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Gran reputación justificada

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Precedido de una justificada buena reputación se presentó el famoso ensemble Kremerata Baltica, cuyo fundador y solista es el notable director y violinista letón Gidon Kremer.

Precedido de una justificada buena reputación se presentó el famoso ensemble Kremerata Baltica, cuyo fundador y solista es el notable director y violinista letón Gidon Kremer.

El programa estuvo compuesto en su mayoría por una serie de transcripciones que van desde el Cuarteto de cuerdas op.95 de Beethoven por Mahler, pasando por el Concierto para violoncello y orquesta op.129 de Schumann por Koering y cerrando con la monumental suite para piano Cuadros de una exposición de Mussorgsky arreglada para orquesta de cuerdas y percusión por Cohen y Pushkarev.

Primero interpretaron el llamado Cuarteto Serioso de Beethoven donde Mahler con su dominio orquestal resalta la gallardía del inmenso genio de Bonn, especialmente en el final del último tiempo. Ya desde la primera obra se notó el disciplinado trabajo de equipo que tienen sus integrantes que hace que sean notables su precisión, ajuste y espontaneidad.

Luego intervino como solista Gidon Kremer en el Concierto para violoncello de Schumann. Si bien la ejecución de Kremer al igual que la orquesta fue impecable en todos los sentidos, la transcripción para violín de René Koering hizo que la obra perdiera la fuerza y vehemencia expresiva que Schumann asignó al violoncello. Si comparamos la Sonata para violín y piano de César Franck transcripta para violoncello por Alexander Bouzlov que escuchamos en el concierto anterior del Centro Cultural de Música, donde este instrumento tuvo un realce extraordinario, en esta oportunidad el arreglador no tuvo el mismo resultado.

En la segunda parte se interpretaron a pedido del ensemble tres obras sin interrupción de aplausos: Sérénade mélancolique de Tchaikovsky, Cuadros de una exposición y la primera audición para nuestro país de la Serenata sobre un tema de Mussorgsky del ucraniano Valentyn Silvestrov. En ambas Kremer tuvo la parte solista y volvió a deleitar. La profundidad con que aborda las obras es digna de los mayores elogios para un artista de su categoría.

Pero indudablemente la cúspide de luminosidad sonora fue la magnífica versión de Cuadros de una exposición: una demostración de exquisita musicalidad, riqueza de matices y una libertad expresiva total.

La infinita paleta de belleza descriptiva fue elevada al sumo de la perfección y multiplicidad de efectos y coloridos. El público extasiado reclamaba un bis y Kremer, gran divulgador de la obra de Astor Piazzolla, eligió el bellísimo tango "Oblivion" como broche de oro.

Kremerata baltica

Del Centro Cultural de Música. Solista: Gidon Kremer. Programa: Cuarteto de cuerdas op.95 de Beethoven (transcripto por Mahler); Concierto para violoncello y orquesta op.129 de Schumann (por Koering para violín, cuerdas y timbales); Sérénade mélancolique op.26 de Tchaikovsky (por Desyatnikov para violín y orquesta de cuerdas); Cuadros de una exposición de Mussorgsky (por Cohen y Pushkarev para orquesta de cuerdas y percusión), y Serenata para violín solo sobre Mussorgsky de Silvestrov. Dónde: Teatro Solís. Cuándo: 23 de junio.

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