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Federico Nathan, el violinista uruguayo que triunfa en Europa, presenta su nuevo show

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Federico Nathan. Foto: Difusión.

ENTREVISTA

Federico Nathan da clases en la sede de Berklee en Valencia y es primer violinista de la Orquesta Metropole de Holanda, y mañana presentará "De Bach a Spinetta" en Aerosala

El violinista uruguayo Federico Nathan no duda al momento de definir la “libertad musical” como el concepto que atraviesa toda su obra. Y basta con hacer un pequeño repaso por su trayectoria para confirmarlo. Es el primer violín de la Orquesta Metropole de Holanda, da clases en la sede de la universidad de Berklee en Valencia, compartió escenario con Quincy Jones y Gregory Porter, y está por presentar un espectáculo titulado De Bach a Spinetta.

“Poco a poco mi vida musical se fue unificando a través de la idea de que no existen las barreras entre estilos”, explica Nathan, que a los 16 años se mudó a España para estudiar en el Conservatorio Superior de Música Reina Sofía de Madrid. El músico, que en 2004 recibió un diploma como el mejor alumno del año en su cátedra, se siente cómodo cuando se mueve entre el jazz, el rock, la música clásica. Y esa es una actitud que lo acompaña desde sus comienzos.

“La primera música que me gustó desde chico era el rock”, relata. “En principio no me encontraba en el violín porque era una instrumento para tocar música clásica, un sonido que todavía no sentía. Por eso empecé a tocar con bandas de rock”.

Además de su formación en música clásica, asistió a clases de jazz en Indiana, Berlín, y en París. Y esa unión entre estilos es lo que define su música. “El jazz es la palabra que más se ajusta a mi obra porque se refiere a una cuestión de libertad musical. Eso es lo que me interesa”, asegura.

Y eso es justamente lo que encontró en la Orquesta Metropole de Holanda, donde ingresó en 2014 como primer violinista. “Estuve en orquestas clásicas, pero no podía seguir por la rigidez que exigía el trabajo. Pero esta es la única en la que me siento cómodo porque mi personalidad se ajusta a lo que ofrecen”, dice Nathan, que se convirtió en el primer músico latinoamericano en la historia de la orquesta holandesa.

“Un día tocamos con Snarky Puppy y al otro nos presentamos con Quincy Jones”, explica. Respecto su recital junto al compositor, arreglador y productor de clásicos de Michael Jackson, Miles Davis y Frank Sinatra, Nathan lo recuerda como “uno de esos conciertos que uno se guarda para toda la vida”. “Me acuerdo que me costó no llorar mientras estaba tocando. Fue increíble”.

Además de su trabajo con la orquesta holandesa, el violinista da clases en la sede de la universidad musical Berklee -una de las más prestigiosas del mundo- en Valencia. Por eso, la vida de Nathan está repartida entre España y Holanda, pero cada año se toma un tiempo para regresar a Uruguay y ofrecer varios conciertos. “Generalmente, vengo a fin de año porque tengo más disponibilidad y puedo ofrecer más shows”, explica.

En sus últimas visitas ha ofrecido un concierto de Navidad junto a Leo Maslíah y a su hermano, el vibrafonista Maximiliano Nathan; participó de un espectáculo homenaje a The Beatles a cargo de la Orquesta Sinfónica de Montevideo; y estuvo de invitado en el show que el grupo Snarky Puppy ofreció en La Trastienda.

Este año, el músico volvió a Uruguay con una agenda bastante cargada. “Tenía un pasaje de vuelta para la semana pasada pero lo perdí porque replanifiqué mi vida debido a la situación de coronavirus en Europa”, explica. Durante su estadía -que ya lleva un mes, con cuarentena incluida- ya ofreció varios workshops y presentó un espectáculo de homenaje a Django Reinhardt.

Y mañana a las 21.00 presentará su nuevo show, De Bach a Spinetta, en Aerosala (entradas en Tickantel). El repertorio comenzará con obras del compositor alemán y abordará clásicos del jazz, la música latinoamericana y el rock reimaginadas.

Luego de este espectáculo, Nathan grabará un disco junto a su hermano Maximiliano, y seguirá trabajando en su proyecto solista, AllOne, que consiste en composiciones donde el violín se fusiona con looperas y pedales. Es un final de año cargado para un músico que no deja de buscar nuevos sonidos.

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