Sonidos que andan en la vuelta
Jack White se desordena en su álbum
El rockero Jack White no quiere hacer canciones que se escuchen en los de sus vecinos. Como el integrante de The White Stripes, que formó junto a su esposa y luego expareja Meg White, ya logró eso.
Desde el desarme de esa banda, White no ha parado. Integra las bandas The Racounters, The Dead Weather y está al frente de su propia compañía discográfica, Third Man Records, en Nashville, ciudad donde actualmente vive.
Además, no ha dejado de escribir sus propias canciones. Editó dos discos solistas (los excelentes Blunderbuss y Lazaretto, de 2012 y 2014 respectivamente) y el año pasado recopiló su faceta acústica en Acoustic Recordings 1998–2016, un infaltable para los fanáticos de los Stripes y el propio White.
En esos trabajos, el cantante y guitarrista reemplazo el blanco y rojo (dos colores que marcaron toda la imagen de su ascenso al rock estadounidense en las décadas de 1990 y 200) por el azul y el negro.
Ese cambio tiene un sentido más allá de lo estético. No solo White es hoy un compositor más maduro y con experiencia (además de un mejor músico en general), sino uno también más proclive a la oscuridad.
En su nuevo álbum, Boarding House Reach, la figura de White fue removida de la portada y reemplazada por un modelo andrógino, que se para sin mucha expresión bajo una cabellera hecha de nubes.
La falta de identidad de esa presencia se refleja en parte de Boarding House Reach, un trabajo rockero y poco convencional de White, quien parece haber decidido arrojar el concepto de canción por la ventana.
El álbum está repleto de pasajeros que recuerdan al rock eléctrico y de golpes certeros de los Stripes, pero son las canciones que parecen improvisaciones en el estudio —como la delirante “Corporation” (que suena a la banda sonora de una serie de comedia policial de la década de 1970) o “Respect Commander”(que tiene un falso comienzo)— las que sobresalen.
Boarding House Reach es un aporte valioso a la discografía del rockero estadounidense, aunque a veces se siente muy desordenado en su propuesta. Eso sí, su complejidad amerita más de una sola reproducción.