Publicidad

Crónica de una crisis moderna

Compartir esta noticia
El disco no está en Spotify y se consigue en iTunes y en el sitio web de la banda. Foto: Difusión

La banda británica editó nuevo disco que se convirtió en un acontecimiento mundial.

Hay algo difícil de explicar de la permanencia de Radiohead y la expectativa que sigue acompañando a la salida de cada disco. Ambas cuestiones quedaron confirmadas con la salida la semana pasada de A Moon Shaped Pool, su última obra.

Su único éxito global, "Creep" es de 1993 y aunque es una de las grandes canciones de su promoción es demasiado incómoda para volverse un oldie. Sigue siendo una rareza que desde su letra, de alguna manera, aún refleja a la propia banda: siempre han sido los raros reclamando un amor no correspondido.

Su disco más importante, sin duda, OK Computer se editó en julio de 1997 y es el que los convirtió en lo que son ahora: una banda grande que se alejó de una de sus posibles zonas de confort (la de la canción accesible) para internarse en el incierto lodazal de la experimentación.

Desde entonces han seguido produciendo con cierta regularidad y cada vez más encerrados en un universo personalísimo de Thom Yorke, el líder de la banda, acompañado por un grupo consolidado que aporta soporte pero también talento propio y creatividad. Contienen la fórmula eterna que hace grande un grupo: un acopio de personalidades que se necesitan como piezas de un puzzle.

Yorke, además, es un frontman exótico. Su porte es el de un nerd con estilista pero, para algunos, en su complejidad, cierta distancia y la dificultad para encasillarlo está su encanto. Otros encuentran eso ampuloso y artificial; lo ven un tanto presuntuoso.

Y, finalmente, su música es endiabladamente compleja para tiempos acostumbrados a soluciones rápidas. Su idea del ritmo es un tanto caprichosa y muchas veces esconden precisas melodías tras arreglos densos que mejor te detienes a escudriñarlos porque ahí está buena parte de la gracia. Abrevan del art rock, Pink Floyd y, en algunos momentos muy explícitamente del krautrock, el movimiento de majaretas alemanes de la década de 1970 donde destacaban grupos como Can o Neu! y que previó algunos sonidos contemporáneos con inédita lucidez.

Visto de esa perspectiva y en ese conjunto, A Moon Shaped Pool es el disco que Radiohead puede hacer a esta altura de su vida y su carrera. Y su salida fue un acontecimiento artístico y de marketing, otro terreno donde han sido pioneros.

Es que Radiohead también han sido inquietos en la manera de vender su arte. In Rainbows su disco de 2007 lo pusieron a disposición online y a que el público le pusiera su precio (en promedio se pagó cinco dólares). Fue un éxito que abrió una veta hoy explotada por sitios como Bandcamp. A Moon Shaped Pool estuvo acompañado por una campaña de marketing que se inició con la eliminación de toda presencia de la banda online y el anuncio sorpresivo a los fanáticos de la salida de un disco que se esperaba en junio. La banda se ha negado a publicarlo en Spotify (una plataforma de la que han sido muy críticos) y se lo consigue en Itunes o en el propio sitio de la banda.

Obsesiones y depresiones.

A Moon Shaped World es un trabajo —la palabra insiste en colarse— raro. Para empezar es parte de una mesa de saldos: algunas canciones están en el repertorio desde 1995 y otras ideas ya habían sido exploradas en vivo. Eso no habla en desmedro del producto final ya que las 11 canciones presentadas en estricto orden alfabético funcionan como un conjunto. Como en todos los discos de Radiohead, probablemente se trate de un álbum conceptual aunque de concepto esquivo.

Las ideas dominantes son varias pero pareciera ser sobre una crisis de mediana edad en un mundo caótico que de alguna manera todos ayudamos a construir. Hay dos preocupaciones centrales: el estado de las cosas de la sociedad moderna y la capacidad para seguir adelante en la soledad que deja una ruptura amorosa.

Los datos concretos escasean tanto como abundan las elucubraciones. El año pasado, Yorke se separó —"en términos absolutamente amigables", según ambos anunciaron en su declaración pública— con su compañera por 23 años, Rachel Owen. En "Daydreaming" hay referencias directas a eso ( se escucha en reversa "la mitad de la vida", refiriendo al tiempo que estuvieron con Owen) aunque también hay citas a la alegoría de la caverna de Platón, como bien alguien ha notado.

Esa dualidad de interpretaciones en canciones que pueden estar hablando a una mujer en particular o a la sociedad en general, está presente a lo largo del disco.

Es difícil, por ejemplo, saber de qué está hablando en la bowiesca "Decks Dark" o si el vacío al que se refiere en "Desert Island Disk" es individual o colectivo. Lo mismo pasa con el krautrock de "Ful Stop", seguramente la canción más "movida" del disco aunque en una manera muy alemana.

Sí hay todo un sector del álbum decididamente dedicado a ofrecer un diagnóstico severo sobre la actualidad. "Burn the Witch", la canción que abre el disco, construye sobre un creciente arreglo de cuerdas, un panorama sobre la alienación y la conformidad de la sociedad moderna. "The Numbers" es el intento de Yorke por hacer una canción de protesta sobre el cambio climático. Hay descreimiento en la clase política y hay quienes, incluso, llegan a ver críticas a la política europea sobre los refugiados (en "Burn the Witch", quizás).

Más allá de la omnipresencia de Yorke, Radiohead siempre ha sido un trabajo colectivo. En este disco se vuelve a destacar Johnny Greenwood, quien a partir de, por ejemplo, sus bandas sonoras para películas de Paul Thomas Anderson, ha ganado presencia. Las canciones están firmadas por todos (o sea además de Yorke y Greenwood, Ed OBrien, Colin Greenwood y Phil Selway) y hay una clara socialización de los arreglos.

Es una música compleja, claro pero, como vienen dejándolo claro desde hace 25 años, Radiohead no está acá para hacérnosla fácil.

A Moon Shaped Pool [****]

Artista: Radiohead. Integrantes: Thom Yorke, Johnny Greenwood, Colin Greenwood, Ed O’Brien, Phil Selway. Producido por: Nigel Goodrich, Mzclado por: Bob Ludwig. Editado: 8 de mayo.

UN MUNDO IDEAL

En una discografía que casi funciona como una unidad, es difícil aislar algunos momentos, pero por acá anduvo Radiohead.

Pablo Honey -1993-

El disco debut de la banda incluía quizás la canción más difundida de la banda “Creep”, un midtempo que era asaltado por las guitarras de Johnny Greenwood. Era una banda en busca de su personalidad. Afinarían la fórmula en su siguiente disco, The Bends que cierra una primera etapa.

Ok Computer -1997-

Algo así como el Dark Side of the Moon de Radiohead. Una obra densa pero entradora gracias a canciones como “Paranoid Android”, “Karma Police” y “No Surprises”. Es un punto de quiebre: desde allí para adelante, Radiohead sería una banda más experimental.

Kid A - 2000-?

Tres años le llevó hacer un sucesor para Ok Computer y una vez más la banda busca nuevos terrenos a explorar. Los encontró en la electrónica (como también le pasó a otra gran banda, REM) pero llevado a su lado más hermético. La banda se afianza, aquí, en un lugar del que no saldría.

In Rainbows -2007-

No fue un disco sencillo y la producción de Yorke y el habitual Nigel Goodrich obliga a un compromiso del escucha. El lamento de Yorke es acompañado por un telón de fondo tirando a abstracto pero a pesar de eso por momentos abren la puerta a sonidos más accesibles.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
El disco no está en Spotify y se consigue en iTunes y en el sitio web de la banda. Foto: Difusión

RADIOHEADFERNÁN CISNERO

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

musicaDiscos 2016Radiohead

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad