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Harry Styles, la estrella buena del pop y el rock que está en sintonía con el nuevo mundo

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El cantante Harry Styles. Foto: Hélène Marie Pambrun

NUEVO DISCO

El cantante y ex One Direction, lanzó su segundo disco solista, "Fine Line", en el que amplía sus influencias. Tocará en Argentina el año que viene

Se estrena como comediante en Saturday Night Live y hace un desempeño gracioso en su monólogo inicial, burlándose de su propio origen artístico en una banda de chicos, o en tubos de ensayo como bebés probeta creados por Simon Cowell. Se anima a una cita pública con su exnovia, la bellísima Kendall Jenner, y hacen reír a millones en un segmento del late show de James Corden. El año pasado debutó en cines de la mano de Christopher Nolan, con un papel pequeño en su elogiada Dunkerque que se llevó tres Oscar y obtuvo otras cinco nominaciones. Su cara nació para estar en la cámara: lo saben los fotógrafos de las revistas que lo retratan incontables veces por año, con trajes coloridos y recargados de bordado, con vestidos, y hasta ha posado con un tutu rosa de bailarina de ballet. Todos aman a Harry Styles que, por encima de todo eso, es la estrella pop —y estrella rock— del momento, y un músico cuyo talento trasciende por lejos una sonrisa que eclipsa.

Hablamos de Harry Styles porque la semana pasada editó su segundo disco solista, Fine Line, con el que comprueba que la solidez de su álbum debut no fue una falsa esperanza, y también deja en claro que está ampliando los límites de su identidad musical, que ya no está tan exclusivamente arraigada a las influencias rockeras como en el debut homónimo. Hay más pop moderno y también más soul, con algunos momentos explosivos como “She”, que es pura sensualidad a lo Prince, mucho falsete y un solo de guitarra eléctrica de esos que podrían durar para siempre aunque bueno, para siempre es demasiado.

Con este disco, vino el anuncio de una gira que lo traerá por América del Sur pero no por Uruguay. Los shows regionales serán en Argentina, donde una vez más agotó entradas para el 11 de octubre en cuestión de horas, así que agregó función para el 12; ambas serán en el Estadio Hípico. También estará en San Pablo y Río de Janeiro, en Santiago de Chile, Lima y Bogotá; y recorrerá Europa y América del Norte con su música. Se lo ve imparable.

Es que si alguna vez fue un bebé probeta de Simon Cowell, metafóricamente hablando, esta juventud suya no podría haberse imaginado mejor. Con 25 años, es la estrella pop apta para todo público: tiene con qué conquistar al rockero cuarentón que nunca escucharía a alguien como él y sin embargo termina cediendo. Tiene la buena reputación como para que cualquier padre o madre acepte que su hijo o hija lo tenga como ídolo (si en este disco hasta tiene un tema llamado “Treat People With Kindness”, muy beatle por cierto). Tiene el perfil de galán canchero que también podría ser un mejor amigo, capaz de conquistar cualquier tipo de corazón. Y encima tiene la conciencia y el discurso de un ídolo de estos tiempos: redefine su masculinidad e ignora el paradigma binario, se pinta las uñas y se carga de anillos y dice que a nadie —aunque sus relaciones con las mujeres más lindas han estado en la prensa rosa una y otra vez— le debe importar nada sobre su sexualidad.

Por eso, mientras el sitio Pitchfork asegura que con Fine Line, Harry Styles “se esconde a sí mismo en un disco místico de pop rock que nos mantiene alejados de quién es como compositor e incipiente estrella de rock”, la revista GQ afirma que el muchacho es “la estrella de rock que necesitamos, y la estrella pop que nos merecemos”. Porque más allá de que cada uno mira la realidad con el lente que quiere verla, el británico está jugando un papel que pasa de lo netamente artístico para toda una generación que lo sigue y admira. ¿Habrá alguna estrategia de marketing en su conducta intachable, sus relaciones mediáticas y sus maravillosos atuendos más allá del género? Es una probabilidad. ¿Es condenable? En absoluto.

El cantante Harry Styles. Foto: Hélène Marie Pambrun
El cantante Harry Styles. Foto: Hélène Marie Pambrun

Styles ha sabido cómo impulsar una carrera personal alejado de los compinches y del sonido que lo llevaron a la cima, es decir, One Direction, la agrupación con la que en 2014 se presentó en el Estadio Centenario. Dejó de lado el sonido pop de fábrica para darle paso a las que, dice, son sus grandes influencias de siempre (los clásicos: Beatles, Bowie, Fleetwood Mac y así). Y encontró nuevas formas, que en su debut Harry Styles fueron más bien acústicas, tirando a melancólicas, un cruce de baladas folk con algunos rocks más potentes.

Ahora, para Fine Line, el británico está un poco más sensual, un poco más pop, un poco más funky electrónico. Está un poco más arriesgado y abierto, de camino seguramente a una identidad más sólida y definida, pero haciendo un recorrido bien interesante que no sólo deja entretenimiento, sino entusiasmo y esperanza. Que eso venga acompañado de su porte de galán y de una apertura mental propia de una nueva era, solo refuerza ese entusiasmo. Para qué negarlo.

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