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El Gucci: "Trato siempre de apostar a cosas grandes"

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"Siempre he tocado en cantegriles para mafiosos o lo que sea", dijo. Foto: F. Ponzetto.
Nota a Gustavo Serafini, conocido como El Gucci, cantante uruguayo de musica tropical, ND 20150921, foto Fernando Ponzetto
Archivo El Pais

Al Gucci le encanta la gente. Cuando entra al bar El Gaucho, del que es habitué, saluda a todo el mundo con un "hadouken" o "asesino". Al cantar en fiestas le gusta sacarle una sonrisa a todos los invitados y charlar con ellos.

Por eso, una entrevista con él es como una charla con un amigo que no ves hace mucho tiempo, amena y llena de anécdotas, como la de aquella vez que un show en la fiesta de egresados de Medicina terminó en una guerra de agua, o más bien de cerveza.

Con una torta de fiambre de por medio —cada tanto me invitaba con un "servite, asesina"—y a lo largo de una hora charlamos de la música, las redes sociales y sus desventuras románticas. Porque a diferencia de lo que pasa con otras figuras de los medios, él parece ser tal cual se lo ve en la tele. Desfachatado, franco y alegre. Al principio de la charla suena de fondo la canción "Happy" de Pharrell y le sienta perfecto a una persona que no para de sonreír.

En una hora el teléfono del cantante no paró de sonar entre whatsapps, mensajes de Facebook y llamadas. Incluso, al final de la entrevista, cuando por fin atendió una videollamada, su productor le planteó hacer una gira por Miami.

Es que los dos últimos años fueron los años del Gucci. Como dice en su canción con El Reja, sus temas sonaron "en los countries y en los cantes". Fue elegido para varias publicidades. Estuvo nominado a los Graffiti el año pasado. Dio mil y una entrevistas.

Hace de todo y nada parece costarle demasiado, va con la misma disposición a la radio de una universidad como a la televisión. Y ese es justamente parte de su secreto, aprovechar su talento y carisma para estar en todos lados. "Pudiendo ir, estoy, lo más difícil a veces es despertarme", dice entre risas.

Aunque muchas veces el foco esté puesto en su vida personal, ahora de lo que habla con más emoción es de sus dos grandes proyectos del momento, el disco La música es música y su recital este 19 de noviembre en el Teatro de Verano. Ese concepto, que es el nombre del disco, es una de sus creencias más fuertes, que en la música no existen barreras.

Eso también puede deducirse al pasar un rato con él, tiene tatuados grandes personajes de la música tropical en los brazos, como Celia Cruz, acaba de grabar un tema con Guillermo Peluffo de Trotsky Vengarán, va a ir a un show de metal porque conoció a una banda en la sala de ensayos y en su auto sonaban Los Cafres y el Cuarteto de Nos.

—¿Es agotador preparar un show como el del Teatro de Verano?

—Para este show delegué el tema de la producción, porque antes lo hacía siempre yo, a huevo y como podía. Lo que tiene de bueno es que ahora tengo que preocuparme exclusivamente de cómo suena la banda y saber las letras. Después va a haber personas que se encarguen del resto. No sé si a vos te pasa, pero a veces me siento omnipotente, no sé si esa es la palabra en realidad, pero me gusta estar atrás de todo para que todo salga bien.

—Ahora desde hace un tiempo no estás tocando tanto...

—Para generar expectativa y que la gente me extrañe, no estoy más en el circuito de la música tropical, no estoy yendo a los bailes. Hago solo fiestas o agendo trabajos en el interior. Pero en realidad el ritmo es tremendo porque tenemos fiestas los martes, los jueves, fuerte los viernes y más fuerte los sábados. A veces los domingos.

—¿Te gustan o las haces por negocio?

—No, me encantan. Me estresa cuando son muchas fiestas, por ejemplo, el otro día tuvimos cuatro fiestas y nos fuimos a Tala. Y no es que yo canto, cobro y me voy. A mi me encanta y es parte de mí tratar de captar la atención de todo el público, no me alcanza con que diez pendejos que están adelante canten la canción. Está bueno que el resto por lo menos sonría. Para mí es vital. El otro día chuponeé a una señora de 70 años. Para mí es importantísimo que, más allá del público que te banca, vos te tomes el trabajo de convencer al resto de que se tienen que divertir contigo. Eso es agotador.

—Además tocás para todo tipo de públicos.

—Cuando grabé "Agua que me quemo" pasó algo similar a lo que pasó con "Cinco minutos" de Lucas Sugo, lo empezó a escuchar todo el mundo. No llegó a tener la magnitud que tuvo Lucas, pero fue algo que hizo que los niños, los jovencitos y los veteranos conocieran al Gucci. Empecé a hacer muchos cumpleaños infantiles. Esos fueron los primeros grandes cambios que viví.

—¿Sentís que superaste una barrera que había con la plena?

—Yo siempre digo yo he tocado en cantegriles, para mafiosos o lo que sea. Pero también puedo ir a una fiesta de universitarios y la pasan bárbaro, ahí pido palmas, hago trencito. Por suerte se está cortando el prejuicio y realmente se está escuchando en los countries y en los cantes.

—¿Sentís que colaboraste con eso?

—Capaz no queda lindo que lo diga... pero sí soy parte, es una nueva generación. Al principio vinieron palos para todos pero de a poquito la gente se dio cuenta de que ya estaba impuesto. Hoy están Rombai y Márama pero hace dos años nos atacaban y decían: "El gordo este, el otro gordo del Reja, los chetos de Vi-Em".

—¿Te molestó escuchar cosas así?

—No. A mí el tema de la gordura no me afecta, porque estaba enfocado. Cuando arrancamos para mí éramos los mejores. Yo parecía que estaba loco. Hoy escucho los temas y me quiero morir.

—¿Artísticamente sentís que mejoraste?

—Sí, pero mismo el tocar tanto te da eso. Te da empaste. Yo mejoré mucho a la hora de cantar.

—¿Tomaste clases?

—No, siempre a huevo. Estoy por tomar clase hace tres años. Pero tengo que dejar de ponerme excusas porque es mi herramienta de trabajo y tengo que meterme con eso.

—¿"Agua que me quemo" fue un mojón en tu carrera?

—Sí, salado.

—¿Intuías que iba a pasar eso cuando lo estabas grabando?

—Sí, aunque no tanto. Cuando yo decido hacer ese tema lo primero que se me viene a la mente fue a la gente bailando, con los brazos para arriba y gritando. Y pasó.

—¿Siempre pensás en eso? Si es bailable o no...

—Una de las cosas que más me interesa es la repercusión que puede tener en la gente. También me gusta que tenga algo gracioso.

—¿Qué otros mojones identificás?

—Tal vez es algo personal. Yo nunca tomé alcohol, nunca fumé, nunca me drogué, pero un día tomé la decisión de decirle a mi banda que mientras estábamos trabajando no se podía hacer ninguna de esas cosas. Al principio les resultó medio chocante, pero por suerte después lo entendieron. Otra regla es que en la camioneta no suben mujeres para la joda. Hay un preconcepto de que la música tropical es toda así, está asociada a ese estilo de vida de alcohol y drogas.

—¿Se están rompiendo las barreras musicales?

—No es que la música tropical sea discriminada, son recelos entre géneros y por suerte cada vez hay menos. Yo no siento celos o negatividad hacia nuestra banda.

—¿Te sentís un abanderado de la plena?

—Lo que ha pasado conmigo es que llegué a los medios entonces de repente les rinde que yo vaya a una entrevista y se caguen de risa conmigo. Pero como yo hay miles. Hay bandas con tremenda trayectoria como La Borinquen y Karibe con K, entonces me da vergüenza que me digan abanderado. Es como que hoy me toca ser el capitán. Yo creo que está bueno sentirse parte del éxito, no sentirse dueño del éxito. Esto es un trabajo de mucho tiempo.

—Cuando te metiste en la música ¿qué expectativas tenías?

—Ninguna, ser feliz. Era un hobbie. Y lo que empezó jugando terminó siendo esto, que se me fue de las manos. Hay cosas que si las digo parece de arrogante, pero a mí me mata que los niños se vuelvan locos con los temas, que los veteranos me saluden. Es divino, no me lo hubiera imaginado ni en un millón de años.

—¿Convivís bien con la fama?

—Odio la palabra fama, es más bien exposición. La fama la tiene alguien inalcanzable.

—¿Cómo llevás esa exposición?

—Estoy acá, la gente me saluda. Ser conocido es bravo y es divino. Por suerte el cariño de la gente es cada vez más, cada vez que pienso que no puedo llegar a más siguen pasando y apareciendo cosas lindas. Al principio me preguntaba "¿Hasta cuándo?, ¿qué más falta", ahora ni me preocupo por pensar en eso. Trato siempre de apuntar a cosas grandes. Mirá si me hubiera quedado con las ganas de plantear que quería hacer el disco La música es música.

—Estás muy entusiasmado con el disco, ¿no?

—Yo me tengo que medir lo que digo para que no se malinterprete. Pero no puedo ser modesto, este disco para mí es un paso histórico para la música tropical. Va pasando el tiempo, y veo la repercusión de la gente. Cuando hice El Gucci Sinfónico me ponían "gordo terraja, andá a La Pasiva". Y sin embargo en este con Rada no solo los comentarios negativos son muy pocos, sino que los positivos hablaban de cultura, decían "más uruguayo que esto no hay nada". Eso me hizo pensar que este es un disco histórico para la música nacional. Porque yo dudo que esto vuelva pasar. ¿Quién más explota? ¿Rombai? ¿Márama? Dudo que estos monstruos graben con ellos. No es por nada, yo los aplaudo.

—¿La música te hace feliz?

—Sí, es lo más grande que hay. Me imaginaba lo lindo que debía ser vivir de esto, pero es inexplicable lo que me está pasando ahora. Más allá de la plata, lo que me importa es el cariño día a día de la gente.

"Hoy estoy enamorado de este proyecto"

—¿Cómo surgió la idea de grabar con grandes de la música como Ruben Rada y Mandrake Wolf?

—Este era un sueño, un deseo que tenía y un día pasó a ser un proyecto. En el momento que estoy siento que tengo que atajarme de que los que se acerquen no sea para sacar provecho. Entonces se me acercó el que hoy es el productor, Robert Pintos y me pareció medio chanta, pero me empecé a llevar con él. Yo le planteé que quería hacer un disco que se llamara "La música es música" y manejando ese concepto grabar con Rada, Jaime Roos, con Nasser, La Vela... El día que me presenta la maqueta con Rada casi me muero, me tapó la boca, me hizo amarlo el doble y cortar el prejuicio que tenía cuando lo vi. Empezamos a llamar y todos se sumaban. Ahí es cuando empecé a ver el reconocimiento al Gucci como artista, me cayó la ficha. Hacer esto yo sabía que era sumamente arriesgado y que la primer respuesta que iba a esperar de todos era un "no". Hoy me dicen que no y de repente me cuesta entenderlo. ¿Por qué no? Hoy estoy enamorado de este proyecto, cada tema que me presentan me gusta más que el anterior.

Info del show

El 19 de noviembre a las 21.00 en el Teatro de Verano El Gucci actuará con su banda, Los Asesinos del Sabor. Las entradas para este espectáculo, el más importante hasta ahora de la carrera del cantante, se venden en Abitab y hay cuatro precios: 400, 450, 550 y 600 pesos. Los menores de tres años no pagan.

La promoción que abarcaba entrada y CD está agotada.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
"Siempre he tocado en cantegriles para mafiosos o lo que sea", dijo. Foto: F. Ponzetto.

EL artista se presenta junto a su banda en el Teatro de VeranoALEJANDRA PINTOS

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