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La emotiva misión de propagar una gran obra

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La amistad entre García y Spinetta duró toda la vida. Foto: N. Mutti.

Una charla con Rodolfo García sobre “Spinetta Los Amigo”.

Rodolfo García tenía 17 años cuando conoció a Luis Alberto Spinetta, un muchachito de 13 que acababa de empezar la Secundaria y no sabía "ni un acorde en la guitarra". Esos cuatro años de diferencia no pesaron nunca: la música los unió.

"Yo tenía mi primer grupo y un amigo en común le comentó que estábamos ensayando. Él se interesó por escucharnos y apareció. Vivía en mi barrio pero nunca nos habíamos cruzado", cuenta el baterista García en charla telefónica con El País.

Pasaron más de 50 años de aquel encuentro casual, que derivó en una amistad interminable. Juntos formaron Almendra en los sesenta y juntos hicieron, con el bajista Daniel Ferrón, el último disco editado del Flaco: Spinetta Los Amigo.

"Cuando empezamos a juntarnos a tocar lo hicimos de manera absolutamente informal", dice García sobre el proceso que derivó en este álbum.

Spinetta, Ferrón y García empezaron a juntarse los miércoles en la pequeña sala de ensayos del baterista, que se había ido convirtiendo en una suerte de depósito, entonces cada vez que se reunían tenían que hacer espacio. "Hasta que Luis dijo que fuéramos a su estudio, lo cual tenía un beneficio. Pero era una tentación".

Allí, en el estudio de Spinetta, fueron registrándose estos siete temas, ocho contando el track oculto. "Y teníamos más", asegura García, pero la enfermedad del cantante interrumpió la actividad y las reuniones.

—¿Y por qué Los Amigo?

—Porque Luis, en la vertiente bizarra que tiene, decía que nos llamábamos Los Titos. Hasta que un día veo un grafiti que decía: "Los Titos Rock", lo que daba la pauta de que ese grupo ya existía. Le dije a Luis, y él tenía un asistente de escenario de muchos años, Aníbal, al que le decíamos La Vieja. Entonces, andaba por ahí preparando unos mates, y Luis le dice: "Vieja, ¿vos qué nombre le pondrías a este trío?". Y La Vieja, que no pronunciaba las eses finales, dijo: "Los amigo". Y se quedó.

Tras la muerte de Spinetta en 2012, los amigos hablaron con sus hijos de la posibilidad de rescatar ese material. "Tuvimos que meternos en el estudio, escuchar todas las tomas, y fue increíble porque superó la idea que teníamos", asegura.

No fue un proceso fácil desde lo afectivo, teniendo en cuenta el vínculo con García que todavía, de vez en cuando, habla de él en presente.

"Es casi imposible separarse de lo afectivo. En una grabación tenés cada instrumento y la voz por canales diferentes, vas abriendo de a uno para ver qué hay, y cuando aparece la voz, la respiración previo a emitir el sonido, te liquida. Es una cosa muy fuerte", reconoce.

Y de algún modo Spinetta participó de este proceso. Ferrón y García dudaban si incluir o no "Río como loco", un track oculto, porque no se había grabado la voz. Cuando estaban repasándolo, al final de la pista se escucha la voz del Flaco, diciendo: "incluyámoslo". Sólo hubo que acatar su voluntad.

"Era un tipo fuera de serie", dice García pensando en Spinetta como músico y amigo. Todavía se acuerda de los primeros años en los que el Flaco tenía "una guitarra re precaria, como si fuesen los seis agüjeros en el clavijero y las clavijas de madera que entraban en el agüjero a presión". Fue a dos clases, aprendió tres acordes básicos, y el resto por deducción. Como para confirmar su genialidad, señala que "Barro tal vez" la compuso con 15 años.

" Y te digo más: tenía muchísimo más para dar", asegura.

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La amistad entre García y Spinetta duró toda la vida. Foto: N. Mutti.

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