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Encontrar la luz en la oscuridad

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No Te Va Gustar. Foto: Difusión

Con "Suenan las alarmas", la banda cambia para llegar a su mejor disco en mucho tiempo.

Esta nota podría empezar partiendo de cualquier momento de la carrera de No Te Va Gustar. Por ejemplo, tendiendo una línea comparativa entre aquella primera e incendiaria trilogía de Solo de noche, Este fuerte viento que sopla y Aunque cueste ver el sol y este noveno disco recién editado, Suenan las alarmas, para decir que aunque no hay demasiado en común entre los dos extremos, están dentro de lo mejor que ha hecho la banda.

O podría empezar hablando de lo buen cancionista que es Emiliano Brancciari, con su capacidad envidiable para englobar a todo su público en letras cantadas en primera persona del singular, con su don nato para las pegadizas líneas de guitarra. Y también podría empezar hablando de los cambios obvios de este álbum o de la madurez del grupo, evidente en la primera escucha.

Habrá mil caminos para tratar de interiorizarse en Suenan las alarmas, y sin embargo el más necesario es el más obvio: el disco anterior, El tiempo otra vez avanza. Volver a escucharlo ahora resulta fundamental para entender que este cambio que ahora se cristaliza de la mano del productor Héctor Castillo, había empezado a gestarse con su antecesor, el estadounidense Joe Blaney, de quien además es amigo.

La intención de la batería de "Me ilumina hoy", la densidad distorsionada de "Mi demente" o la inspiración entre country y mexicana de "El presente" son hoy anuncios obvios de este nuevo producto, riesgos que Blaney (quien ha trabajado con Ramones, The Clash, Charly García o Andrés Calamaro) intentó correr pero que al final terminaron siendo demasiado forzados.

Castillo, con un encare más moderno —es un productor joven, está detrás de los mejores discos solistas de Gustavo Cerati y se interesa tanto por las tendencias actuales como por esquivar los caminos cómodos—, no tuvo problemas en llevar aquellas intenciones de cambio a buen puerto. Se sirvió de un notable puñado de composiciones de Brancciari para renovar el sonido, sin hacer mella en su esencia.

Si no puede ver el video, haga click aquí.

O sea, en este disco no se busca borrar ni la impronta desencantada e inconformista de las letras; ni las líneas de guitarra pegadizas, ni los estribillos de estadio ni la sección de vientos. Todo eso está presente —de ahí que este disco no pueda decepcionar a los fanáticos de hoy—, pero está en otro lugar: de ahí que este disco pueda reconquistar a los seguidores de antes y tal vez un poco a los detractores de siempre.

Desde "Y el mundo me comió a mí", que abre el disco, las tensiones empiezan a repartirse entre los distintos elementos de la canción: mientras las guitarras conversan con el bajo y con una batería que no da respiro, los vientos juegan en paralelo contribuyendo a la intensidad de la canción, que va creciendo hasta explotar en un estribillo que tiene alta carga dramática, y aún así no es protagonista. La fórmula cancionística de No Te Va Gustar acá se deconstruye para rearmarse entre versos que no se atan a una misma estructura, preestribillos, puentes y el estribillo en sí.

Eso cambia el aire de inmediato y le abre paso a un disco refrescante, que recorre los tópicos habituales de la poesía de Brancciari: los vínculos personales, la crítica social, la mirada introspectiva y esa contradicción tan humana, que en varios momentos es fiel reflejo del mundo de hoy.

Cuando en "Autodestructivo" Brancciari canta, por ejemplo, "Hoy estoy un tanto autodestructivo/ Aunque soy feliz, y por tus ojos me desvivo", pinta rápidamente esa insatisfacción tan propia del hombre: no se trata de buscar siempre el color rosa de la vida, a veces todo está mal por más amor que haya.

En muchos casos, esos tópicos vienen abordados desde la primera persona del singular, jugando a desdibujar los límites de la realidad y la ficción. En otros aparecen personajes bien definidos, como en el caso de "Quería ser como él" o la mexicana "Los villanos" (en la que participa la banda de mariachis femenina Flor de Toloache), por lo que en ese plano también hay tensiones repartidas entre Brancciari como frontman y voz cantante, y entre las historias en sí mismas.

En la segunda mitad viene lo más interesante de un disco que tiene un nivel parejo, aunque propone un cambio constante —pero bien dosificado— de energías e intensidades. Por ejemplo "Pegame más fuerte", con Hebert Viana de Paralamas como invitado, es de los temas más No Te Va Gustar del álbum, con los vientos empujando el ánimo hacia arriba y un coro en el estribillo; y le da paso a "Prendido fuego" (que fue el primer corte de difusión), que empieza casi con un susurro.

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La tríada del final le da un remate brutal a un disco en el que predominan los midtempo y las guitarras: más que nunca, la distorsión y la densidad construida a partir de las seis cuerdas, muchas veces en conjunto con los teclados de Fran Nasser ("Guante blanco" es el ejemplo más claro), conduce a la banda a un camino que busca explorar hasta el rincón más oscuro. Batería, percusión, bajo y vientos van en función de eso, acoplados a un sonido orgánico que se distancia de inflexiones rioplatenses.

En "Desde que era un pibe", que pinta un paisaje de marginalidad crudo, el aire de arrabal moderno es una relectura de la murga a la que tantas veces No Te Va Gustar ha echado mano. Una batería murguera hubiese sido una salida obvia y efectiva, pero la banda va directamente una marcha que bien podría ser de procesión. Es un buen giro.

Eso da paso a "Lo real es ya", de las canciones más interesantes del disco que juega con la contradicción en lo musical, con una melodía punk que dialoga con un teclado ochentoso. Y para el final queda "No deja de sonar", con sus versos despojados que se van metiendo en un pantano de climas psicodélicos y épicos hasta volver a ese cierre más simple, el de la canción en su esencia más pura, como recién nacida.

Castillo sacó lo mejor de No Te Va Gustar, una banda que parecía encerrada en su propio laberinto y que ahora, con Suenan las alarmas, encuentra un montón de salidas que no sólo son distintas, sino que están buenas. Lo estábamos esperando.

En vivo.

Antes de editar este nuevo disco, No Te Va Gustar ya había fijado la fecha de presentación en Uruguay. Será el sábado 5 de agosto a las 21.00 en el Centro de Espectáculos Landia, y las entradas ya están en venta en Red UTS, Redpagos y Tienda Inglesa desde 800 pesos.

La banda, que ahora se encuentra en México, tocará en julio en Estados Unidos y para septiembre y noviembre tiene varias fechas en Argentina.

Suenan las alarmas [*****]

No Te Va Gustar. Músicos: Emiliano Brancciari (guitarra y voz), Gonzalo Castex (percusión y coros), Martín Gil (trompeta y coros), Denis Ramos (trombón), Mauricio Ortiz (saxo), Guzmán Silveira (bajo), Diego Bartaburu (batería), Pablo Coniberti (guitarra), Francisco Nasser (teclados). Producción: Héctor Castillo. Masterización: Dave Mc Nair. Sello: Bizarro. Lanzamiento: Viernes 2 de junio.

TRES DISCOS, TRES PRODUCTORES.

Solo de noche - 1999 / Con Juan Campodónico.

Para su primer y fundamental disco, que vino como premio por haber ganado el III Festival de la Canción de la Intendencia de Montevideo, la banda recurrió a Juan Campodónico, quien a partir de ahí empezaría a consolidarse como uno de los productores más importantes y exitosos de Uruguay.

Por lo menos hoy - 2010 / Con Juanchi Baleirón.

Amado por unos y odiado por otros, este disco tuvo detrás al hoy frontman de Pericos, el argentino Juanchi Baleirón, y terminó siendo un éxito para la banda. Dejó varios hits que se integraron rápidamente al repertorio en vivo, como "Cero a la izquierda", "Chau" o "Ángel con campera".

El tiempo otra vez avanza - 2014 / Con Joe Blaney.

Para el antecesor de Suenan las alarmas, la banda convocó a un veterano productor que había trabajado con Charly García en Clics modernos y con Andrés Calamaro en Alta suciedad. Con Joe Blaney aparecieron algunas líneas que se trabajaron en profundidad en este nuevo trabajo.

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No Te Va Gustar. Foto: Difusión

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