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"La música no es para alardear"

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Raúl Jaurena. Foto: Difusión
Nota a Raul Jaurena, bandononeonista uruguayo, ND 20151216, foto Marcelo Bonjour - Archivo El Pais D:\Users\dborrelli\Desktop\700317.JPG
Archivo El Pais

El gran bandoneonista sube a escena mañana al escenario mayor del Auditorio Sodre.

Será una velada imperdible para los tangueros. Raúl Jaurena, el bandoneonista uruguayo de mayor proyección internacional, subirá al escenario principal del Auditorio Nacional Adela Reta mañana domingo 11 de diciembre a las 21:00. Y lo hará junto a un nutrido programa que abarca también cantantes y bailarines, para festejar el 10° aniversario de la Escuela de Tango Destaoriya.

"Toqué con Al Di Meola, con Pat Metheny, con gente que nunca creí que fuera a tocar", comenta Jaurena (Montevideo, 1941), quien compartió su talento con algunos de los mayores nombres del tango, en una carrera que lo ha llevado a los mayores escenarios del mundo. Aunque radicado en Nueva York, el maestro sigue de cerca los pasos de la Escuela Destaoriya, que forma artistas en el tango y la música popular del Plata, con fuerte énfasis en la enseñanza del bandoneón.

Tango uruguayo contará con la actuación de 35 músicos y nueve cantantes. El concierto tendrá como protagonista a la Orquesta Destaoriya, con dirección de Jaurena, y la actuación de cinco cantantes egresados. También el prestigiosos bandoneonista actuará junto al Ensamble Oriyero y la actuación de los cantantes Ledo Urrutia, Marga Mitchell, Estefanía Melonio y Fabián Biramontes. En la velada habrá además una formación de ocho guitarras, y se estrenarán dos tangos compuestos en letra y música por jóvenes uruguayos. "No han sido 10 años fáciles, pero hemos llegado a una maduración en el funcionamiento de Destaoriya, una escuela que enseña la forma y el estilo del tango", explica. Entrada única $ 500, en Tickantel. La recaudación del evento se destinará enteramente a financiar el programa pedagógico de la escuela, que lleva adelante la Fundación Cienarte.

Usted desarrolló su carrera mientras el tango perdía cada vez más la adhesión popular. ¿Cómo vivió eso?

—Sí, yo viví los últimos coletazos del tango. De muy jovencito, a los 13 años, trabajaba bien, todas las noches en más de un local. Y de ahí fue barranca abajo, hasta los años 70, en que tuve que irme del Uruguay. Pero sí, yo viví mi vida desde donde no había nada del tango. En los años 70, 80, no existía el tango. Hubo una generación que se crió sin tango. Y eso creo que se está revirtiendo, no tanto como debería ser. El uruguayo no toma consciencia de lo famoso que es el tango en el mundo. Y pierde mucho más tiempo en un horrible equipo de fútbol, que a veces va a hacernos pasar vergüenza (aunque ahora nos va bien), y jamás va a pensar cómo nos representa el tango.

¿En Nueva York se puede escuchar buen tango?

—Sí, bueno y malo. Hay un buen lugar, un club de jazz en la Tercera y Thompson. Es el Zinc Bar, a veces toco ahí. Y hay algunos lugares más. Va mucho norteamericano a escuchar. Latinoamericanos no tanto, empezando porque al dominicano o al portorriqueño no le interesa el tango, sino la salsa y el merengue. Por el uruguayo, o el argentino, esperá sentado. No vienen, parece que reniegan de sus propias raíces. ¿Sabés por qué el tango no murió? Por el apoyo del norteamericano, del francés, del alemán, …del mundo. En el exterior lo mantienen vivo, mucho más que acá en el Río de la Plata.

¿En Argentina hay más reconocimiento que en Uruguay?

—Hay más. Yo no sé cómo explicarles a los gobernantes y a la gente de la cultura del Uruguay que despierten de una vez por todas. Es lastimoso: apuestan a otras músicas, que no son nuestras. El tango es nuestro, y es una música que entra en las salas de conciertos, junto con Beethoven, Mozart o Bach. Yo he tocado con tantas orquestas sinfónicas, en distintas partes del mundo.

—¿Cómo ve en general la enseñanza del bandoneón acá en Uruguay?

—Creo que acá en Uruguay se debería enseñarlo de modo más ordenado, cosa que no existe. Con un método ordenado, porque se siguen utilizando métodos que son de los años 40, que no van con los tiempos actuales. Lo primero sería que los organismos oficiales se preocuparan de tener buenos profesores, con un buen programa de estudio. Creo que no lo hay: hasta ahora no me han demostrado lo contrario.

¿Qué le da el bandoneón al tango?

—Bueno, el tango le aporta al bandoneón y este al tango. Cuando el bandoneón vino de Alemania, a fines del 1800, el tango ya existía. El tango se tocaba con flauta, clarinete, guitarra, y era un tango lento, entre otras cosas porque los ejecutantes no tenían técnica. Se tocaba lento porque los dedos no les daban. Y el bandoneón cuando entra al tango le da esa definición de marcato: antes era más un tango habanera, más estirado. Y el bandoneón le dio un poco esa manera imperativa del rioplatense para hablar. Acá decimos andá, mirá, tomá, llevá. Y ese marcato se puede hacer con el bandoneón en una sola pierna, cosa que nunca se va a lograr con un acordeón, porque va agarrada con unas correas al cuerpo. Y muchos bandoneonistas modernos no saben hacer un marcato, cosa que es importantísima en el tango.

—¿Antes dónde se formaba el bandoneonista de tango?

—Primeramente escuchando, porque prendías una radio y el 90 por ciento de la música era tango. Y empezabas a aprender, y te ibas a una orquesta que tenía cinco bandoneonistas. Aprendías de los que tenías al lado. Se aprendía directamente. Ahora no es así, porque las orquestas desaparecieron. Ahora son pequeños grupos, y un bandoneonista es solista. La música ahora es un negocio, como quien vende jabón o cualquier otra cosa. Está apoyada, colocada por capitales; en mis tiempos una música iba adelante cuando tenía bondades. Cuando realmente valía. Ahora no, ahora es cuando se promueve mejor. Hasta con los artistas: hoy no es el mejor el más famoso, sino al que mejor lo promueven.

—Usted tuvo contacto con grandes figuras del tango...

—Sí, cantores como Goyeneche, Alberto Castillo, Juan Carlos Godoy. Conocí a Julio Sosa, cuando vino acá, con el cuarteto de Leopoldo Federico. Tuve la suerte de conocer a Troilo, Salgán, Piazzolla. Todos de mucho talento. Cuando la gente escucha a alguien que toca mucha cantidad de notas, dice que toca bien. Y eso no es tocar bien, eso es tener una buena técnica. Y de pronto hay una persona que hace tres notas, como lo hacía Troilo, y tocaba muy, muy bien. Tocar bien es expresar, es sentir y comunicar.

—Falleció hace poco Raúl Garello.

—Gran músico. Él tenía eso: no era un tipo de muchas notas ni nada, pero tenía unos arreglos bellísimos, y con una esencia de tango buenísima. Una vez yo estaba en Buenos Aires y tocaron varios bandoneonistas. Y aquello fue una exposición de acordes y de notas impresionantes. Y llegó Garello, tocó solo, el tango Sur. La melodía sencilla, sin hacer alarde de nada. Y fue de lo mejor. Y es así, la música no es para alardear.

Secretos de una escuela y de un instrumento.

"El bandoneón es un instrumento no cromático, es diatónico. Entonces no se da una escala como en el piano: los botones están de forma caprichosa, puestos en distintos lugares, porque tiene lógica práctica, no teórica. En el piano uno utiliza el paso del pulgar, pero el bandoneón no usa el pulgar, se toca con cuatro dedos. Y hay una posición de las notas abriendo, y otra cerrando. O sea que tenés cuatro instrumentos en uno: cada mano, según abra o cierre, es distinto", sintetiza Jaurena a la hora de explicar la complejidad del fuelle. Jaurena es director de Destaoriya, una escuela que él define como "la primera y única escuela de tango en toda la historia del Uruguay. La música es como una carrera de postas. Hay que darle el lugar siempre a las nuevas generaciones, como se hace en la ciencia".

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Raúl Jaurena. Foto: Difusión

RAÚL JAURENA

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