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Joven director que merece más oportunidades

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La Filarmónica de Montevideo conducida por el joven director uruguayo Diego Naser, presentó un atractivo programa compuesto por obras de Barber, Bruch y Schubert.

Comenzó con el emotivo "Adagio para cuerdas" de Barber, escrito en Roma en 1936 como segundo movimiento del "Cuarteto de cuerdas nº 1". En enero de 1938 el compositor lo transcribe para orquesta y se lo manda a Arturo Toscanini. Este último lo estrenará en Nueva York con la Orquesta Sinfónica de la NBC, el 5 de noviembre de ese año.

Naser consiguió que la Filarmónica se expresara al máximo, con una calidad de matices como pocas veces se escucha, dando el valor que el compositor impuso a los silencios que dicen tanto en esta obra y haciendo que la pasión aparezca contenida.

Luego se interpretó el hermoso "Concierto para violín y orquesta nº 1" del alemán Max Bruch, obra poco frecuentada en nuestras salas. La solista fue la violinista compatriota Cecilia Penadés. La primera versión de este concierto se realizó en Koblenz, el 24 de abril de 1866, con el violinista Otto von Königslöw, y teniendo al autor como director. Pero la versión definitiva se presentó dos años después, el 5 de enero de 1868, a cargo del destinatario de la obra, el violinista húngaro Joseph Joachim —quien asesoró en la parte técnica al compositor—, y siendo la orquesta dirigida por Karl Reinthaler.

Penadés ofreció una interpretación correcta, tal vez demasiado cerebral. Se notó particularmente la falta de pasión en el último movimiento, pues Bruch al igual que Brahms en su concierto introdujo brillantes ritmos y acentos gitanos en clara alusión a la patria de Joachim.

Naser acompañó magistralmente a la solista, y en las oportunidades en que la orquesta quedaba sola, logró transmitir la esencia romántica que impregna este concierto. Para cerrar esta audición se escuchó la "Quinta Sinfonía" de Franz Schubert. En ella se pudo apreciar el prolijo trabajo que realizó Naser con la Filarmónica: su batuta fue admirable por la claridad, no necesitó realizar gestos superfluos de efectismos visuales para que los músicos le respondieran, y consiguió en forma sencilla transmitir su intención interpretativa.

Naser merece que nuestras orquestas le den más posibilidades de familiarizarse con la dirección orquestal. Que no ocurra en este caso como a otros artistas, que han tenido que realizar su labor en el extranjero porque en su país no se les reconoce.

Programa: Adagio para cuerdas op.11 de Samuel Barber, Concierto nº 1 para violín y orquesta op.26 de Max Bruch y Quinta Sinfonía de Franz Schubert.

Orquesta Filarmónica de Montevideo.

Director: Diego Naser. Solista: Cecilia Penadés (violín) - Dónde: Teatro Solís - Cuándo: 12 de noviembre.

Crítica - Clásica

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