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Olga Delgrossi: "Me entrego plenamente en cada una de mis canciones"

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Olga Delgrossi. Foto: Marcelo Bonjour.

ENTREVISTA

Olga Delgrossi, conocida como "La dama del tango", repasó varios momentos de su carrera junto a El País y comentó que le gustaría acercarse al público joven

"Yo nací para ser artista”, dice Olga Delgrossi desde uno de los sillones de su apartamento. Tiene 88 años, ya lleva 75 de carrera y el retiro no está en sus planes. La semana pasada se presentó en la ceremonia de los Premios Graffiti, ya tiene recitales agendados en el Café Sorocabana para noviembre y diciembre, y está terminando su nuevo disco, grabado junto a la orquesta Taconeando. “Aquí sigo con mi ruta”, comenta, con un tono tranquilo.

Las paredes del living están llenas de reconocimientos enmarcados: hay una réplica de la placa conmemorativa que se puede ver en el Paseo de los Soles de la Peatonal Sarandí, el sello postal con su fotografía que el Correo Uruguayo le dedicó en 2016 y el reconocimiento a Ciudadana Ilustre de Montevideo.

Pero hay más. En la pared del pasillo que da a las habitaciones, se acumulan otros tantos reconocimientos. Hay por lo menos 10 homenajes a su trayectoria y varias fotografías de actuaciones históricas. En una de las mesas, uno de los premios que más orgullo le da: la estatuilla del Gobbi de Oro, de la Academia Nacional del Tango ubicada en Buenos Aires.

“Yo soy muy devota y Dios me ha dado muchísimo. Poder cantar bien a esta edad es una bendición”, dice.

Delgrossi, conocida como “La dama del tango”, sonríe al comentar la evolución de su voz. “Cada año estoy cantando más alto, y es increíble porque con los años la gente va bajando los tonos. Yo voy al revés”. Sobre el final de la entrevista lo demostrará con una breve y emocionante interpretación del “Ave María”.

Tras una pequeña pausa, Delgrossi comienza a relatar los comienzos de su carrera en su ciudad natal, Tacuarembó. “Fui actriz de radioteatro y después le dije a mi mamá que me gustaba cantar. Hacían concursos para elegir nuevos valores y siempre los ganaba yo. Mis padres decidieron vender la casa para venirnos a la capital y nos vinimos todos”.

—¿Cómo recuerda el momento de dejar su casa en Tacuarembó para empezar de cero?

—Te imaginarás que fue difícil. Éramos una familia de 10 hijos, pero ya habían muerto cuatro. Dejar aquella casa y venderla era empezar de cero. Primero paramos en una casa de parientes, hasta que empecé a trabajar bastante duro y nos fuimos arreglando. Probaba en varios lugares y siempre me decían: “después la llamamos”. Mientras tanto, empecé a trabajar con mi hermana en una fábrica de bolsas de celofán. Tenías que recoger cada bolsa y separarlas, pero a mí se me pegaban todas. Me echaron enseguida (se ríe). Después quise ser peluquera y me puse una peluquería, pero algunas venían una vez y no volvían más (se ríe). Era un desastre cortando el pelo. Yo quería cantar.

—¿Y en qué momento logró centrarse en su carrera?

—El gran espaldarazo me lo dio Donato Racciatti. Era el súmmum. Trabajábamos en la fonoplatea de Radio Carve, recorrimos el norte y sur de nuestro país con los concursos. En Buenos Aires actuábamos en la radio El Mundo y venían todos los grandes a vernos. Decían que era una orquestita pero eran muy buenos músicos y muy queridos en Buenos Aires. ¡Me tenía que escoltar la policía porque se me tiraban encima! Podía estar la mejor orquesta argentina tocando en otro lado, pero llenábamos nosotros. También empezamos a grabar una cantidad de temas con Racciatti. Estaba siempre en Sondor. No gané plata, pero no estoy en la miseria. Pude comprarme mi casa, hacerme una casa en la playa. Soy feliz porque Dios me ha dado mucho.

Olga Delgrossi. Foto: Marcelo Bonjour.
Olga Delgrossi. Foto: Marcelo Bonjour.

—Ya tiene más de 75 años de carrera, pero en una ocasión comentó que cada vez que sube al escenario se siente una debutante. ¿Por qué?

—Es una cosa tan impresionante los nervios que me agarro. Antes de subir, estoy temblando (se ríe). Cuando empiezo a cantar, pidiendo a Dios que no me olvide la letra, pero cuando canto me suelto y sale. Soy completamente vergonzosa, pero Dios me dio este don.

—Usted define sus interpretaciones como viscerales. ¿Cómo podría definir el momento en que se conecta con las emociones que transmiten las letras que elige cantar?

—Eso siempre. Yo me entrego plenamente en cada una de mis canciones, porque no puedo cantar como si estuviera pelando papas. Y las letras que elijo son tan maravillosas. Pienso: “qué divino el autor y qué cabeza para hacerlo”. Cada tango tiene su personalidad, y también hago milongas. Yo hago “El choclo”, “Se dice de mí” y “Comadre” a los hombres. Me las piden y les canto: “Comadre no le haga caso, / Los hombres son como la veleta, (...) Pero no valen ni siquiera una pitada, pues sus amores duran como un refucilo” (se ríe).

—¿De cuál de sus discos se siente más orgullosa?

—Todos los discos que hice con Julio Cobelli y el disco con Taconeando anterior también me gustó mucho. Yo tengo muchas ganas de que me escuchen los jóvenes. Dicen que el tango es para mayores, pero a los muchachos les gusta cómo interpreto. Yo me entrego cada vez que canto, y por eso tengo muchos jóvenes admiradores.

La semana pasada interpretó “Balada para un poeta único”, dedicada a Horacio Ferrer, en los Premios Graffiti. ¿Por qué la eligió?

—Es un homenaje a Ferrer y quería darles un tema como ese, que no fuera tan trillado. Julio Cobelli vino a visitarme y me dijo que tenía un tema para Ferrer; me lo cantó y me pareció maravilloso. Me acuerdo de una vez que se hizo un homenaje a Cobelli en el Solís y cantaron Gabriel Peluffo y Christian Cary, que él es impresionante. Después, Cobelli hizo una fiestita para agradecer a todos los que habíamos estado. Yo canté y luego le dije a Cary: “Me gustaría que me invitaran a cantar en uno de sus conciertos”. Ellos llenan los teatros, y me gustaría que me escucharan los jóvenes. Todavía no me han invitado, pero me gustaría hacerlo.

recuerdo

Un nuevo comienzo en su vida amorosa

Mientras Olga Delgrossi repasa diferentes momentos de su carrera, en otro de los sillones del living de su casa está sentado Jorge, su compañero desde hace nueve años. El hombre escucha las palabras de la “Dama del Tango” y, cada tanto, se anima a completar alguna anécdota.

En un momento de su entrevista con el País, la artista explica la historia de esta relación. “Yo estuve casada durante 47 años, y tuve a mi querida hija, y luego fui viuda durante 12 años. Después conocí a Jorge y estamos juntos hace nueve años”, dice. “Yo no quería enamorarme nuevamente”.

“Siempre me decían: ‘No tenés que estar sola. Tenés que salir, aunque sea para cenar’, pero yo no quería saber nada. Primero vivía afuera con mi hija y mis nietos en mi casa de la playa, pero como tenía tanto trabajo me vine a Montevideo y me compré un apartamento”.

Según explica, Jorge iba siempre a verla a cada recital y luego pasaba a saludarla, pero, al comienzo, ella no tenía interés. A través de una amiga, salieron a cenar algunas veces hasta que él la invitó a Buenos Aires para ir a ver el show de Nelly Omar en el Luna Park. La condición que puso la cantante fue dormir en habitaciones de hotel separadas. Estuvieron tres días en Argentina y lo conoció de verdad. “Así me picó el bichito”, dice.

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