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Memoria de la guitarra

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Marc Ribot: Foto: Difusión

El viernes en La Trastienda, el celebrado guitarrista muestra nuevo proyecto.

Esta será la segunda vez que Marc Ribot (en la foto, el canoso a la izquieda) actúe en Uruguay. De la primera no recuerda mucho (fue en El Ciudadano en 2001) pero sí se acuerda de lo rica que era la carne uruguaya. "Me acuerdo lo bien que comimos", le dice a El País desde su casa en Brooklyn.

Aquella vez vino con Los Cubanos Postizos, un proyecto que aún sigue activo dedicado a la música del cubano Arsenio Rodríguez. Ahora (el viernes a las 21:00 en La Trastienda) viene con Ceramic Dog, el power trío que comparte con Shahzad Ismaily y Ches Smith.

Ribot es un guitarrista elogiado y ocupado. Aunque venía de la escena experimental neoyorquina de la década de 1970, principalmente alrededor del compositor John Zorn, en Uruguay se hizo conocido como integrante de la banda de Tom Waits en el disco Rain Dogs, un clásico de la década de 1980. Pero antes y después de ese hito ha sido sesionista convocado por gente como Elvis Costello, Caetano Veloso, Arto Lindsay, Elton John, The Lounge Lizards y hasta Andrés Calamaro, entre cientos.

Siempre tiene varios proyectos simultáneos: sigue con Los Cubanos Postizos, está con The Young Philadelphians, con Ceramic Dog. ¿Por qué esa necesidad?

—Tengo muchos amigos y me gusta tocar. Me interesan muchas cosas e intento probarlas. Esa es mi manera de aprender.

—Tanto en Los Cubanos Postizos como en los Philadelphians, hace música ajena. La deconstrucción, que no el tributo, ha sido una parte central en su carrera.

—Deconstrucción, sí, pero otra palabra que a mí me gusta es traducción. Busco traducir cosas que tuvieron sentido en un tiempo y un lugar para que tenga sentido en otro tiempo y otro lugar. Y eso, por definición, nunca va a tener el mismo sonido.

—A pesar de que con Ceramic Dog toca en festivales de jazz y tienen una versión fantástica de "Take Five", a mí me suena más a un trío de rock...

—Básicamente somos una banda de rock a la que, por accidente, colocaron en la batea de discos equivocada.

—¿Qué papel tiene la improvisación en el trío?

—Es muy importante cuando ensayamos y cuando componemos. Ahora estamos en una fase en la que nos concentramos en las composiciones porque estamos haciendo un disco, pero la fase anterior a la composición es como los pedazos de vegetales y carne en una sopa. Y esa sopa es la improvisación.

—¿Cree que la guitarra eléctrica sigue siendo una herramienta artística válida, pertinente?

Esa es una pregunta difícil. La guitarra eléctrica es un instrumento anticuado como herramienta artística. Y tiene una pesada mochila de género e historia. Pero se puede tocar con esa mochila. La guitarra eléctrica es un instrumento histórico como el saxofón o la viola da gamba: la mayoría de mis instrumentos son de las décadas de 1950 y 1960. O sea, puedo trabajar de sesionista y nunca usar una guitarra posterior a 1968. Si lo pensás, 1968 fue hace 50 años, y entonces los músicos no tocaban con instrumentos del siglo XIX. De alguna manera, la guitarra está congelada pero se puede jugar con esa historia de la misma manera que con las notas. En el sentido de que si toco con un pedal wah wah, sé que puedo significar una idea musical, pero de la misma manera se la puede trastocar, ponerla en el lugar equivocado. Hay muchas cosas que se pueden hacer siempre que seas consciente de lo que son.

—Todo eso me resulta parecido a lo que Godard hizo con el cine. Un arte antiguo resignificado desde sus propios elementos.

—Eso. Tocamos notas, tocamos ritmos y tocamos historia. Y eso es muy importante y es quizás lo que me hace diferente: no estoy tan interesado en tocar desde la historia sino desde los recuerdos. Los sonidos que uso son los que significan algo para mí, los que alguna vez escuché y me traen recuerdos, asociaciones, amores y odios. Cuando los uso, hago una especie de arquelogía de mi propia memoria. No toco intelectualmente porque lo haya aprendido en un libro.

—Trabajó con mucha gente. Necesito saber quién fue el más raro, el más aventurero y el más divertido.

—El más raro fui yo. ¿El más aventurero? Tuve la suerte de trabajar con muchos de esa clase. Diría que John Zorn y, claro, Tom Waits que es arriesgado como compositor y como productor. ¿Y el más divertido? No sé, a las cosas de las que se ríe la gente, yo no le encuentro gracia, así que no sé. Quizás Arto Lindsay, quien también fue de los más arriesgados.

—Ese recuento es como una historia paralela de la música popular.

—Cada artista se crea su propia historia. Yo hice la mía cruzando caminos, incluso con gente que no conocí. Parece que hice muchas cosas pero estaba buscando un tipo de energía. Todo lo que hice tiene una energía en común. Quiero que algo suceda, como un ritual.

—¿Y con qué frecuencia lo consigue?

—Lo intento cada noche.

Experimental y sónico para guitarra, bajo y batería.

Ceramic Dog, la banda con la que Marc Ribot vuelve a Montevideo, está definida oficialmente como un colectivo "ree/punk/funk/experimental". A Ribot lo acompañan Shahzad Ismaily en bajo y electrónicas, y Ches Smith en batería.

Los dos han tocado con varios grupos de avant garde de diferentes géneros. En vivo tienen una energía virtuosa y muy experimental.

El show del viernes empieza a las 21:00 y aún quedan entradas con precios que van de 900 a 1960 pesos.

CUATRO MANERAS DE CONOCER A RIBOT.

Rain Dogs - 1985.

Es de Tom Waits y es un discazo. Ribot es una parte importante del sonido de Waits (tocó para él además en Frank Wilds Years, Big Time, Real Gone Bad as Me, Orphans, Hold On, Mule Variations) y puso toda su ductilidad a su servicio. Acá hay rock, blues medio psicóticos, soul, y hasta baladas en un disco en el que además toca Keith Richards. Lo de Ribot va por otro lado, claro, y se hace notar en las partes más asonantes.

The Big Gun Down - 1985.

Es un disco de John Zorn en el que paga tributo, a su manera, a la música del compositor italiano Ennio Morriccone, quien le dio el visto bueno a esta deconstrucción (alguien podría decir destrucción) de sus partituras. Zorn es uno de los músicos más pertinaces y talentosos de la vanguardia. Todo es muy anárquico y Ribot integra un seleccionado donde están Bill Frisell y el guitarrista Vernon Reid, entre otros.

Requiem for whats... - 1992.

...his name es el segundo disco como solista de Ribot, con sonidos que vienen de su origen en la escena experimental de Nueva York. Acá participan viejos conocido como Roy Nathanson de los Lounge Lizards, la banda de John Lurie en la que tocó Ribot, y Ralpph Carney de la banda de Tom Waits. El disco tiene momentos de un modesto minimalismo y otros cercanos al free jazz o al noise. Es un disco bien guitarrero.

Saints - 2001.

Alejado de la fórmula y capaz de encontrar la belleza en cierta aparente anarquía, acá Ribot está solito con su guitarra. Demostrando de lo que es capaz, acá "traduce" a su idioma canciones de The Beatles ("Happiness is a Warm Gun"), Bernstein y Sondheim ("Somewhere"), alguna composición tradicional ("Go Down Moses"), o artistas más próximos como los vanguardistas John Zorn y Albert Ayler.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Marc Ribot: Foto: Difusión

MARC RIBOTFERNÁN CISNERO

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