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Una gran fiesta que no tuvo el final esperado

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Mientras duró, Aquel Abrazo fue una fiesta muy bien organizada. Foto: F. Ponzetto
FERNANDO PONZETTO

La lluvia interrumpió Aquel Abrazo en su mejor momento.

"Llueve, llueve, ¡puta madre cómo llueve!”, gritaba Pedro Dalton y las canteras parecían partirse al medio. Pero lo último que sonó en el Escenario Explanada no fue esa canción de Mandrake Wolf, también grabada por Bufón. Fue una increíble interpretación de “El capitán” de Vinilo por Micaela Sapin, la mujer del colectivo Nosotros Estamos.

Era el segundo supergrupo que iba a darle rienda suelta a la última mitad de Aquel Abrazo, pero su show duró poco. Por un rato la intensa lluvia le daba un marco épico a la situación y la gente, entusiasmada, saltaba. Pero que la banda interrumpiera el tema por la mitad, porque la combinación agua y tormenta eléctrica los complicaba demasiado (en otro rincón, Abuela Coca hacía lo mismo), alcanzó para romper con ese clima.

El pronóstico no era alentador a días del multitudinario evento, pero reprogramar decenas de recitales y reacomodar una cantidad de locaciones, tampoco es tarea sencilla. La organización podría haber generado espacios techados que hubiesen permitido aguantar el temporal. Al final, lo peor pasó en cuestión de largos minutos.

Las luces se fueron apagando, las barras desmontando y el público más resistente, sin resignarse a que Aquel Abrazo se había cortado, se juntaba en grupos a cantar bajo la lluvia. Los tambores aguantaron hasta tarde, cuando ya una publicación oficial de Twitter (luego fue borrada) daba cuentas de que el show se daba por concluído. Al cierre de esta edición se desconoce si se reprogramará.

Igualmente, si la idea del festival era promover la tolerancia y la paz, la postal de un puñado de extraños amontonados bajo un cartel, compartiendo un vaso sin preguntar por el contenido, fue bien representativa.

Acción.

El muñeco hecho de casilleros daba la bienvenida a los que iban llegando. Varias instancias de control agilizaban el acceso y Aquel Abrazo ofrecía opciones en simultáneo.

Pasadas las 18.30 (la historia comenzaba a las 17.00) Spuntone y Mendaro tocaban en el primer escenario en el camino, y muchos se quedaban por allí. El dúo de los ex La Trampa y Hereford hizo su set de versiones del cancionero uruguayo, mientras de fondo sonaba Latejapride*.

Después, en otro escenario, AFC & Los Warriors salió con una energía arrolladora, y hubo que arrimarse. Al rato, sobre la rambla, Jorge Nasser y su banda recibían la noche con algo de blues y rock, pero a metros arrancaba uno de los más esperados shows de la noche. Como en la Fiesta X, la gente corría para llegar a ver a Once Tiros dejar todo en la cancha.

Con un impresionante despliegue de luces y con Pablo Silvera invitando a hacer "un cráter que se vea desde la luna", las 21.00 estaban llegando y Aquel Abrazo ya era una fiesta.

Fueron 45 minutos de rock, una escapada para ver algo del buen show de los Hermanos Láser, y al Escenario del Lago, para ver al primer supergrupo: La Celeste. Los Ibarburu, Nego Haedo, Gustavo Montemurro, Urbano Moraes, Martín Buscaglia, Julieta Rada, Mandrake Wolf y Emiliano Brancciari se unieron para hacer canciones populares ante una multitud que los ovacionó y acompañó.

Eran las 22.30 cuando terminaron, un buen momento para descansar y guardar energías para lo que venía. Pero en el horizonte la tormenta ya tenía una actividad intensa, y una hora después estaba cortando una fiesta. Una fiesta que, mientras duró, fue muy buena, y que Montevideo necesita tener.

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Mientras duró, Aquel Abrazo fue una fiesta muy bien organizada. Foto: F. Ponzetto

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