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Con Malena Muyala, que vuelve a cantar: "Es muy agotador estar en un lugar o en el otro"

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Malena Muyala. Foto: Estefanía Leal

ENTREVISTA

La cantante y compositora se presenta este jueves en Sala del Museo, y antes charló con El País sobre sus canciones, Alfredo Zitarrosa y más

El 10 de marzo cantó repertorio de Alfredo Zitarrosa en la Sala Zitarrosa, y el 11 se fue a Buenos Aires para dar cuatro shows, pero solo concretó uno. Después vinieron la pausa y la incertidumbre de la pandemia y ahora, este jueves, Malena Muyala vuelve a un escenario. Se presentará a las 21.00 en Sala del Museo (Rambla y Maciel) con su nuevo espectáculo De barro y de luz, acompañada de Gustavo Montemurro, Checo Anselmi, Gerónimo de León y con Leticia Lonchar; entradas en Abitab.

A ese escenario llevará temas de todos sus discos; estrenará canciones que compuso en este período y también cantará algo de Zitarrosa, ya que por impulso de Jorge Schellemberg (músico y director de la Zitarrosa) decidió grabar un álbum con sus versiones. Sobre eso charló con El País.

-En el homenaje a Zitarrosa que se hizo en el Estadio Centenario en 2016, mucha gente sintió que en vos estuvo el espíritu de Zitarrosa. ¿Tu vínculo con su obra siempre fue profundo?

-Siempre. De chica tenía enorme fascinación por el tocadiscos, un Philips de estos clásicos, de madera. Y mis discos preferidos eran de Serrat, Rosamel Araya me encantaba, los primeros de Celia Cruz, Cafrune, y cuando empiezo a escuchar a Alfredo era como que le entendía lo que decía. Y cuando se sale de la dictadura, en un primer gran evento que se hace en San José, mi mamá nos lleva; estaba todo teñido de una emocionalidad muy fuerte, mi hermano y yo éramos niños que vivíamos muy amenazados, reprimidos. Y en un momento se generó un silencio tremendo, y estaba Alfredo cantando “Milonga para una niña”. Y para el homenaje, cuando me llama Fernando (Cabrera) me dice: ‘Vos vas a cantar esa canción’.

-La canción te eligió.

-Fue algo como que la canción me eligió, entonces a mí se me cerró un círculo. Creo que ese estado casi mágico en el que entré, capaz que fue eso lo que la gente sintió. ¿Sabés que yo no tengo casi recuerdos de gente, de nada? Hacía mis cosas con un nivel de concentración altísimo, y pienso que lo tuve porque estaba siempre al filo de una emoción muy fuerte. Cuando canté “La coyunda”, silbar ahí en un estadio, en un silencio monumental... Era un ritual. Alfredo siempre formó parte de mi vida y al momento de componer yo referencio mucho con él, porque usa palabras del cotidiano y con eso te arma, en una canción, una vida.

-¿Y qué es lo que ya sabés del disco que vas a hacer?

-Del disco sé que “La canción y el poema” va a ir (se ríe), pero estoy como en el proceso de selección y escucha. Tengo la pretensión de elegir la instrumentación y los instrumentistas para cada canción, que no sea homogéneo. Mi idea es que la obra de Zitarrosa me atraviese a mí: el resultado final no lo puedo vislumbar.

-Pasemos al show del jueves en Sala del Museo. ¿Cómo te planteás el espectáculo?

-Este tiempo me llevó a componer algunas canciones, y una o dos van a estar. Algunas de Alfredo seguro, y me pasó en este período que volví a escuchar mis discos anteriores, que yo no lo hago, ni siquiera Viajera. Y seleccioné canciones de todos, como para hacer un repaso. Y es una gran excusa para encontrarnos y para volver a cantar; yo hace un mes empecé a cantar de vuelta todos los días en mi casa, porque vas perdiendo el entrenamiento.

-El nombre de este show, De barro y de luz, viene de dos canciones de Temporal que son dos caras tuyas. “Barro” es bien tanguera, dramática, y “Luz” es una canción pop, con su llevada candombera, y luminosa. ¿Te encontrás entre esos dos mundos?

-Sí, y yo soy una persona que, en mi forma, transito poco los grises. Me encuentro de repente en un lado o en el otro, y he trabajado mucho a lo largo de mi vida para estar en los grises, porque es muy agotador estar en un lugar o en el otro. Una cosa que sí aprendí es que uno puede tener sus formas, sus pensamientos y así y todo saber que existen otras posturas y matices y se puede convivir. Pero sí, en el disco está eso. “Barro” es como si fuese el legado, lo que yo tomé de mi historia y lo que siempre me ha querido dar mi entorno musical y familiar; nací Malena y Malena canta tango. De hecho “Barro” está compuesta con títulos y frases de tango, es lo que traigo. Y “Luz” es lo que viene, lo que creo a partir de. Es como un porvenir en presente, la propia creación del futuro en el momento presente.

-¿”Luz” tiene destinatario o destinataria real?

-No. Siempre tuve la sensación, de fondo, de que estaba creada para alguien. Yo tenía la idea de que cuando dice “te pareces tanto a mí”, el depositario de esa canción es cualquier persona; es casi una propuesta a ver en el otro un par y a verme a mí en el otro. Después me pasó que conocí a una persona y la canción fue un presagio de eso en mi vida, pero en el momento exacto no tuve tal conciencia y fue más genérica.

-Porque el “te pareces tanto a mí” también puede ser una forma de cantarle a esa Malena de "Barro", pienso ahora.

-Sí, y a la Malena que va a venir. Porque también esa canción dice “Veo venir a mi niña que regresa”, y me pasó en un momento que me di cuenta que venía con mi niña adolorida y que necesitaba cuidarla, y me dediqué a eso. Es como la reconciliación con parte de vos mismo, y ese sanar te permite construir a futuro o tener las ganas de ver venir a ese vos que tiene luz entre la gente, pero que no por eso es más o menos que nadie. No sé, me gusta mucho lo que me enseña esa canción, y siempre me estoy testeando si no me estoy corriendo de ese pensamiento, de esa forma de ver la vida. Es una canción que siempre me interpela.

-En una entrevista en La Tele hablaste del concepto de “sequía”, que se te apareció en este tiempo. ¿Qué trae?

-Esta idea me surgió en 2018, un domingo de esos medio soleados, en el apartamento de Montevideo, y me vino la palabra. Y pensé qué pasa en los territorios áridos, y qué pasa en la sequía de uno. También está el tema de la edad; estoy por cumplir 50 años que es un momento bisagra en el existencialismo. Y a todo eso le hice un paralelismo con la sequía, después de haber pasado un temporal tan prolífico. Y un día estaba en el campo y me vino una idea: (canta) “Ay de mí, la espera se terminó, que en la mañana no esté vencido mi corazón”. Me empezó a salir una cosa medio folclórica, que dice todo el tiempo las cosas que queman, y al poquito tiempo vinieron los ensayos allá en Melilla. Entonces empecé a ver las cosas que pueden surgir desde ese lugar que parece vacío. Ahora estoy tratando que las canciones que están saliendo se corran de ahí, porque todo un trabajo de canciones desde ese lugar puede ser devastador (se ríe).

-¿Ya estás completamente abrazada a la compositora?

-¿Vos decís? (Se ríe)

-Bueno, pienso en todo lo que implicó Temporal, tu primer disco 100 por ciento propio, en el que te corriste de la casilla del tango con el riesgo que eso trae respecto a la respuesta...

-La compositora es muy parecida a mí, entonces también vive en el cero y en el 100. A veces le parece que salió todo bárbaro y otras veces dice: ‘Yo esta carpeta la tendría que tirar y hacer de vuelta’... Por eso no sé si estoy tan abrazada. Capaz me llamás un día y estamos en un idilio y otro día estamos en países diferentes. Sí me siento mucho más segura, porque en algún momento decidí que muestro esto que es lo que tengo. No es que lo estoy haciendo para conformar a nadie.

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