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Hermanos Láser: cinco años de metamorfosis que dejaron un disco para toda la vida

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Hermanos Láser. Foto: Leo Mainé

Entrevista

La banda editó hoy uno de los trabajos más esperados del año, y lo toca a fin de mes en Inmigrantes

En mayo de 2013, Los Hermanos Láser sorprendieron con un disco debut que era el comienzo de una nueva etapa surgida de los restos de Vieja Historia, que en la década anterior destacó en la escena emergente. Esas 10 canciones del álbum sin nombre se abrieron paso con rapidez en el público, con una belleza pop arrebatadora. La fuerza de los estribillos, la sensibilidad de la lírica, cierta tristeza vinculada al amor en sus varias formas y disimulada con un pulso folk que tira a lo optimista, fueron virtudes que cautivaron.

“El primer disco tuvo una expansión que no esperábamos, nos hizo tocar más de lo pensado”, explica el bajista Gastón Solari sobre la demora que hubo entre aquel debut y el sucesor, El problema de la forma, que desde hoy está en plataformas digitales y que, desde hace rato, es uno de los títulos más esperados del rock uruguayo. Por suerte, está buenísimo.

Esa expansión y la agenda inesperada de toques, hizo que el público se agotara del show de los Láser tanto como la banda, que se vio exigida a buscar recursos para refrescar el repertorio y que, en un momento, pausó la actividad para entregarse al proceso creativo.

En eso, en la creación, Hermanos Láser estuvo metido los últimos cuatro años.

Para Sebastián Cáceres, guitarrista y armonicista, fue una temporada que se pareció a "una prueba de resistencia de materiales": dice que a las canciones de "El problema de la forma" las torcieron, "las pusimos en agua caliente, al sol una semana.... Y si sobrevivieron a eso, es que son buenas".

Y es cierto. Las canciones que componen este disco se lucen en sí mismas, pero a la vez están enmarcadas en una narración casi cinematográfica, en la que se repiten los cuestionamientos sobre la identidad, la transformación y la incertidumbre. El verso “Lleva tiempo ser el mismo”, del corte de difusión “Tormentas”, resume la lírica del disco y, por qué no, el camino Láser de este último tiempo.

En vivo

Canciones que están listas para rodar

Para celebrar la salida de El problema de la forma, Hermanos Láser vuelve a tocar en el único lugar donde lo hizo este año: en Inmigrantes (Paullier y Guaná), en una doble fecha. Los shows serán el viernes 28 y sábado 29 de este mes, desde las 23.30, y las entradas anticipadas se consiguen en el lugar, de martes a domingos desde las 18.00.

Armar la escena

“El disco suena a cambio, suena a algo distinto: nos permite transformarnos, y eso tiene tremendo valor”. En el sillón de una sala luminosa en la calle Durazno, el cantante y guitarrista Martín Cáceres intenta poner en palabras lo que le genera el nuevo disco de Hermanos Láser, recién editado.

Es un ejercicio que su hermano Sebastián, compañero de grupo, no está listo para hacer: dice que procesar un trabajo propio le puede llevar seis meses, un año, no sabe. Y es un planteo que Solari responde con mirada personal y a la vez técnica. Para el bajista, El problema... es rico en lo musical, tiene melodías con las que uno podría casarse, tiene pasajes para descubrir y, sobre todo, una sonoridad: la de una banda.

Los Láser (completan Ignacio Vecino en guitarra, Flavio Galmarini en batería y Francisco Cunha en visuales) están de vuelta con un material que es hermano de su ópera prima —el disco que le dio origen a la banda, porque primero hubo canciones y después gente para tocarlas—, pero del que a la vez se despega con naturalidad.

El problema de la forma suena a cambio, dice Martín, y tiene razón. Y tal vez ahora, esa sea la definición que mejor le quepa: a este grupo de 10 temas nuevos, algunos ya conocidos por el público, habrá que dedicarles no sólo tiempo sino también cariño, para procesarlos con cierta profundidad. Es el viaje que toca hacer.

Aunque en la charla insisten en que mucho de lo que se escucha no fue buscado, Sebastián reconoce que se prestó atención a “armar la escena”, y que en eso influyó el productor, Gabriel Casacuberta y su vínculo con el mundo audiovisual.

Y esta gran escena, que arranca con “Australia” y el sonido de un didyeridú, es la de el viaje interior de alguien que se deja caer entre overdubs en los que se funden guitarras, armónicas, baterías, bajos, loops (hubo proyectos de hasta 130 pistas; la mezcla fue de Nicolás Demczylo); de alguien que rompe fórmulas y se arriesga para ver qué hay del otro lado.

En el fondo, dice Martín, el mensaje es “continuar, continuar a pesar de que los lugares en los que tengas que adentrarte para eso sean oscuros”. Entonces sí, el disco tiene oscuridad, pero tiene una riqueza profunda (“Selva” es la síntesis perfecta); y un giro explícito en el trabajo vocal, que tiene que ver con, asegura el cantante, “una necesidad de no gritar cosas que gritan por sí mismas”.

“Pero lo que te pasa a vos y lo que nos pasa a nosotros habla bien del material”, dice Solari, “que es algo con lo que te podés quedar para toda la vida. Es un disco al que podés recurrir cuando tengas ganas, y eso, para mí, tiene mucho valor”.

—Pero es algo que también pasa con el disco anterior.

Gastón Solari:

Es que a nosotros nos gusta trabajar mucho las cosas. Es otro de los motivos por los que demoramos: le metemos mucho cariño y pasión a lo que hacemos.

Sebastián Cáceres: Y el mundo está lleno de canciones. Si vas a agregar una arriba, que sea porque realmente vale la pena.

Detalles

El proceso de un álbum íntimo

El problema de la forma tuvo dos grandes etapas de grabación, separadas en el tiempo, en lugares conocidos y familiares para el grupo. La casa donde transcurrió esta entrevista, o sea, “el búnker”, fue la sede del primer tramo, en el que nacieron cuatro canciones que iban a ser editadas en solitario, pero que terminaron completando un disco al que se le sumaron seis temas más. Para el segundo tramo, la sede fue la casa del guitarrista Nacho Vecino. “Necesitamos una intimidad bien grande para hacer las cosas”, dice Martín Cáceres, para explicar en parte cómo funciona el universo creativo de los Láser. A ese universo se integró, para El problema..., Gabriel Casacuberta como productor artístico. La banda necesitaba de alguien que sintetizara las ideas de todos sus integrantes, y Casacuberta fue el elegido porque, explica Sebastián Cáceres, “sabíamos que era alguien a quien íbamos a embarcar en un viaje engorroso, y tenía que tener espalda para bancar la toma. Y así fue”.

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