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James Blake o por qué la melancolía también tiene su lado luminoso

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James Blake

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Se editó Assume Form, el nuevo disco del británico que estuvo en Uruguay en 2012

James Blake
James Blake, un muchacho inquieto

Parece cuento pero James Blake estuvo en Montevideo el 8 de mayo de 2012. Eran tiempos en que empezaba a construir un nombre y una forma de trabajo que lo llevó a colaborar, entre otros, con Kanye West, Beyoncé, Frank Ocean y Kendrick Lamar, toda gente que no anda escatimando en talento ajeno. Por entonces, vino a La Trastienda a presentar su primer disco, en el que perfilaba un sonnido que combinaba sensibilidad electrónica con sonidos de un género del que es referencia inevitable, el dubstep.

Siete años después, Blake, que recién tiene 30 años, acaba de editar su cuarto album Assume Form, en el que sigue explorando dentro de los confines de su sonido habitual pero integrando algunas influencias nuevas. Es un disco calmo, lleno de detalles de varios géneros de la música negra.

En algunas canciones participan gente como Travis Scott y André 3000, pero lo más llamativo, desde este lado del mundo donde Blake y sus referencias son figuras marginales o de nicho, es la participación de Rosalía, la artista española que tiene a todo el mundo, y con razón fascinado. Están juntos en “Barefoot in the Park”, una canción bilingüe y romántica que sintetiza muy bien algunas intenciones del disco: si por un lado tiene la melancolía minimalista de sus anteriores trabajos, también hay una amplitud hacia nuevos sonidos. El resultado deja claro, además, que tanto Blake como Rosalía provienen de una misma sensibilidad moderna y global que elude fronteras y géneros.

El resto de Assume Form también tiene esa mirada sobre sonidos contemporáneos, principalmente, la música negra de estos días. Por ejemplo, en “Mile High” (donde están Scott y Metro Boomin’) o en “Where’s the Catch”, donde el sonido límpido de piano de Blake es invadido por el rapeo de André 3000 y por un ritmo sincopado que no consigue ocultar cierta tristeza.

“Quería, por lo menos para esta disco, alejarme de esconder demasiado lo que quería decir con mucha metáfora”, le dijo Blake al sitio Exclaim. “Quería intentar y decir las cosas que quería decir. Hacer eso a veces puede asustar. Y creo que fue el miedo lo que hizo que no me atreviera antes”.

Es, así, el disco más personal de Blake, quien reniega de que lo definan como un muchacho triste pero no hace nada para evitarlo. Es la obra, en todo caso, de un muchacho enamorado, que empieza a descubrir las novedades de la vida adulta.

Que lo comparta con esta colección de un pop negro lleno de capas de sonido que amplían el interés hacia su música es cosa buena. Assume Form es una amable compañía y el disco de un artista contemporáneo.

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