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Cuando la música y la educación van de la mano

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Ignacio García-Vidal

Un español que regresa

Con el director de orquesta Ignacio García-Vidal

Con 38 años, el español Ignacio García-Vidal combina ser un joven director de orquesta, con la experiencia que le dan 15 años de trayectoria.

Una carrera que comenzó en Uruguay, cuando y con solo 24 años, dirigió la Orquesta Filarmónica de Montevideo. De ese concierto se cumplen 15 años, y en este tiempo García-Vidal ha dirigido distintos conjuntos de prestigio en todo el mundo como la Orquesta Filarmónica del Teatro Colón, Sinfónica de Tenerife, Sinfónica de Mar del Plata, de Gran Canaria y de Ucrania, entre un largo etcétera.

Este mes García-Vidal, nacido en Cocentaina, ciudad al norte de Alicante en 1979, dirigirá dos conciertos en Uruguay. El primero, será este viernes a las 20.00 en el Auditorio Nacional del Sodre donde estará a cargo de la Orquesta Juvenil con Noche en los Jardines de España; y el 11 de abril dirigirá a la Banda Sinfónica para el III Festival de Música Sacra, en el Teatro Solís.

García-Vidal cuenta que en estos años de carrera ha tenido un gran vínculo con nuestro país, especialmente con la Orquesta Juvenil, ya que a los actuales directores: Ariel Britos y Claudia Riero, los conoció aquella vez, hace 15 años. Ellos lo “agarraron de la mano, me dieron a conocer aquel proyecto con 40 niños que tocaban en el Palacio Salvo y hoy aquella generación son los nuevos artistas uruguayos”, dice. Por este motivo, “dirigir un concierto con ellos, del calibre y con el programa que vamos a tener, es como cerrar un círculo”, agrega.

Ignacio García-Vidal
El director de orquesta español dirigirá dos conjuntos este mes, la Juvenil del Sodre y la Banda Sinfónica. Foto: Ariel Colmegna.

Con un doctorado a cuestas (su tesis doctoral fue sobre la pedagogía de la Dirección Musical) y dos licenciaturas: en Historia y Ciencias de la Música, y Ciencias de la Comunicación (nunca ejerció esta última, afirma), García-Vidal dice que ésas han sido las vocaciones de su vida y las define como las patas que sostienen una mesa.

Cuenta, con un marcado acento español, gran velocidad para hablar aunque preciso en sus palabras, que estudió comunicación porque le encanta (“¿por qué no estudiarla si era una vocación de niño”, dice), y que la música es su otra vocación. Procedente de una tradición valenciana, “donde todos nacemos con un instrumento bajo el brazo”, considera que “es casi imposible tener vocación por la comunicación y el arte y no tenerla por la pedagogía”.

Ese gusto por enseñar lo considera una de sus características y por eso señala: “cuando trabajo con una orquesta de profesionales es lo mismo que con una de jóvenes, ya que mi función es aportar, si a eso se lo quiere llamar pedagogía, está bien. Mi intención es que el músico agradezca el tiempo juntos. Es que comunicación, pedagogía y dirección son títulos que encierran una filosofía de vida: la curiosidad y querer transmitirlo”.

Sabiendo que la dirección de orquesta es una carrera que va con el tiempo, “cuanto mayor eres, más te cotizas, y tiene una lógica en cuanto a la solidez y la experiencia”, García-Vidal afirma que “es una carrera en la que no hay que tener muchas prisas, porque es muy larga”, aunque en estos años, hay un repertorio que ha hecho muchas veces. “Por eso vengo acá, con mi criterio hecho. Es más fácil, porque ya se cómo puede llegar a sonar”.

Ignacio García-Vidal
Ignacio García-Vidal dirigió su primer concierto en Montevideo, cuando tenía solo 24 años. Foto: Ariel Colmegna.

Así, cada vez que se enfrenta a una partitura, la estudia mucho y aplica un análisis a la partitura. “Antes de todo lo que hago es contextualizar, saber lo máximo sobre esa persona, lo que vivió y hago un perfil del autor”. Eso le permite conocer el contexto de la obra para después leerla. “Primero la leo desde lo arquitectónico, veo el desarrollo y la orquestación para captar la construcción”, dice y agrega que hacerlo así “sería como empezar a armar el edificio antes de ver de color van a ser las paredes”.

Ese análisis a la obra le permite “transmitir la construcción de la obra, y cuando llegas con ese criterio, no hay dudas en la orquesta. Y así me entienden muy bien, porque el resultado (el concierto) se corresponde con lo que leí al principio”, agrega.

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