Crítica

El ensemble Interpreti Veneziani cautivó con su concierto en el Teatro Solís

Julio César Huertas

El Centro Cultural de Música, en 76 años, ha presentado importantísimos conjuntos de música barroca, pero ninguno ganó tantos aplausos como el ensemble italiano Interpreti Veneziani. Lo conforman nueve talentosos instrumentistas, y todos poseen el nivel de solistas. La excelencia prima en sus interpretaciones: desde el dominio técnico de cada uno hasta lo más esencial, ellos no tocan solo con las manos, sino con el corazón. El entusiasmo y la alegría que trasmiten al interpretar las partituras más difíciles, es indescriptible.

La velada se inició con el “Concierto para violín, cuerdas y bajo continuo en re mayor” de Antonio Vivaldi, a cargo del violinista más joven del grupo, Giovanni Agazzi. Hizo alarde de su gran musicalidad; su bello sonido, potente y cálido; y su excelente arco. Luego se escuchó, de Vivaldi, el “Concierto para viola, violoncello y bajo continuo en sol menor”. Los solistas, la violista Sonia Amadio y el violoncellista Davide Amadio, demostraron que son profundos músicos; y se percibe que para ellos el virtuosismo es un medio para llegar a un fin: hacer música en el sentido más amplio de la palabra.

Continuó el ensemble presentando la “Sinfonía para cuerdas” de La verità in cimento de Vivaldi. Se pudo apreciar una cabal muestra de cómo se deben usar los arcos, tanto en el fraseo como en lo técnico. Al cierre de la primera parte, el violinista Giacobbe Stevenato interpretó el “Capriccio nº 24 del op.1” de Niccolò Paganini. El despliegue virtuosístico de Svenato cautivó a los espectadores, que no cesaban de aplaudirlo.

Luego del intervalo se interpretaron el “Concierto para 4 violines op.3 nº 4” del Estro Armonico de Vivaldi, y de Albinoni, el “Concierto para violín op.9 nº 10”. Tuvo una digna actuación el violinista Anania Maritain.

Fue el solista que más deslumbró por su notable memoria; domina no sólo su parte, sino que desde su lugar dirige a todos sus compañeros. Los matices de su instrumento son únicos, su inmejorable fraseo, su perfecta digitación y su expresividad. Es uno de los mejores violoncellistas de la actualidad, y su nombre dará que hablar. El público no se cansó de aplaudir, y el ensemble hizo dos bises: el “Allegro” del cuarto Concerto Grosso de Corelli, y el primer movimiento del “Invierno” de Vivaldi. Fue uno de los puntos más altos de la temporada del Centro Cultural de Música.