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Crónicas crudas de un mundo gris

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PJ Harvey. Foto: Difusión

PJ Harvey publicó “The Hope Six Demolition Project”.

En una industria musical que en los últimos años ha sido dominada por el pop en sus variantes más comerciales, y más acá en el tiempo por el hip hop, PJ Harvey se ha convertido en una bocanada de aire fresco y visceralidad a la que siempre hay que atender.

Una de las artistas más interesantes y diferentes que ha dado el Reino Unido desde 1990 a esta parte, esa es, a grandes rasgos, PJ Harvey: una cantante excepcional y poderosa, con una voz y una manera de cantar que pueden ser inspiradoras pero nunca replicables, y con una capacidad compositiva que resulta arrolladora.

Después de haber lanzado en 2011 Let England Shake, un disco que recibió incontables elogios por parte de la prensa especializada, la cantante se tomó su tiempo para reaparecer en la escena con un nuevo material. Y otra vez, como siempre, hizo que los oídos se abrieran ante sus nuevas proclamas, su nueva poesía y sus nuevas melodías, para comprobar que nuevamente ha dado un gran disco al público.

The Hope Six Demolition Project es el cuadro musical de la experiencia personal de PJ Harvey, el relato de unos viajes que la llevaron a lugares tan diferentes como Kosovo, Afganistán y Washington. Y también es el resultado de una serie de grabaciones en el marco de una instalación artística que se llamó Recording in progress, en un centro cultural de Londres.

Es un disco de contrastes, alimentado por todo lo que vio la compositora viajando de aquí para allá, y por la sensación de ser observada por extraños mientras armaba y registraba ese material, en un estudio a la vista del público.

Es el disco de una rockera que claramente aún cree en la fuerza de las canciones —con razón, porque el tema "The Hope Six Demolition Project", inspirado en un distrito de Washington, alborotó a unos cuantos políticos estadounidenses— para extender y expandir una visión del mundo. Una visión que es gris, fea, que tiene demasiadas deficiencias de las que hay que hablar.

En ese sentido, más que un álbum de protesta o de crítica, como podría parecer, el de PJ Harvey es un trabajo de cronista de una realidad pálida y poco prometedora, con relatos precisos y sin demasiada vuelta.

Con todo eso, no es de sorprender que The Hope Six Demolition Project sea en extremo cinematográfico, y con cada canción se puedan imaginar distintas secuencias de imágenes. PJ Harvey tiene la capacidad (enorme y admirable) de procesar cantidad de información y de gustos caprichosos, para darle forma a un disco.

Lo que bien podría haberse hecho con un par de guitarras, batería y bajo tiene además percusiones, violines, saxos (mucho saxo), palmas, muchísimas voces dándole a toda la obra un tono épico que la refuerza. Hace que el folk predominante tenga la esencia rockera bien presente, con algunos viejos toques pop (que sobre todo están presentes en los estribillos, cálidos, corales y repetitivos) que le dan al disco todavía más originalidad.

El mérito de PJ Harvey también está en eso: en hacer un álbum que bien podría haber salido a fines de los sesenta —el sonido y las letras lo justificarían—, pero que es moderno. A lo mejor, en otros 40 años sigue igual de fresco y vigente.

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PJ Harvey. Foto: Difusión

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