones. Pero, ¿cómo recuerdas el momento en que descubriste que conectaban con tus letras?

—Si miro hacia atrás, creo que todo empezó con “Solamente tú” o con “Tanto”, y gracias a Dios me ha pasado muchas veces más. Esa ha sido una bendición y el regalo de esta profesión. He tenido mucha suerte, porque las historias que me cuentan gracias a mis canciones son preciosas. Incluso cuando no tienen nada que ver con lo que yo quería decir. El público las hace suyas y viven su historia a través de una de ellas. Y eso es mágico, porque la historia no se acaba en el momento en que dejo de cantar.

—¿Qué te gustaría generar en aquellos que aún no han escuchado Vértigo?

—Necesito que la gente descubra el disco de todas las maneras posibles y que sientan lo que tengan que sentir. Si algo he aprendido es que la gente entiende la música a su manera porque todos tenemos necesidades y deseos distintos. Pero lo que sí estoy buscando es que la gente pueda sentir la positividad, y se encuentre con las ganas de soñar y de desconectarse un poco de todo lo que estamos viviendo.

nuevo disco

" Vértigo' nace de un proceso muy personal"

Pablo Alborán necesitó menos de un mes para que Vértigo, su quinto disco, se convirtiera en el álbum físico más vendido del 2020 en España. Publicado a comienzos de diciembre, su nuevo trabajo fue compuesto y grabado durante el confinamiento obligatorio que se vivió en su país natal.
“Entrar de golpe en una pandemia y haber terminado mi gira de una manera tan apoteótica ha hecho que las canciones cobraran un sentido y una pureza mayor”, relata a El País. “Vértigo nace de un proceso muy íntimo y personal”, resume.

Y eso queda claro al escuchar canciones como “Corazón descalzo”, “Vértigo”, “Si hubieras querido” y “De carne y hueso”, que muestran su cara más íntima. El álbum incluye varios interludios entre canciones, que generan la sensación de estar frente a una obra redonda y conectada entre sí. “Lo hice porque quería situar al oyente a través de sonidos. Son audios de videos de mi móvil, que no son nada interesantes pero sí muy evocadores”, explica. “En un momento se oye que estoy andando en una bicicleta y digo que estoy sin frenos. Sobre el final, comento: ‘Bueno, da igual y arranca la otra canción”.

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