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En un mundo infinito de canciones envolventes

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Poderosa: Monte volvió a deslumbrar en el Auditorio. Foto: Martín Pereira
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Hay un momento que se repite tres o cuatro veces (tal vez más) en la noche: termina una canción y un asistente entra rápidamente para alcanzarle alguna guitarra o un banco a Marisa Monte.

Pero se queda a unos pasos, esperando a oscuras, mientras en la penumbra la cantante permanece de ojos cerrados, apoyada sobre el micrófono, haciendo suyo ese momento en que en la sala sólo se escucha un aplauso uniforme y casi ensordecedor. Si hubiera que resumir el recital que la brasileña dio el domingo en el Sodre, me quedo con esa postal.

Después del éxito de su primera visita a Montevideo hace apenas dos años (llenó tres noches seguidas el Auditorio), la voz femenina más importante del momento en Brasil volvió a agotar entradas y a demostrar que acá se ganó un público casi devoto.

Y eso que volvió con un show que fue una copia exacta del que dio en 2014: misma banda, misma instrumentación, idéntico repertorio e idénticos bises y apenas algún arreglo diferente. Hasta la iluminación fue muy parecida.

Y eso que aquella vez, quizás porque era su debut en Montevideo o porque tenía un vestido rojo que era absolutamente cautivante, el espectáculo ofrecido fue apenas mejor que este. Aunque francamente eso suena bastante injusto: si su primera presentación fue de un impacto profundo, la de este fin de semana fue la confirmación absoluta de lo que es Marisa Monte como artista.

Una confirmación que se dio desde el primer momento, desde que apareció en el escenario un rato largo después de que la banda Socio, de Federico Lima, hubiera terminado con su set acústico de tres canciones de Mini glorias (bello disco) más la zamba "Soy amigo de Leonor".

Monte, de vestido negro hasta los pies y tocando un ukelele eléctrico, apareció como una sombra entre una tenue luz azul cantando "Infinito particular", una de esas canciones que podría no terminar nunca. Es una canción profunda, climática, de melodía cíclica y envolvente que parece terminar y vuelve a crecer desde su mínima esencia. Es de lo mejor de esta música que la artista ha definido como "marisística".

De "Infinito particular" en adelante e interactuando muy brevemente con un público que fue clave para el espectáculo (respetuoso, sin palmas innecesarias y muy cálido), la brasileña fue recorriendo su propia historia musical e interrumpiendo las constantes ovaciones con su poderosa voz, que mientras la gente aplaudía ya empezaba a entonar otro y otro tema.

Hizo "Ilusión", la canción que grabó con Julieta Venegas, su hermosa versión de "Pale Blue Eyes" de Velvet Underground, "Muñequita linda" que conoció gracias a un disco en español de Nat King Cole —casi la única anécdota que contó— y algunas de Tribalistas como "Carnalismo", "Carnavalia", "Velha infancia" y "Passe em casa", ya al cierre y con la audiencia bailando a ritmo de samba.

Marisa Monte es una cantante maravillosa (y una buena guitarrista) y para eso alcanza con escuchar sus discos. Pero cuando está en vivo, bailando a medias como en cámara lenta, moviendo sus manos como si fuera parte de una coreografía o clavando la vista en el horizonte mientras va poniendo sentimientos en palabras, pocas experiencias se le pueden comparar.

MARISA MONTE (*****)

Músicos: Pedro Baby (guitarra y coros), Dadi Carvalho (bajo), Marcelo Costa (batería), Ângelo Vitor Simplício da Silva (percusión y cavaquinho). Setlist: "Infinito particular", "Maria de verdade", "Vilarejo", "Ilusión", "Dança da solidão", "Depois", "Pale Blue Eyes" (The Velvet Underground), "Muñequita linda" (María Grever), "Beija eu", "Quatro paredes", "Carnalismo" (Tribalistas), "A sua", "Ainda bem", "Eu não sou da sua rua", "Segue o seco", "Gentileza", "Eu sei (na mira)", "A menina dança", "Carnavalia" (Tribalistas), "Balança pema", "Amor I Love You", "Velha infância", "Passe em casa". Banda invitada: Socio. Dónde: Auditorio Nacional del Sodre Dra. Adela Reta. Cuándo: Domingo 28 de agosto.

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Poderosa: Monte volvió a deslumbrar en el Auditorio. Foto: Martín Pereira

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