Reseña

El músico estadounidense se presentó en La Trastienda, el lunes en formato trío

bELÉN fOURMENT

La presencia de una cantidad de músicos uruguayos y de casi todos los periodistas de rock de Montevideo, el lunes en La Trastienda, daban cuenta clara de que Mark Lanegan ha sido para muchos, pero sobre todo para la generación que hoy promedia los 50 años, una referencia ineludible. Sombrío, climático y poético, el cantante es uno de los nombres fuertes del grunge que, desde cierto estatus de culto, ha levantado una larga y elogiada carrera, entre colaboraciones y planes en solitario.

A Montevideo vino en formato trío y salió a escena poco antes de las 22.00, después de que La Hermana Menor, banda local que también goza del estatus de culto, abriera con un puñado de temas esperados por los presentes. Y dio un concierto sorpresivamente largo, y calmo como había prometido.

Con su voz grave, proyectada como un golpe directo al pecho, condujo una presentación climática, y le dio forma a un trance que se sostuvo con un buen guitarrista, y una tecladista de gran voz, que además manejó caja de ritmos, teclado y sintetizador, recursos que podrían haber sido mejor explotados para darle más dinámica a un recital que, en algún caso, pedía batería cruda.