Desde su nacimiento, Blurred Lines fue un tema polémico. A mediados de 2013, cuando salió su videoclip oficial, el asunto en discusión eran los desnudos recurrentes en el clip, protagonizado por sus creadores, Robin Thicke y Pharrell Williams, los mismos que ayer fueron declarados culpables de plagio por un tribunal federal de Los Angeles.
Según el dictamen del jurado, Blurred Lines es "una copia" del tema Got To Give It Up publicado en 1977 por Marvin Gaye. De esta manera, Williams y Thicke deberán pagar a los herederos de Gaye 7,3 millones de dólares. El álbum que incluye la canción generó ingresos por valor de 5,6 millones de dólares para Thicke, 5,2 millones para Williams y entre 5 y 6 millones para la compañía de discos, Interscope.
"A pesar de que respetamos la Justicia, estamos muy decepcionados por el veredicto, que sienta un horrible precedente para la música y la creatividad del futuro", expresaron por su parte los músicos en un comunicado. Y vale la pena detenerse en este punto, muy cierto a juicio de quien escribe. Blurred Lines toma elementos evidentes de Got To Give It Up (las voces de fondo, la percusión, la voz principal en falsete), pero parece ser más un tema influido por el de Gaye que un tema que busque copiar descaradamente a su antecesor.
En el juicio, Thicke interpretó al piano varios clásicos pop que se parecían entre sí para demostrar que eso no es precisamente un plagio. No tuvo suerte, aunque tenía razón: en la música existe un número limitado de notas y por lo tanto de combinaciones posibles entre ellas. Asimismo, las progresiones de acordes en la música pop suelen repetirse con tanta frecuencia que habría que vivir de plagio en plagio si se siguiera este nivel de exigencia.
No es un asunto nuevo y le ha pasado a todos, incluso a Los Beatles con su recordado Come Together, incluido en Abbey Road (1969). La discográfica de Morris Levy acusó a Lennon de haber copiado un par de líneas del tema You Cant Catch Me de Chuck Berry. A cambio, Lennon se ofreció para versionar un par de temas propiedad de Levy y dar por terminado el asunto. Después de Los Beatles George Harrison lanzó su disco solista All Things Must Pass (1970) capitaneado por My Sweet Lord; el sello Bright Tunes lo demandó por plagiar Hes So Fine (1962) de Ronald Macky. Harrison terminó pagando medio millón de dólares bajo el cargo de "plagio inconsciente" (léase: coincidencia). Le pasa hasta a los mejores.
Ni el Rey del Pop está libre. Wanna Be Starting Something abría el mítico Thriller (1983). Al escucharla, el camerunés Manu Dibango lo acusó de haber copiado su tema Soul Makossa. Jackson debió pagar 200 mil dólares.
El que quizá es el tema más conocido de Radiohead, Creep (1992), supuso un trago amargo para Thom Yorke, que tuvo que incluir a Albert Hammond y Mike Hazlewood de The Hollies como coautores porque The Air That I Breathe es muy parecida.
También en los 90, los Gallagher de Oasis tuvieron problemas: Shakermaker (1994) les costó medio millón de dólares por su extremo parecido con Id Like to Teach the World to Sing (1971) de The New Seekers.
Thicke y Williams pagarán 7 millones por plagio a Gaye