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El tiempo como una obsesión de la que no se sale

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Boomerang. Foto: Instagram @boomerang_uy

Reseña

Boomerang tiene otra cara en El encanto

Boomerang está obsesionada con el tiempo y eso se desprende de su nuevo disco, El encanto, uno de los títulos más interesantes a nivel nacional en lo que va de un año de producción de poco impacto en líneas generales. Y esta afirmación va más allá de gustos: hay en este álbum un cierre de ciclo que también es una apertura, un arriesgado cambio de sonido que habla de la búsqueda de una identidad.

La obsesión por el tiempo está en las letras, que de una u otra manera hablan de un círculo vicioso en el que convergen la ansiedad de la sociedad hipercomunicada y lo finito del tiempo real. Todo es urgente.

“Hoy dame más tranquilidad. Todo encuentra su lugar, pero no perdamos más el tiempo. Mi tiempo vale más”, canta Gonzalo Zipitría en “Tu sombra”, y es uno de los fragmentos más explícitos en cuanto a ese gran tópico, entre otros que van por una lectura más compleja.

También está en el cambio sonoro, que saca el pie del acelerador para ir a hurgar entre los downtempo y una cadencia que tira más a lo lánguido, a lo elegante, un poco como el giro de los Arctic Monkeys y su Tranquility Base Hotel & Casino. Los teclados le ganan a las guitarras rockeras que Boomerang ha tenido como bandera, sacándole brillo a su costado más pop con gran inteligencia.

Boomerang
"Quién", uno de los temas más llamativos del disco

Está también en que, en la conjunción de la letra y la música, nace un disco que requiere de tiempo. No se procesa y mucho menos se asimila a primera escucha, pero hay que darle un par de vueltas para que las melodías se queden prendidas, invitando a un baile siempre sensual pero menos frenético que antes, menos vertiginoso y por supuesto, mucho más interesante que antes.

La obsesión también está en saberse vigentes en un mercado y una sociedad muy atentos a la imagen (la seguidilla de videoclips lanzados, el cuidado de la imagen, el juego de realidades en el arte del disco), pero sin perder de vista que en Uruguay ya tienen una historia escrita y que no tienen tanto que probar. “Vigilia”, con la aparición sorpresiva y absolutamente fascinante de Fernando Cabrera, es un guiño a la tradición y a cierto estatus de la música popular uruguaya en el que bien pueden colocarse, y es además el mejor featuring local del año.

Todo ese juego temporal termina en un disco que de una vez por todas, le saca a Boomerang la carga de la comparación con Babasónicos, una banda demasiado cercana y con varios puntos en común (productor incluido), y la presenta de nuevo en sociedad como una banda con ganas de proponer un juego diferente, y sobre todo, con hambre. Este es el disco que necesitaba, porque la madurez, además de crisis, puede traer muchas cosas buenas.

No me parece mal
"No me parece mal", el hit de El encanto

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