ENTREVISTA

Desde los parlantes de la laptop deFrancis Andreu va pasando una seguidilla de artistas de distintos estilos musicales: Grupo Antillano, Christian Nodal, Selena, Jenny Rivera y Marco Antonio Solís. Este último, que Andreu define como su “descubrimiento de la cuarentena” queda sonando durante una gran parte de esta entrevista gracias al algoritmo de YouTube.

“Me encanta esa calidez y la gente que se entrega”, dice mientras el videoclips de “O me voy o te vas” muestra al mexicano cantando desde el vagón de un metro. “Me gusta por sus shows, por cómo sonríe y cómo agradece. Cada vez que presenta un tema cuenta que se hizo famoso en determinada ciudad. Eso es lo que importa, porque es la gente la que te pone ahí”.

Sus tres perros están dando vueltas por el living de su casa, ladran y juegan con una especie de pelota de plástico rosada. Y, mientras la cantante prende la estufa a leña, relaciona la conexión de Solís con su público con lo que ella busca cada vez que sube a un escenario. “Yo necesito esa conexión para dar un show”, dice, con una sonrisa. “No concibo un show sin eso. Si está el enganche después transcurre solo. Me ha pasado de terminar cantando temas de Sergio Denis o Karibe con K y que la gente baile arriba de la mesa. Después a los tres minutos están llorando con un tango. Esa es la magia del show y por eso tengo tantas ganas de volver”.

Andreu, que en 2018 lanzó el celebrado disco Francis canta a Jaime Roos, comenta que su último recital fue en enero. “Extraño la aventura de un show porque siempre es una fiesta”, dice mientras se prende un cigarrillo. Tras unos cuantos meses en pausa a causa de la pandemia del coronavirus —que implicó la suspensión de seis shows—, se está preparando para el reencuentro con el público. La cita será este viernes y sábado en La Trastienda (entradas en Abitab), y la cantante ya está preparando un repertorio especial, que incluirá unos cuantos tangos y varias de sus versiones del cancionero de Roos, que ya incorporó a sus presentaciones.

De cualquier manera, adelanta que siempre que está en el escenario le deja un espacio a la improvisación. “Si la gente me pide un tango que no está en la lista, pero lo tengo en el oído y la persona me conmovió, sale ese tango y la pasamos divino. Los shows de Francis son siempre impredecibles”, dice con una amplia sonrisa.

Además de la suspensión de recitales a causa de la pandemia, estos meses llevaron a que Andreu cambiara los planes de su próximo disco, que había comenzado a grabar con el argentino Gustavo Cordera. “Lo apagué un poco”, admite mientras, de fondo, se escucha la canción “Ojalá fuera cierto”, de Christian Nodal. “La pandemia cambió muchas cosas. Me cambió la vida porque además de suspender shows tengo una empresa familiar y tuvimos que mandar gente al seguro de paro. La pasé muy mal emocionalmente porque es gente que está hace 10 años, entonces ya son como familia. Fue un momento de angustia, pero la música siempre me termina sanando”.

Andreu comenta que, acompañada del exlíder de Bersuit Vergarabat, se anima a hacer una chacarera o una cumbia. “Él es multigénero y pura alegría, pero me replanteé el proyecto. La pandemia me hizo bien para pensar. Por ahora está en suspenso”. Sin embargo, los planes musicales siguen en pie. “Ahora me dieron ganas, dentro de mi bipolaridad artística, de grabar tangos clásicos”. Habrá que estar atentos a cómo evoluciona el proyecto.

Mientras se escuchan los acordes finales de la canción de Nodal —con un acordeón típico de la música norteña mexicana como protagonista— surge una pregunta que la entusiasma: “¿Alguna vez pensaste en grabar una ranchera?”. De inmediato, los ojos de Andreu se iluminan y ese gesto se acompaña de una amplia sonrisa. “¿Sabés que nunca digo nunca?”, dice, casi gritando, mientras suelta una carcajada. “Antes era mucho más conservadora musicalmente y tenía mucho más miedo de hacer otros géneros, pero después del disco con canciones de Jaime me di cuenta de que no tiene por qué ser así. Si lo disfruto y lo vivo, entonces sale”.

Y, ya que la charla gira en torno a los discos, apenas se le pregunta si el lanzamiento de Pura sangre —una antología que reúne sus dos primeros discos de estudio más uno en vivo—, la llevó a escucharse para rememorar algún momento del pasado, Andreu sorprende con su respuesta. “¿Sabés que no me puedo escuchar? Me busco fallas todo el tiempo. Además no me gusta grabar, no sé cómo hacerlo”, dice, mientras adopta un tono serio. “Al ser cantante, me emociono y se me activa el personaje solo si tengo a alguien que me está escuchando y nos conectamos con lo que estoy diciendo. En el estudio no le canto a nadie, solo a un tipo que está del otro del vidrio, re podrido de escucharme y que me pide que cante de nuevo. Entonces me cuesta mucho y pierdo la magia”.

Tras ese comentario, hace un breve silencio y dice: “En vivo me prendo fuego, en el estudio lo hago igual y pongo lo mejor de mí, pero, con Francis, no es lo mismo escucharla que verla en vivo”. Luego, habla sobre su relación con el público que la acompaña en cada show. “Me pasa que me van a ver madre, hija y abuela, o barras de guachas copadas que me piden ‘La pollera amarilla’. Hay mucha gente joven y me sorprende un montón. No sé si es por la música o el personaje de Francis, que sabés que te vas a cagar de risa”.

Desde el living de su casa, Andreu comenta que está acostumbrada a abrirse en cada recital. “Nunca me guardé nada y eso a veces es problemático, pero se ve que nunca hice algo grave porque solo recibo amor de la gente”, dice. Quienes asistan a sus dos recitales en La Trastienda podrán encontrarse a una cantante que, una vez más, está lista para dejar todo en el escenario.