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Jon Bon Jovi habla de su nuevo disco: "El rock and roll puede envejecer con gracia"

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Jon Bon Jovi

ENTREVISTA

El líder de una de las bandas más populares de la música americana edita "2020" y cuenta cómo es ser una estrella desde hace 40 años y de cómo la pandemia estuvo cerca de él

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Antes de convertirse en una exitosa estrella de rock a nivel internacional, Jon Bon Jovi era un adolescente de Nueva Jersey que tocaban en bares con su grupo, limpiaba pisos y trabajaba como el recadero en Power Station, el famoso estudio de grabación en Nueva York del que su primo Tony Bongiovi fue uno de los fundadores.

“Vaya lugar para hacer tus pinitos mientras sigues perfeccionando tu arte en bares con tu grupo”, dijo Bon Jovi, de 58 años, sobre sus días en Power Station. “Cuando tienes 19 años, ¡pagas para que te manden por café! Era lo mejor que pude haber deseado cuando seguía tocando en bares y acababa de salir del bachillerato”.

Este músico veterano y la banda que lleva su nombre acaban de sacar un álbum nuevo, 2020, con las canciones más temáticas de su carrera.
En esta entrevista, el líder de Bon Jovi comentó sobre distintos temas. Descubrí lo mucho que las cosas se desviaron de curso cuando su naciente grupo abrió para ZZ Top en 1983  y también habló sobre el impacto del COVID-19, pues este año lo padecieron su hijo de 18 años, Jacob, y dos de sus compañeros de Bon Jovi, el tecladista David Bryan, de 58 años, y el percusionista Everett Bradley, de 57 años.

—La pandemia del coronavirus ha llegado a la puerta de tu casa, en términos tanto personales como profesionales. Según tu experiencia, ¿qué le dirías a la gente que no se toma en serio la pandemia?

—Bueno, como nos llegó de cerca, podemos decir con toda sinceridad que es muy real, ya sean los casos (malos) como los de mis compañeros de grupo, el caso de uno de mis hijos, que fue muy leve, o nuestros amigos. Perdimos a tres personas que conocíamos de manera personal, así que creemos que es muy real y hemos sido muy cuidadosos.

—Un artículo reciente de la revista Billboard se refería a ti como “el artista del glam metal”. Incluso en los días de tu álbum de 1986 Slippery When Wet, no estoy seguro de que podrías calificar como un artista del glam metal, ni que quisieras serlo, ¿o sí?

—Nos encasillaron en eso. La verdad es que juzgamos a un libro por su portada. En esa época, era lo fácil. Dijeron: ‘Ustedes entran en este montón’. Y si te veías como A Flock of Seagulls y U2, ibas en ese montoncito. Si te veías como Madonna, era otro montoncito: lo mismo si lucías como Michael Jackson. Esos montoncitos eran las tres definiciones de los 80. Pero la verdad era que, si ibas (a durar) tenías que tener un catálogo de música que te representara de otra manera. Así que siempre estuvimos en nuestro propio recorrido por intentar ser leales a quienes éramos y crear nuestro camino… esa es la meta. Con The Rolling Stones, puedes decir que se inspiraron en Muddy Waters y John Lee Hooker, y luego se volvieron los Stones. El primer disco de The Beatles fue un cover’, y luego se volvieron The Beatles.

—¿El rock ’n’ roll puede envejecer con gracia? Y de ser así, ¿sigue siendo rock ’n’ roll? Los Stones parecen indestructibles.

—Creo que los Stones son un gran ejemplo. Pero, al menos yo, quisiera que se retiraran siquiera por una razón: ¡sabría cuál es el límite! Siguen siendo un increíble grupo para disfrutar en vivo. Hace rato mencionaste a Bruce (Springsteen) y obviamente es excelente dando funciones. McCartney sigue yéndose de gira todo el tiempo y el año pasado sacó un disco nuevo. Si quieres pensar en U2, quienes tienen nuestra edad, está claro que son una gran banda de rock que sigue haciendo giras. The Eagles son otro ejemplo excelente de una banda que se va de gira y continúa cantando y tocando muy bien. Entonces sí, sí creo que el rock ’n’ roll puede envejecer con gracia.

—¿Cuán igual siguen siendo las cosas para ti desde 1989, en términos de seguir con los pies en la tierra?

—Bueno, quisiera pensar que todo sigue igual. Sigo con la misma esposa y el mismo acuerdo con la disquera, pero ahora se unen cuatro hijos. Ahora estoy de camino a Nueva Jersey, igual manejando en mi carro, así es la vida. Nunca nos ‘volvimos Hollywood’, simplemente no me interesó.

—Al final de tu adolescencia trabajaste en Power Station, el estudio de grabación neoyorquino de tu primo. ¿Qué aprendiste allí que te ha acompañado durante todos estos años?

—Una lección duradera que aprendí es: “Entre más grande es la estrella, más amable es la persona”.

—Leyendo entre líneas, ¿podemos entender que lo inverso también es cierto?

—Sí, muchos de los tipos que ya no son famosos eran los más demandantes en el estudio y con el personal y la compañía disquera. Recuerdo que los Stones eran ejemplares. Recuerdo este incidente que tuvieron con unos paparazzi mientras yo y mi banda nos bajábamos de un taxi. Le estábamos pagando al taxista, con monedas, cuando los Stones estaban entrando al estudio. Eso fue en los primeros meses de 1981, si mal no recuerdo. Al salir del taxi, como que nos interpusimos entre los paparazzi y protegimos a los Stones, lo cual les encantó y se rieron. Mick posó para una fotografía conmigo y mi pequeña banda, y dijo: “Sí, esta es mi nueva banda, ‘Las Ranas’”. Nos tomamos la foto y los Stones nos preguntaron: “¿Cómo les va? ¿Qué tal los demos que están haciendo?”. Nunca se te olvida algo así.

—¿Cómo sabes cuando está concluida una canción o un disco?

—No sé si lo sabemos mientras se está grabando. Es más probable que sea cuando estás mezclando y le dices al ingeniero: “Eso no hace falta” y se quitan los desvanecimientos para que la canción cuente la historia de un modo económico, transmita el mensaje y, cuando la tocas en vivo, se escuchará y se verá igual (que en el disco).

—¿Has vivido el fenómeno musical de la “grata sorpresa”, cuando vas en una dirección y luego pasa algo inesperado que mejora la canción?

— Sí, si pasa. Déjame pensar si pasó en este disco. Me pasó en el anterior, This House is Not for Sale, y puedo citarte ejemplos. Tengo que pensar en este nuevo. Dame un segundo. Creo que sinceramente puedo decirte que, con 2020, tenía este disco en mi mente cuando llegamos al estudio, las canciones estaban escritas y así es como sonaría. Pero en nuestro disco anterior, había una canción que se llamaba “New Year’s Day”, escrita en un c’ompás de ¾, tipo vals. Y el grupo me decía: “La letra dice una cosa y la música suena como algo diferente”. Tico (Torres, el baterista) citó un ejemplo tocando un compás de cuatro tiempos en su bombo. Pude cantar sobre eso y sentí esa energía, y los chicos siguieron eso y se convirtió en un cambio energético que representaba el título “New Year’s Day”. Las sorpresas son la razón de ser de una banda y no cantar como solista. Cuando estás con una banda y creas algo desde cero, ahí está la magia.

—¿Qué aprendiste cuando Bon Jovi empezó a tocar en arenas y estadios abriendo para otros grupos?

—Te parabas en el escenario y tenías que ganarte el corazón de la gente. Tocábamos con un abanico amplio de espectáculos musicales. Abrimos para Judas Priest y 38 Special en el mismo año. Abrimos para los Scorpions y Kiss. Íbamos a donde fuera y tratábamos de ganarnos a una multitud. Más o menos así es como pasabas de ser una banda de bares a ser el número principal en una arena y llegar al nivel de los que tocan en estadios, porque sabes cómo entretener al público y cómo estar ante una audiencia que no conoce tu idioma o tu música.

—¿Cuál ha sido la peor presentación de Bon Jovi?

—Me vienen a la mente un par. Uno fue en el Madison Square Garden, en 1983, al abrir para ZZ Top. Eramos unos desconocidos, aunque nuestra canción “Runaway” se escuchaba en la radio. Se supone que Richie (Sambora) empezaría la primera canción, pero su guitarra estaba muerta. El público pasó de aplaudir un poco a gritar a viva voz: “¡ZZ Top! ¡ZZ Top!”. ¡Tocamos nuestro set de 30 minutos en 17!

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